Gareth Bale, de nuevo en el once titular para hacerse querer

Recuperado de una lesión en el músculo piramidal derecho (cercanías del glúteo), Gareth Bale, el fichaje de los 91 millones, recupera hoy la titularidad después de un mes y tres días. Sin embargo, la expectación no gira en torno a su regreso, sino al descarte que provocará: James o Isco. La razón es bien conocida: desde que el malagueño refuerza el mediocampo el equipo juega mejor, domina más y hasta cae más simpático, aunque gane igual. No es cuestión de victorias, quede claro. Con Bale, el Madrid sumó los primeros cinco triunfos consecutivos de su actual racha de doce, a tres del récord de Muñoz y Mourinho.

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La entrada del galés no sólo irrumpe en mitad de un estado de felicidad; también trastoca el dibujo. El 4-4-2, con Isco y James reciclados en cumplidores centrocampistas, se había convertido en símbolo del equilibrio. Con ellos, el Madrid ha explorado otras fórmulas además del contragolpe. Las piezas han encajado con una suavidad desconocida. El aumento de la posesión ha reconfortado a los viejos madridistas y el nuevo estilo ha dado la razón a los defensores de Benzema.

Hace un año, Ancelotti resolvió un enredo similar reubicando a Di María como centrocampista. Ahora debe hacer lo propio con Bale, sin atacar la proyección deportiva y sentimental de Isco y James, favoritos de la grada. Dos mazas más en el aire. Hoy, contra el Rayo, asistiremos a la primera prueba de laboratorio, al primer ensayo de malabarismo. No es raro que se haya llenado el Bernabéu.

Opción. Entre tanta curiosidad, ya hay quien sueña con un once sin descartes traumáticos. En ese caso, Isco ocuparía el puesto territorial de Modric y estrenaría la posición con la que especuló ayer su entrenador. James no se vería afectado y de Bale dependería la disposición en 4-4-2 o 4-3-3. El plan no parece probable, aunque el Rayo sería el mejor rival para intentar algo así.

El equipo de Paco Jémez contribuye decisivamente al interés del partido. De antemano se sabe que hoy el visitante del Bernabéu no se esconderá como otros ni renunciará como el Liverpool. Saldrá a ganar: primero el balón y, si se puede, el partido. Esa determinación casi suicida genera tantos sobresaltos como aficionados nuevos. Ancelotti está entre ellos. Al menos, hasta hoy.