Espanyol | Sergio González
“Quizá pequé de novato: rectificar es de sabios”
Sergio recibe a AS en su momento más flamante desde que se hizo cargo del Espanyol. Se palpa su felicidad, en un discurso transparente y autocrítico.
¿Esperaba hace solo tres semanas estar viviendo un parón tan tranquilo?
—Uno siempre espera que le salgan bien las cosas. Ya queríamos que el anterior parón fuera tranquilo, y el equipo no estaba entonces tan mal como decían los puntos, merecía más y jugaba mejor. Pero este parón sí lo reúne todo: un buen momento de los jugadores, de la afición, del club… Es una alegría gozar de este fin de semana de sosiego y poder disfrutar toda esta semana del fútbol para ya la próxima pensar en el Atlético de Madrid.
—¿Debe rebajar mucho la euforia a sus jugadores?
—Tengo la suerte de contar con una plantilla increíble. Son muy realistas, ya en las declaraciones públicas comentan que ni antes estábamos tan mal ni ahora tan bien. Se ha demostrado que somos un buen equipo, que solo faltaba reflejarlo con resultados que estamos consiguiendo. Y ahora lo que no podemos hacer es aflojar, más bien todo lo contrario: estamos obligados a mejorar.
—¿Cómo se consigue esa mejora? Es decir, ¿qué Espanyol podemos ver tras el parón?
—Solo podemos seguir trabajando, sobre todo después de ver a la afición en el partido ante la Real Sociedad. Fue un gustazo, quedaban 15 minutos y el campo se caía, nos llevaron en volandas y nos hicieron sacar esas fuerzas que a veces flaquean. El gol final fue el estallido para todos, para jugadores supuso el acabose. En cuanto a las mejoras, se trata de dar más alternativas a nivel ofensivo, de tener un poco más el balón: esos dos segundos que te hacen levantar la cabeza y escoger una buena opción de pase, los tres o cuatro metros que puedes conducir sin pegarle hacia arriba precipitadamente, que venga el punta a recibir más cómodo, que el lateral se empiece a desdoblar… A través de los puntos hemos recogido esa confianza y seguridad para ahora desplegar poco a poco lo que también sabemos hacer.
—Si se consigue, cumpliría usted la promesa de su presentación de un Espanyol que gane, guste y ofrezca espectáculo.
—Ojalá lo acabemos cumpliendo. Uno es lo que busca y lo que quiere. Al principio, quizá fue pecado de novato intentar inculcar muchos conceptos de golpe, ahí pude pecar de inexperiencia. En lugar de meter diez conceptos una semana es mejor ir dosificando: dos una semana, otros dos la siguiente… Pero rectificar es de sabios. Nos hemos dado cuenta todos. Los jugadores han sido los primeros que han dado un pasito adelante para que sea posible esta reacción. Lo hablamos entre todos, vieron que ésta era una vía muy buena para hacerlo, recogimos el guante y estamos encantados de ser protagonistas con ellos. Está claro que los principales valedores de todo esto, quienes hacen bueno el sistema, el pasito atrás, son los jugadores. Sin ellos no seríamos nada, y ahora se han encontrado más cómodos. Incluso han empezado a sacar el fútbol que nosotros proponíamos muy al principio, pero que necesitaba una dosis de confianza para funcionar.
—¿Propusieron los jugadores el “pasito atrás”?
—Fue un poquito de todos. Tras el partido en Valencia dialogamos mucho: con los capitanes, con todos. Lo que estábamos haciendo bien lo matizamos y moldeamos, y con lo que estábamos haciendo menos bien, que era lo defensivo, dimos un golpe en la mesa. Convenimos que teníamos que dar un pasito atrás en lo ofensivo para potenciar lo defensivo, y el equipo ha reflejado esa idea a la perfección en el campo.
—¿Traicionó sus ideales?
—No es traicionar, sino dejarlos un poco al lado o posponerlos. No es que no vayan a aparecer nunca más, pues están ahí, pero no puedes meter todo de golpe y en eso quizá no estuvimos acertados. Nos dimos cuenta a tiempo y lo importante es que los jugadores nos hicieron partícipes. Pero está claro que no puedes jugar solo defendiendo, así que poco a poco el Espanyol debe mejorar y ojalá podamos conseguirlo.
—Existe un once tipo, pero también jugadores sin minutos, como Lanza o Clerc. ¿Cómo gestionará eso?
—Es la situación menos bonita del fútbol, los que entran menos en la rueda en una plantilla de 24 o 25. Ellos están entrenándose genial, estoy contento, pero no están teniendo la oportunidad y solo el tiempo dirá si la pueden tener. En mi mente siempre están. Siempre tienes un equipo más base, que no tocas mucho si las cosas van bien. A principio de temporada hablé con cada uno individualmente y les expliqué en qué situación se encontraban dentro de la plantilla. A partir de ahí, el plazo acabó, y si siguen con nosotros, son uno más. No pretendo que nadie me pueda reprochar nada, cada cual toma sus decisiones. Algunos lo tienen más difícil que otros, pero eso es el fútbol.
—¿Y Álex Fernández?
—Hablé con él. En la pretemporada no se estaba entrenando al nivel que debiera. Su intensidad no era la adecuada y se lo dijimos. Le costó entrar en la dinámica de competir en los entrenamientos para ganarse su sitio en el once, y lo sabe. Pero es cierto que el Álex Fernández de las últimas tres semanas de entrenamiento es distinto al que empezó la pretemporada y la Liga, lo que pasa es que ha coincidido con un momento en que el resto también están a un altísimo nivel. Ahora tiene que seguir trabajando con las mismas ganas y esperar que algún compañero baje los brazos para recuperar el sitio. Como ha empezado más tarde, ahora le espera su oportunidad.
—Caso diametralmente opuesto es el de Cañas…
—Para mí, esa posición en Primera es muy importante: no es quien mete goles, ni el que más defiende, pero el pivote defensivo da un equilibrio básico. Lo teníamos en la figura de David López, se fue y Cañas nos ha llegado como agua bendita. Es contrastado, da equilibrio y fútbol, ese aplomo necesario en el medio del campo. Su fichaje ha sido un acierto total.
—No se puede ni resfriar…
—Tenemos alternativas, para jugar de otra forma, con otro sistema táctico, pero en el 4-4-2 es la posición con menos efectivos y Cañas parte como referente. Sin él tendríamos que hacer muchos retoques, así que mejor vamos a pensar que no se va a resfriar. (sonríe)
—¿Esperaba el rendimiento superlativo de Sergio García, mejor que el año pasado?
—No me sorprende, porque tener a Sergio aquí es un lujo. Le conozco hace muchos años, fuimos compañeros en la selección catalana y queríamos como mínimo sacarle el mismo rendimiento del año pasado. Nos está ayudando muchísimo tanto en el campo como a nivel de vestuario, es un referente y un jugador muy importante, él lo sabe. Ojalá podamos seguir disfrutando de su nivel actual.
—¿Y Caicedo? ¿Cuándo estará al máximo nivel?
—Vino con muchas ganas y fuerza, estaba a un nivel óptimo para competir, pero tuvo la lesión de la fascia, que es dura y más en un hombre de su corpulencia. Quiso jugar antes de tiempo, no estaba bien curado, y el proceso dio un paso atrás. Tuvimos que frenarle. Él poco a poco va a coger su nivel, ahora está haciendo sesiones extra, y cuando lo logre, tenemos muchas esperanzas depositadas en él. De todos modos, si está jugando es porque cumple los mínimos físicos, pero está en un 60 o 70 por ciento, aunque el último día ya dejó pinceladas del Felipe que queremos.
—Mientras no esté al cien por cien, ¡menudo es Stuani!
—Es un lujo tener una delantera con Sergio García, Caicedo y Stuani: son los tres internacionales, dos mundialistas… Son gente top, es una alegría, es una bendita locura tener que decidir entre ellos. Cristhian es un profesional íntegro, nos da muchísimo en el juego aéreo, compite como un loco y hace que el resto deban estar muy atentos para jugar. Tiene toda la confianza. Si merece jugar de inicio, va a hacerlo. Su arranque goleador es espectacular y, sea de titular o desde el banquillo, ojalá prosiga esa racha.
—¿Ha acusado como entrenador esa bipolaridad perica?
—(Ríe) Perdimos en Almería jugando una hora con diez, perdimos contra el Sevilla pero competimos bien, luego en Valencia no consigues ganar y parece que algo está pasando. Lo importante es saber manejar los extremos. Por suerte, mi familia y mi chica me dan mucha estabilidad, y también tienes esa experiencia que te hace estar ni muy alegre en las victorias ni muy triste en las derrotas. Era prematuro sacar conclusiones en tres jornadas, se necesitan al menos ocho o diez. Parecía que como no tenía experiencia, había que sembrar más dudas. Lo hemos reconducido, pero esto es solo el principio.
—¿Con la afición llegó a notar también esas dudas?
—No, porque las muestras de cariño son continuas en la calle. Ya lo eran de jugador, como cuando metí un gol con el Depor y me aplaudieron… ¡Me tuve que mirar qué camiseta llevaba! (Ríe) Esto ha sido una muestra más. A la gente se lo tengo que agradecer todo, su confianza ilimitada. Ojalá podamos devolverles tanto cariño con buenos partidos y resultados.
—¿Ha superado ya esa fase en que no se creía que fuera entrenador del Espanyol?
—Sí, eso ya ha pasado. Al principio es verdad que daba reparo, sobre todo con jugadores que habían sido compañeros tuyos. En las charlas igual les miraba más a ellos, porque me daba más tranquilidad al conocerlos, aunque sudaba más de la cuenta. En esa faceta estamos mejorando, pero la ilusión está intacta. Cuando entro en la Ciudad Deportiva y me meto en el párking es cuando me doy cuenta del cargo, y cuando entro al vestuario y veo al magnífico cuerpo técnico me entra una adrenalina y responsabilidad positiva que es inexplicable.
—¿Nota más ahora las manías de los jugadores?
—Hay situaciones muy parecidas: el que le gusta salir el último, al que tienes que llamar diez veces, el que necesita ir al aseo a peinarse, el que se pone la espinillera cuando vas a iniciar la charla… Te hacen gracia, pues las has vivido o protagonizado, aunque como entrenador debes mejorarlas.
—Ya han debutado Jordan, Jairo y Eric. ¿Pueden hacerlo más canteranos o tendrán más continuidad ellos tres?
—No lo tenemos planteado. Eric y Joan son más del primer equipo que del filial, aunque la posición de central está más disponible ahora. Jairo y Rubén (Duarte) también han estado con nosotros, si bien sus demarcaciones están más saturadas. Nuestra idea es ir contando con la gente de casa sin prisa pero sin pausa. Los canteranos tienen en el banquillo el ejemplo de alguien que salió de casa, e igual que en su momento apostaron por mí, yo debo hacer lo mismo. Siempre que sean válidos, no es apostar por apostar. Tenemos un filial muy válido, potente, un entrenador muy bueno y van a gozar de un año muy bonito. Ojalá podamos aprovecharnos.
—¿No llegará a hacer debutar a 23, como Pochettino?
—Cada uno es diferente. Pochettino hizo aquí una labor muy buena durante años, aunque la última temporada pasaron cosas del fútbol. Salvó a un equipo en una situación dificilísima y luego lo mantuvo a buen nivel. Nuestra idea es estar pendientes en todo momento de la cantera. Se entrenan a diez metros y les seguimos, ojalá derrumben la puerta para que no nos dejen otra opción que dejarles pasar.
—¿Hay fecha para el regreso de Héctor Moreno?
—Me han comentado los doctores que la evolución va mucho más adelantado de lo que se preveía al principio. Está haciendo un trabajo impresionante, y el trabajo del fisio también es espectacular. Es meritorio que se anticipe tanto, pero no se puede dar una fecha exacta.
—Pasamos del sufrimiento a la tranquilidad. ¿Se puede aspirar a algo bonito?
—No puedo pensar qué va a pasar en la décima jornada si aún no hemos jugado las anteriores. Lo que debemos procurar es que los dientes de sierra del fútbol sean cortos, no largos ni afilados. Nuestra misión es mantener una línea. Y si eso nos lleva a hacer grandes cosas, mejor. Ahora mismo lo más importante son los tres puntos del Calderón, si se escapan nunca regresarán.