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La ingenieria financiera de los radicales

Así se financian los grupos ultras

Algunos grupos están dados de alta en impuesto de actividades. Entre ellos además hay contables, abogados y técnicos de imagen y sonido que elaboran sus CD’s y DVD’s.

Los Riazor Blues

Vuelos chárter. La actividad más lucrativa. No existían las actuales compañías ‘low cost’ cuando ya los ultras volaban a precios de ganga, y además ganaban dinero. Los grupos suelen contratar sus aviones chárters. Era muy habitual el alquiler a una compañía croata. Siempre se buscan compañías baratas, normalmente en países de los Balcanes o del Magreb. El negocio es el siguiente: si el alquiler del vuelo chárter sale por 15.000 euros y el avión tiene 150 plazas (ejemplo real), la media para cubrir el coste saldría a 100 euros por pasajero. Mientras que una compañía aérea de las conocidas oferta el viaje ida y vuelta por 500 ó 600 euros, ellos lo ofrecen por 300 ó 400. 150 billetes a 400 euros=60.000 euros. Ingresos menos gastos dan un beneficio de 45.000. Realmente, el beneficio neto nunca era tan amplio, pues los cabecillas muchas veces viajan gratis. El vuelo incluía pilotos y poco más. Nada de una docena de azafatas paseando el catering. Para que existiesen beneficios tenían que llenar el avión o venderse, al menos, más de la mitad de las plazas. ¿Que no se vende más de la mitad? Perdonen las molestias, pero se suspendió el viaje.

Lotería de Navidad. La mayoría de los grupos ultras sacan a la venta su propio número cada Navidad. El número suele coincidir con la fecha de fundación del grupo o con la fecha conmemorativa de un títuto. La participación suele estar personalizada con imágenes y logos del grupo ultra en cuestión. Ineludiblemente, el precio incluye un 20 por ciento de donativo, mínimo.

Viaje en autocar. El mismo sistema que el del avión, pero aquí apenas hay ganancia. Los posibles beneficios se emplean en abaratar el coste por billete y persona.

Tifos y mosaicos. Una de las fórmulas para recibir dinero de los clubes de forma indirecta sin que parezca una subvención. Cuando el tifo abarca sólo el fondo, suele ser costeado por el propio grupo. Pero cuando los mosacios de cartulinas abarcan todo el campo, estos suelen ser sufragados por el club. Al club se lo ofrecen o éste es el que lo encarga. Los ultras pasan el gasto de cartulinas (o rollos de papel) a precio de calle. Supongamos, 50.000 cartulinas=25.000 euros. Luego se las compran a mayoristas a precios muy inferiores. En Madrid suelen acudir a la zona de Cobo Calleja, uno de los mayores polígonos de Europa de venta al por mayor, donde predominan los distribuidores chinos. Los clubes maquillan esos gastos en sus cuentas incluyéndolos en los balances, a veces, dentro de apartados tan poco concretos como ‘gastos de representación’ o ‘gastos de difícil justificación’.

Cuota de socio. Independientemente de que el ultra sea o no socio/abonado del club de fútbol, cada grupo tiene su propio carné de afiliación. La cuota anual ronda los 20 euros, más/menos según el grupo. El poseedor del carné disfruta de descuentos en viajes, entradas, artículos, etc... No es requisito obligatorio tener carné de socio de un grupo ultra para ser partícipe de ese grupo. Muchos se niegan por no dar sus datos.

Merchandising. Venta de bufandas, camisetas, sudaderas, banderas, libros, fotos, CD’s con sus cánticos, DVD’s con sus imágenes y cánticos, pegatinas, bolígrafos, mecheros, llaveros, etc... Todo con el nombre o el logo del grupo ultra en cuestión.

Entradas. El tejemaneje más común en todo grupo ultra, pues muy habitual que reciban gratis entradas de los clubes. En muchas de esas entradas suele aparecer la palabra ‘obsequio’, aunque luego sea vendida a precio pactado. Agiliza la venta de entradas y se convierte en una reventa oficial. Todos los clubes lo hacen. Todos los clubes lo niegan.

Copyright. Los grupos más numerosos son marcas registradas. Tienen su copyright y quien quiera comercializar con ellas debe pagar por sus derechos. Están legalizadas y dadas de alta en impuesto de actividades. También los ultras persiguen la piratería.

Rifas. Actividad cada vez menos habitual y en extinción. Típica tira que premia a la terminación de un sorteo de lotería. Se ve en grupos pequeños.

Bares. Gran fuente de ingresos. Los grupos ultras, cada vez más, tienen ya su propio bar. Locales alquilados que abren al público en días de partido o en reuniones y convocatorias propias del grupo. Suelen ser atendidos por miembros del grupo. Venden bebidas y bocadillos a precio más barato que el resto de bares que están alrededor que, todo hay que decirlo, se aprovechan y suben los precios en días de partido.

Colaboración/extorsión a jugadores y técnicos. Actividad cada vez menor. Se les suele pedir colaboración: facilitar entradas, comprar lotería y dinero para pancartas, tifos y cosas así. Esa es la colaboración voluntaria. Si el jugador persiste en no colaborar, se le insiste de forma menos educada (¿extorsión?). Que no extrañe por qué a unos jugadores y entrenadores se les quiere más que a otros, por qué a unos se les canta más y se les silba menos, por qué tienen pancartas de apoyo. El Frente, antes de su actual denominación, se llamó peña Rubén Cano y luego peña Hugo Sánchez.

Cepillo. Como en misa. Sólo se pasa en ocasiones que hay que cubrir la fianza de un compañero detenido para que salga en libertad. “Por si te pasa a ti algún día. Colabora, vamos”.