AS COLOR
Entrevista a Pepe Macía
Apodado el ‘Cañón de la Vila’, formó parte de la mítica delantera del Santos junto a Pelé. Habla para AS desde Brasil del pasado y presente.
José Macia (Santos, Brasil, 1935) fue apodado el ‘Cañón de la Vila’, en referencia al mítico estadio de Vila Belmiro donde jugó toda su carrera, formando parte de la histórica delantera de Pelé. Y eso a pesar de que, como él mismo cuenta en esta entrevista, no paraban de llegarle ofertas de España para venir a jugar: “Lo del Barcelona ya era fijación”. Hijo de gallegos emigrados a Brasil, recuerda como uno de los momentos cumbres de su carrera, a pesar de que su Santos ganó dos Copas Libertadores (el equivalente Sudamericano a la Copa de Europa), la visita que hicieron en 1959 al Bernabéu para participar en el homenaje a Miguel Muñoz (5-3), que se acababa de retirar como jugador.
—¿Cómo le va la vida?
—Muy bien, estoy casado desde hace 47 años con Doña Dela Serrano Macia, a la que adoro, tengo cuatro hijos y cinco nietos. Y tengo salud y un apartamento propio y un chalet en la Sierra donde voy mucho. ¡Quién podría quejarse!
—¿Ha dejado el fútbol por completo?
—Tengo 77 años, y como estoy aún lúcido, tranquilo y bien, si aparece alguna oportunidad para volver al fútbol, lo haría. Pero ya no como entrenador, sino como coordinador o director de fútbol. Un banquillo sería para mí una cámara de gas, una silla eléctrica (risas).
—¿Cómo era aquella delantera mítica del Santos en la que usted jugó?
—Dor val, Mengalvio, Coutinho, Pelé y yo… Fue la mejor delantera del Santos de todos los tiempos. Hacíamos más de cien goles por temporada con facilidad. Pelé era el principal artillero y yo el segundo. Coutinho entendió muy bien a Pelé en el campo. Y Dorval era un punta rapidísimo, que no triunfó más con Brasil porque estaba Garrincha. Y Mengalvio era el patrón del centro del campo al lado de Zito, que también era fantástico. Y ésa era la base de aquel equipo que ganó todos los títulos imaginables.
—¿Quién le llamó a usted el ‘Cañón de la Vila’?
—El profesor Julio Macei, que era nuestro preparador físico, un hombre muy científico. El consiguió de alguna manera medir la velocidad de mi chut, con una especie de máquina que había inventado a tal efecto. Di 122 Km/h en uno de mis golpeos.
—¿Cómo lo medía?
—Con unos artilugios de la época. Para que se haga una idea, Roberto Carlos chutaba, en algunos de sus disparos a 109 km/h.
— ¡Eran misiles!
—Una vez justo aquí (señala una parte del césped del mítico estadio de Vila Belmiro) pateé una falta ante el Sao Paulo y acerté a un jugador de la barrera en la cabeza. Estuvo 20 minutos inconsciente. Se llamaba Alfredo Ramos y aún está vivo, gracias a Dios. Luego le preguntaron: ¿Qué sintió? Y él dijo a los periodistas: “Sentir no sentí nada, sólo veía mariposas volando y pajaritos cantando” (risas). Mi fuerte era la velocidad en el desplazamiento y el chut, y en eso coincidían todos.
—¿Quién le enseñó a golpear el balón de esa manera como la hacía?
—Es un don que viene naturalmente. Pero mi gran profesor fue Jair de Rosa Pinto, que era el armador del juego del Santos antes que Mengalvio. Jugó en la selección de Brasil de los 50, que vivió el desastre en Maracaná. Él me enseñó a golpear con efecto y todo mejoró.
—¿Vio a alguien pegarle más fuerte que usted?
—Soy sincero si le digo que tan fuerte como yo no le pegó nadie. Pero había un excelente cobrador de faltas que fue Nelinho, lateral derecho del Cruzeiro. No le pegaba tan fuerte, pero sí con mucho efecto.
—Tiene usted un nombre muy español… José, Pepe.
—¡Toda mi familia viene de Ourense! Mi padre emigró a Brasil y abrió una mercería, y luego conoció a mi madre y se casó.
—¿Y usted, no pudo ir a jugar a España?
—A veces me quedo pensando que mi destino pudo ser muy diferente. Hoy estoy hablando con usted aquí tranquilamente y formo parte de una familia feliz. Pero mire, el Barcelona me quería todos los años.
—¿No me diga? ¿Y el Madrid no?
—¡Tenía a Gento!
—¿Por qué no fue entonces al Barcelona?
—Solía venir a hablar conmigo Samitier. También me quiso el Valencia, el Sevilla, el Zaragoza, el Deportivo… Muchos equipos españoles. Pero lo del Barça era fijación.
—¿Por qué tanta fijación en usted?
—Jugamos un partido allí ante el Barça y en el primer tiempo perdíamos 4-0. Veníamos de gira y estábamos súper cansados. ¡Nos habían metido cuatro andando! Pero en el segundo tiempo, buscamos fuerzas de no sé dónde, yo marqué dos goles y perdimos 4-3. Me hice muchas fotos con Suárez, que se parecía mucho a mí. Y en los periódicos empezaron a poner: ‘Aquí está el futuro ala izquierda del Barça’. Pero al final me eché para atrás.
—¿Cuál fue el mejor gol que marcó?
—En ese partido marqué uno de ellos, precisamente. Ramallets despejó un centro desde la derecha y yo, desde el límite del área, le pegué según me venía, sin dejarla caer, y le superé por alto. Ese pudo ser el más bonito, aunque marqué otros… En total, 405 oficiales con el Santos y 60 con la selección.
—Lleva bien las cuentas, por lo que veo…
—Tengo una libreta que es un tesoro. Una auténtica biblia del fútbol. He sido muy meticuloso en ese trabajo y en esa libreta están apuntados todos los partidos, oficiales y amistosos, y todos los goles que se han marcado en ellos. Hay 50 años de fútbol metidos ahí…
—¿Llegó a jugar usted en los Mundiales del 58 y 62?
—¡Tuve mala suerte! En el 58 me lesioné camino de Suecia, cuando hicimos una parada para jugar con el Inter un encuentro de preparación. Yo era titular, ganábamos 4-0 y choqué con el lateral derecho. Llegué a Suecia sin poder andar. En Chile sucedió algo parecido. Con el Santos, en cambio, fue bicampeón mundial dentro del campo.
—¿Cuántas veces jugó ante el Madrid?
—¡Una vez! El Madrid ganó 5-3. Gento jugó de espectáculo, y Mateos. Nuestro lateral Tulio no podía con Gento. Hubo mucha risa con aquello. Yo marqué un gol de penalti. Pelé y Coutinho los otros. En el Madrid, Puskas dos, Gento, Mateos, y creo que Di Stéfano.
—¿Habló con alguien del Real Madrid entonces, antes o después de aquel encuentro?
—No, no… Recuerdo que me marcó un jugador llamado Marquitos. No era violento, pero sí muy seguro.
—¿Qué más recuerda de aquel partido?
—Sobre todo, la inmensidad del estadio y el ambiente. ¡Me tiraron una botella y me dio en la cabeza! Cómo me picaba... El que la tiró llevaba una camiseta roja, nada habitual en aquella época, y la gente que estaba al lado empezó a señalarlo. Y se lo llevaron rápidamente, porque su camiseta roja resaltaba mucho entre el resto del público.
—¿Fue mejor su delantera o la del Madrid?
—Es difícil comparar… El Madrid ganó todo lo imaginable en Europa y nosotros aquí. La pena es que no nos cruzamos.
—¿Sigue siendo amigo de los integrantes de su delantera?
—Bueno, a Pelé es muy difícil poder verle. Está a otro nivel (risas). De todas formas, los otros cuatro tuvimos más relación. Yo tenía un apartamento en Santos y vivía allí. Los otros se hospedaban en la pensión de Giorgina, donde el Santos solía meter a sus jugadores. Allí, en el ‘Canal 5’ (la ciudad de Santos se divide en función de los ocho canales que la recorren).
—¿Se comparaba mucho entonces a Pelé y Di Stéfano?
—Mucho, pero eran dos estilos diferentes. Di Stéfano era el patrón del Madrid y, a pesar de eso, hacía muchos goles. Pelé no, era sólo artillero.
—¿Quién fue el mejor para usted?
—Mire, era un extraterrestre del fútbol. Incluso, el último año que jugó, le vi hacer cosas que nunca le había visto hacer antes. Se reinventaba.
—¿Qué es lo más espectacular que le vio hacer?
—¡Ocho goles a Botafogo en un 11-0! Fue increíble. Yo tuve la fortuna de hacer un gol olímpico en aquel partido. ¡Y nadie habló de él porque Pelé hizo ocho! (risas).
—¿Está el fútbol brasileño en crisis?
—Sucede que el futbolista brasileño se va siempre al exterior. Creo que el público no siente ahora aquella pasión de antes al verlos, porque no se identifica tanto con ellos. En cuanto a los jugadores, sigue habiendo mucha calidad.
—¿Se refiere a Neymar?
—Yo lo he seguido desde pequeñito. Todos los partidos. Siempre fue el mejor en todas la categorías. Ahora es el jugador principal del fútbol brasileño. Tiene un potencial muy grande. Trabaja muy bien en el lado izquierdo. Si en el futuro fuera contratado por el Madrid o el Barça, se convertirá en el mejor jugador de España. En Italia tendría demasiado marcaje.
—¿No puede ser un caso Robinho?
—Robinho fue muy bueno en el Santos, pero Neymar tiene un reper torio de jugadas más amplio que Robinho. Ya me parece mejor jugador que Robinho ahora a sus 20 años, más completo. Está preparado para ir a Europa. Va a llegar al nivel de Messi y Cristiano.
—¿Cómo describiría su juego?
—Rinde más en la izquierda, pero yo creo que hay que aprovecharlo lo más próximo al área rival porque es un definidor increíble. Tiene un gran disparo. Cuando está en la media luna con la pelota dominada, seguramente va a hacer gol.
—¿Tiene problemas de carácter?
—Su temperamento siempre fue así. Es difícil prever si va a mudar, pero creo que jugando en un super equipo como el Madrid él se tendrá que tranquilizar disciplinariamente porque si no, no tendrá una vida larga en ese equipo.
—¿Usted entrenó a Guardiola en Catar, no?
—Sí, estoy muy orgulloso de eso. Era siempre el mejor del equipo.
—¿Ya vio entonces en Guardiola a un gran entrenador?
—Siempre se interesaba mucho por el sistema. Hablábamos siempre de tácticas, y él acomodaba su juego al dibujo. Era un equipo que no pasaba del cuarto o quinto lugar, y con Guardiola ganó la Liga. Preguntaba mucho del pasado, cómo jugaba el Brasil del 70, quién era Falcao.
—¿Le gusta más que Mourinho?
—Bueno, dejémoslo en que, simplemente, por lo que hemos vivido, tengo mucha afinidad personal con Guardiola. Tanto él como Mourinho nos ofrecieron, en España, una de las ligas más apasionantes de la historia en España de las que yo recuerdo.
Así concluyó la cita con un jugador tan grande como José Macia. Rememorando viejos tiempos.