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VILLARREAL 0-1 FC BARCELONA

Así es Sandro, el goleador de los meniscos reparados

A Sandro Ramírez (Gran Canaria, 9-7-1995) el menisco externo de la rodilla derecha le falló en 2012. Se fracturó y tuvo que pasar por el quirófano. Ahora vive su momento.

Sandro, en el partido ante el Villarreal.
Manuel Queimadelos AlonsoGetty Images

Llegó al Barça siendo en la etapa formativa de cadete, después de jugar con la selección canaria un torneo de la categoría por tierras catalanas. Acostumbrado a golear Sandro Ramírez (Gran Canaria, 9-7-1995) con la amarilla de la UD Las Palmas, al delantero no le asustó instalarse en La Masía para comenzar a rendir de azulgrana. Tras recibir varios informes rubricados por Jordi Gris, ojeador del Barça en Las Palmas, en el Barça deciden darle la oportunidad de mostrar su calidad y comienza a golear con su nueva camiseta. El rendimiento es tal y su capacidad innata tan elevada, que los responsables del fútbol base se congratulan por la inversión, considerando que el acierto con Sandro es absoluto.

Pero como en toda historia romántica, hay momentos duros. Y Sandro los padeció por partida doble. En 2012, el menisco externo de la rodilla derecha le falló. Se fracturó y tuvo que pasar por el quirófano. Los que estuvieron cerca de él consideraron entonces que “el haber pasado por esto le habrá hecho madurar un poco más”. No esperaban lo que sucedería más adelante: una vez reparada esa dolencia, al canario le fallaría la misma pieza, pero esta vez de la pierna izquierda.

Los que para otros hubiese sido un drama, para Sandro fue otra prueba a superar. Y no falló. Se armó de paciencia y amor propio y volvió a subir escalones, los que debían llevarle a la gloria. La llegada de Luis Enrique le abrió las puertas de ejercitarse con los profesionales. Y desde el 19 de julio, día en el que el equipo disputó el primer partido de pretemporada en Huelva (0-1) hasta hoy, Sandro y Munir fueron los únicos supervivientes.

Dejar las Islas, llegar a Barcelona, romperse los meniscos externos de las dos rodillas y llorar al hombro de David Villa fueron algunas de las cosas por las que tuvo que pasar Sandro hasta golear en Primera. Tuvo premio tanto sacrificio. ¿Valió la pena? Sin duda. Recibir el pase de Messi costó muchos peajes, pero sólo por volver a casa con los tres puntos en El Madrigal las viejas dolencias se recuerdan con una sonrisa.