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BETIS 1 - FIORENTINA 2

La Fiorentina se pasea ante un Betis desdibujado

Joaquín recibió la ovación de un Villamarín que pitó al equipo y a la directiva. Marcaron Vargas y El Hadji Babacar, y Matilla para los béticos.

Joaquín fue aplaudido por el Villamarín.

Las ilusiones iniciales se evaporaron en cinco minutos. El Betis fue un invitado especial en una fiesta en la que desapareció cuando debía ser protagonista. La Fiorentina sintió la debilidad enemiga y decidió que, incluso andando, podía hacer un estropicio en el Villamarín. Las gradas dudaron, pitaron y lloraron. Poco duró la esperanza de ver un equipo con armas renovadas. Caminar hacia la quinta derrota veraniega parecía una historia cantada cuando Vargas, que se paseaba por el área sin vigilancia, anotó el primero de los italianos. Primeros pitos. Primeros atisbos de la escasa fiabilidad de un equipo sin intensidad ni ritmo.

Las primeras sonrisas las despertó Joaquín. Sus filigranas desbordaron al Betis. Jordi Figueras prefería no acudir y en un error del central llegó el segundo tanto de la Fiorentina. Babacar batía a Adán y ponía la película al límite de un dramático cierre. "Directiva, dimisión", cantaba una grada que comenzó a condenar al club a sabiendas que éste elegía las piezas que caminaban por el terreno de juego.

El segundo tiempo varió intensidades. La Fiorentina dio continuidad a su paseo por Heliópolis y el Betis decidió añadir presión a su inexistente juego. Con ello logró cierto poder de llegada y en una de ellas Matilla supo batir al portero rival con un buen disparo tras una brillante acción de Rubén Castro. El canario, intermitente, dejaba las únicas pinceladas de talento cuando intervenía en el juego de su equipo. Los cambios de Velázquez variaron situaciones. Perquis sufre menos como central y Jordi se llevó el castigo del cambio. Nono y Matilla apuestan por la papeleta de tomar el mando del balón pese a que no logren una dinámica creativa. El cuadro verdiblanco ganó solidez y su intensidad, por momentos, contentó a una grada que sólo vibró cuando se marchó Joaquín. Se llevó la mayor ovación de la noche. Y generó la ilusión de un futuro verdiblanco que parece demasiado lejano como para consolar un presente lleno de tormentos.

El colombiano Cuadrado entró en escena. También lo hizo Mario Gómez. Demasiados nombres para soñar en una batalla sin igualdades. Rennella dejó detalles que amenazan el trono de Jorge Molina y Chuli se perdió en desmarques sin destinos. Pero el Betis mejoró su gris versión cuando situó a tres hombres en la medular. Aún insuficiente.

Velázquez volverá a analizar qué tiene y qué falta. Poco de lo primero y mucho de lo segundo. Y Álvaro Cejudo no basta para reinventar demasiados caminos sin salida.