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Atlético de Madrid

El Frente no se sube al tren de los nuevos tiempos que corren

El Manzanares vivió el domingo una desagradable e innecesaria noche de división civil y derrota deportiva que abre una herida en una de sus señas de identidad: la afición.

EXTRAÑO. En el Calderón se vivió un ambiente tenso y extraño antes y durante el partido. El equipo acusó la falta de animosidad de su público.
EXTRAÑO. En el Calderón se vivió un ambiente tenso y extraño antes y durante el partido. El equipo acusó la falta de animosidad de su público. Rafa Aparicio

Cuando el Frente tenía una oportunidad de oro para mostrar su mejor cara, animar a su equipo, congraciarse con el resto del Calderón y dar un paso enorme hacia un fútbol sin violentos, decidió enfadarse y no respirar. Así el Manzanares vivió el domingo una desagradable e innecesaria noche de división civil y derrota deportiva que abre una herida en una de las señas de identidad del Atleti: su afición.

Los antecedentes son conocidos: tras la reyerta entre ultras del Atlético y el Deportivo (ambos con refuerzos) que acabó con la muerte de Romero Taboada, el club decidió expulsar al Frente. La ‘expulsión’ no implica que los abonados pertenecientes a la peña no puedan entrar al Calderón, simplemente les quita el cuarto de material que tenían dentro del estadio, borra su mural y les impide lucir sus símbolos en pancartas, bufandas, bombos, etc… Sólo ocho miembros del grupo, todos identificados en la pelea, fueron dados de baja y se les prohíbe el acceso al campo. Ocho violentos de un colectivo con 4.000 miembros. La mayoría pudo entrar a ver el partido ante el Villarreal. Mantener su ánimo y actitud habitual hubiera reforzado su mantra de “no somos violentos” y mostrado su condena a los que sí, pero decidieron hacer justo lo contrario: enfrentarse al resto del estadio.

El partido comenzó con la afición situada en los dos laterales y el fondo norte reivindicándose, cansados de escuchar a la Grada Joven eso de que “sin nosotros nadie anima y el Calderón será como la ópera”. Durante los primeros 20 minutos atronaron el himno y varias canciones más, dando al partido un ambiente que nada tenía que envidiar al de cualquier partido anterior de Liga. Descubrir que ni ellos son los Niños Cantores de Viena ni el resto del estadio un convento de monjas contemplativas con voto de silencio, incomodó al Frente, que tuvo de inmediato una reacción de niño pequeño que transformó la noche.

El cisma. Cuando desde tribuna comenzó a entonarse una de las canciones clásicas del Frente, este respondió pidiendo derechos de autor: “Si no nos quieres, no cantes mis canciones”. Más allá de plantear la duda de si las aficiones argentinas de las que derivan muchos de sus himnos les habrán exigido también a ellos copyright, esa queja acabó de formar los dos bandos. Como ya sucedió varias veces en la funesta mañana del Depor, el resto del estadio les silenció a base de pitos y marcó distancias con ellos: “Somos nosotros, Atleti somos nosotros”. Así la atención fue girando paulatinamente del césped, donde el campeón se fue descosiendo en un clima incómodo, a la grada, donde todo se enrareció hasta el absurdo.

Mientras el resto del estadio seguía animando, cada vez con menos fuelle, el Frente siguió con sus chistes malos. Mientras Simeone, los jugadores y la mayoría de la afición se desesperaba con la actuación del árbitro Pérez Montero, ellos aplaudían cada vez que se equivocaba y los demás protestaban. Su perfecta representación de un hincha rival se completó cuando, tras el golazo de Vietto, muchos aplaudieron y, con cierto orgullo ante la derrota de los suyos, respondieron: “Somos nosotros, Atleti somos nosotros”. La bronca general que les cayó fue de categoría.

No sorprendió que, nada más acabar el partido, los foros y redes sociales se llenaran de mensajes de miembros del Frente presumiendo de que, sin ellos, el Atleti pierde. Extraño orgullo. Y desmemoriado. Desde que el Frente se creó oficialmente en 1982, el Atleti ha atravesado muchos de los peores momentos de su historia. De hecho, la presencia del Frente no impidió el infausto descenso del año 2000. Es más, su reacción de ‘fieles hinchas’ fue lanzar huevos a su portero, Toni, en una imagen inolvidable por lamentable. Son aficionados, no salvadores. No, el Atleti no son ellos.

De hecho, tras el encuentro, los jugadores, esos a los que se permitieron denunciar durante la semana por no apoyarles, como si les debieran algo más que un título de Liga e infinitas alegrías, les enviaron un mensaje. Sobre todo Gabi, el capitán y favorito de esa Grada Joven: “Me quedo con la afición que nos ha animado hoy. El resto no me interesa”.

Y eso es lo que ahora les toca entender por el bien común, el suyo y el del Atlético. Los concienzudos controles de acceso que tanto sublevaron el domingo a los abonados del Fondo Sur, se irán normalizando según todos se acostumbren a las nuevas normas, como ya explicaron club y Policía. Y, si así lo desean, esa mayoría no violenta de miembros del Frente podrá seguir yendo al fútbol en una nueva Grada Joven, sin violentos y con la misma animación de siempre, pero con otro nombre. El resto de la afición les ha indicado el camino, ahora es cosa suya entenderlo. Están invitados, pero no son indispensables.