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Sporting | Antonio Veiga

“Los topes salariales han igualado la Segunda División”

Ha cumplido un año como presidente del Sporting con la amargura de no haber vuelto a Primera. Ahora tiene en manos de Abelardo un proyecto con la cantera de Mareo como eje.

“Los topes salariales han igualado la Segunda División”

—¿Recuerda la primera vez que fue al Molinón a ver al Sporting?

—No recuerdo el rival, pero recuerdo lo que me pasó. Yo había hecho la Primera Comunión y mi madre me había regalado un abrigo; estaba con mi padre en la tribuna detrás de la portería del Piles y un señor con el puro me quemó el abrigo. Tenía ocho años. Creo que me llevaron alguna otra vez antes pero me quedó grabado ese momento.

—¿Qué le ha quedado en la mente de aquellos primeros años viendo fútbol?

—Me pone nostálgico recordar lo que teníamos que hacer los que vivíamos, como yo, en Pumarabule para ir a ver los partidos de fútbol. Los partidos eran a las cuatro y, para llegar a tiempo, teníamos que coger el tren a las diez de la mañana. Todo eso me dejó huella; cómo por amor a un club llegabas a pasar vicisitudes que otros no pasaron por tener el estadio más cerca. Recuerdo a paisanos del pueblo con un sentimiento sportinguista distinto. En pleno invierno, venir a Gijón al fútbol desde lejos y en aquéllas condiciones tenía mérito.

—¿Quién fue su GRAN ídolo de aquella época, si es que lo tuvo?

—Como la mayoría en el Sporting, yo siempre fui ‘Quinista’. Del resto de jugadores, nadie me llamó tanto la atención como Quini. Tenía un gran carisma, que ya transmitía con su juego en el campo, y aquéllos goles me encandilaron como a todos.

—¿Soñó algún día ser presidente del Sporting?

—Jamás. Los acontecimientos me han traído hasta la presidencia del Sporting. Lo he sido porque Don Manuel (Vega-Arango) me pidió que siguiera cuando él dimitió. Me hubiese marchado con él. Para mí es un orgullo muy grande ser presidente del Sporting.

—¿Ni siquiera era su aspiración cuando apareció como un ‘Llanero solitario’ en 1992 intentando representar al pequeño accionariado?

—Nunca. En mi oficina cogía acciones representadas, pero contra los constructores sabía que no tenía nada que hacer. Al final ellos llevaron la mayoría del accionariado y yo tampoco alcancé la representación suficiente para entrar en el consejo.

—Y en 2002 entró como vicepresidente, al lado del que fuera presidente en la mejor época de la entidad. ¿Cómo ha sido su relación con Vega-Arango?

—Todos los conocimientos y amistades que tengo en el fútbol se los debo a Don Manuel Vega-Arango. Es un personaje con un carisma especial. Cuando era presidente y llegaba a los sitios firmaba autógrafos y posaba para fotos como Quini o cualquier futbolista. Siempre ha tenido un gran cartel en el fútbol español, donde todavía está como directivo de la Federación Española. Tuvo una salida complicada porque no aguantaba más en el palco. Con buen criterio y con su historial, dijo: ‘Hasta aquí llegué y me marcho yo’.

—¿Le debe algo el Sporting a Vega-Arango?

—Es un hombre que en la mejor época del club estaba muy bien económicamente y ayudó muchas veces al Sporting. Fue siempre un hombre espléndido. Me dio la sensación que todos los que vivieron aquellos grandes momentos le dieron la espalda. Me refiero a compañeros de directiva. Siempre se ha lamentado de haber hecho muchos favores y que nunca le hayan sido reconocidos al menos. Me ha contado multitud de anécdotas de todos aquellos años. He aprendido mucho con él.

—¿Es mucho soñar con volver a ver a un Sporting de nuevo en Europa, como aquel de finales de los 70, principios de los 80?

—Llegar a los mismos logros es muy poco probable. En aquel momento estaba mucho más nivelado el fútbol y la tele brillaba por su ausencia. Ahora, con estas diferencias económicas, es imposible. El Sporting, por instalaciones, abonados, por su afición, por su historia, porque es un equipo querido en todos los sitios, podrá volver a jugar en Europa algún día, pero será algo coyuntural. Es terrible la diferencia que existe entre los clubes por el reparto de los derechos de televisión.

—¿Cómo ve el control presupuestario que ejerce la LFP sobre los clubes?

—Es bueno pensando en todos. Por ejemplo, ello ha provocado que la Segunda División se haya igualado con los topes salariales porque no hay mucha diferencia en el costo de las plantillas. No estoy de acuerdo con aquellos que dicen que la pasada fue una liga muy floja y que perdimos una gran oportunidad de subir. Seguro que hemos perdido una oportunidad, que alguna cosa no hicimos bien, pero habrá más oportunidades porque todo está más igualado. Sin ir más lejos, en Segunda todos cobramos lo mismo de las teles.

—¿Considera justo el actual reparto de los derechos de televisión?

—Se ha mejorado bastante en Primera División, pero todavía hay enormes diferencias. Creo que el Madrid y el Barcelona no están en mala predisposición para que sea más justo, porque tienen otros recursos espectaculares sin ser la televisión. En Segunda, sigue siendo muy poco el dinero que llega por este concepto.

—¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de su año como presidente?

—El mejor, sin duda, cuando me nombran presidente en el consejo de administración por todo lo que representa el Sporting para mí. No voy a ocultar que fue una satisfacción enorme. El peor fue el día que nos eliminó Las Palmas. Fue un golpe durísimo. Yo estaba convencido de que podíamos subir a Primera.

—¿Cómo está el Sporting ahora mismo?

—La deuda está algo por debajo de los 32 millones, de los que 10,7 corresponden a la concursal.

—¿Pero muchos no entienden por qué el Sporting deba tanto dinero cuando se dijo que el ascenso a Primera División casi acabaría con la deuda?

—Cuando se aprobó el concurso de acreedores se hizo un plan de viabilidad que decía que había que subir a Primera en cinco años, para poder hacer frente a los pagos, y pagar la deuda en tres-cuatro años estando ya en Primera, eso sí, sin poder hacer inversiones, sin poder hacer fichajes… Ocurrió que subimos en tres años, no en cinco, pero tuvimos que hacer inversiones, porque ahí están las obras de Mareo o El Molinón, todas necesarias, y de los fichajes sólo tenemos que enumerar los futbolistas que llegaron para la máxima categoría, por la lógica ambición de quedarnos en Primera. Además tuvimos que recuperar las marcas, porque teníamos que llamar al ayuntamiento para poder vender una camiseta, y tuvimos que recomprar los derechos de compra de Mareo, que eran de la empresa Gesai. Ahí está toda la deuda.

—Entonces, ¿cuál es el problema que tiene el Sporting ahora mismo?

—Como la mayoría de los clubes, tiene un problema de tesorería. Hemos llegado a la orilla del río y a partir de ahora tenemos que generar dinero porque tenemos que seguir pagando deuda. ¿Cómo podemos generar dinero? Traspasando. ¿Cómo no debemos generarlo? Pidiendo préstamos porque eso es endeudar al club mucho más; eso sería el último recurso.

—¿Qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal en los 12 años que lleva en el club?

—Creo que nadie debe olvidar que cogimos un club que estaba hecho una ruina y al borde de la desaparición, aguantamos el tirón de la administración concursal, con quien mantuvimos una magnífica relación, fichamos a Preciado y subimos a Primera División. ¿Y mal? A gusto de todos no se pueden hacer las cosas, pero está claro que nos equivocamos en algunas decisiones y no logramos mantener al equipo en Primera.

—¿Qué se puede hacer para que el Sporting tenga una mayor masa social?

—En la mejor época del club, con finales de Copa y partidos en la Copa de la UEFA, el tope de socios llegó a los 24.000. En la última etapa en Primera, nos acercamos a esa cifra, de la que no vamos a pasar nunca. Es el tope para una ciudad de casi 300.000 habitantes y en una región como Asturias, que no debemos olvidar que tiene la afición al fútbol dividida por la presencia del Oviedo.

—¿Qué entrenador fue el que más le ha sorprendido en el tiempo que lleva en el club?

—Quien más me impactó fue Javier Clemente. Con mucho. Nadie puede poner en duda la sabiduría futbolística de este hombre, pero es que además tenía un trato exquisito hacia toda la gente del club. Era muy cercano. Siempre estaba en contacto y siempre decía lo que fallaba y lo que no.

—¿Y Preciado?

—Preciado fue un entrenador que se ganó a pulso la calle, a la afición, tuvo la suerte de subir al Sporting a Primera y se encontró al final con un vestuario desmadrado. Creo que nos equivocamos las dos partes en prolongar demasiado la vinculación. Un entrenador no puede estar tanto tiempo en un club. No hay equipo español en el que se dé ese caso.

—¿Qué le puede dar Abelardo al Sporting?

—Tranquilidad. Le veo muy integrado, con las ideas claras, le veo que domina al personal y le veo con posibilidades de hacer buenas cosas en el club.

—¿Qué opina de las críticas al director general Alfredo García Amado?

—Nadie es imprescindible en un cargo, pero García Amado es un ejecutivo al que siempre hay que tener en cuenta. Yo nunca prescindiría de él. Es un hombre preparadísimo, que conoce el fútbol a la perfección y se maneja entre representantes y jugadores estupendamente. Hace una labor muy importante. Alfredo tiene mucho prestigio entre los ejecutivos del fútbol español.

—¿La apuesta de esta temporada por los jugadores de Mareo es por obligación, por la situación económica, o por convicción?

—Por convicción porque los técnicos ahora nos dicen que ya podemos tirar de Mareo porque hay cinco o seis futbolistas con una gran proyección. Esto es la primera vez que me pasa en el tiempo que llevo en la entidad. Antes no era así. La pregunta que se hacían cuando hablábamos de tirar de la cantera era: “¿Y a quién subimos al primer equipo?”.