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J. Finestres y Xabier G. Luque

“Descatalanizar al Barça fue la obsesión de Francisco Franco”

Finestres y García Luque son periodistas apasionados por la historia que sacan exclusivas de los archivos. Su última obra habla del Barça secuestrado por el franquismo.

Los autores del libro 'El Barça secuestrado'
Fernando Zueras

El título: ‘El Barça secuestrado’. ¿Por quién?

—Hablamos de los siete primeros años tras la Guerra Civil en el que el Barça está en manos ajenas. No se rige por sus normas, Le imponen directivos desde el franquismo que no son ni socios ni aficionados al fútbol en muchas ocasiones. La obsesión del régimen de Franco era descatalanizar al Barça.

—¿Eso no le pasó a todos los equipos?

—Sí, pero la particularidad está en el proceso de investigación y depuración que se dio con el Barça. Fue un proceso de depuración mucho más largo que el de otras entidades.

—¿Por ejemplo?

—El del Espanyol o el del Madrid es un proceso de adaptación plácido, de tres meses a lo sumo. Al Barça lo intervienen las autoridades franquistas desde enero del 39 a marzo del 40. 14 meses de depuración y exorcismo.

—Pero al Barça, deportivamente, no le va mal en el franquismo primigenio...

—Deportivamente no porque se recupera. Si nos basamos en los títulos le va mejor que al Madrid en esa época sin duda, pero más allá de los triunfos hay una depuración ideológica dolorosa.

—¿Por qué?

—El Barcelona, como otras muchas entidades era una entidad bajo sospecha por apoyar la causa republicana y catalanista. Por eso le encargan a la policía un informe detallado de sus actividades. Se vio que jugaba partidos a favor de la Generalitat, que los trabajadores colectivizaron el club, que su fundador era extranjero y no era católico, que un ex presidente fue fusilado...

—¿Y cómo tratan de reconvertirlo?

—Imponiendo presidentes y juntas afines al franquismo. Pero uno les sale rana.

—¿El Marqués de la Mesa de Asta?

—Personaje peculiar. Muy amigo de Moscardó, que es con Franco el más popular del Régimen y que se rebela ante la gran injusticia que supone el 11-1 contra el Madrid.

—¿Se lo podía permitir?

—Absolutamente. Era un aristócrata por encima del bien y del mal, al que no le podía pasar nada. No le gustaba el fútbol y decidió irse ante la injusticia.

—Si el Marqués de la Mesa de Asta es el héroe de esa historia, ¿quién es el villano?

—Manuel Bravo Montero, sin duda. Un pieza. Socio del Español, jefe del Rondín Antimarxista de Barcelona, lo que significa ser el represor de los represores. Un mentiroso, criminal y ladrón que se mete en la directiva del Barça para medrar y robar. Un personaje siniestro que llegó a robar las joyas de la Basílica de la Mercé para venderlas. Acabó expulsado de la Guardia Civil y fue asesinado en el 73 en Chipre. Un hombre tenebroso, malvado de novela que se autoimpuso como directivo.

—¿Corrió peligro el nombre y el escudo del Barça en esos años?

—El Marca, entonces falangista, propuso cambiar el nombre para humillar al vencido, pero no cuajó. También se propuso quitar las cuatro barras del escudo del club.