El serial de portero costarricense
Keylor Navas (II): El tiempo fue dando la razón a Conejo
Tras una complicada salida de Costa Rica que terminó en los tribunales, Keylor por fin daba el salto a Europa. Desembarcó en el Albacete y luego en el Levante.
Su explosión en Costa Rica le catapultó a la fama, pero sin traspasar fronteras. Sus actuaciones con la selección sí que le ponían cada vez más y mejor en el escaparate mundial. Pero no fue hasta que Conejo convenció a su representante, Ricardo Cabañas, de traerlo a España cuando consiguió dar el salto definitivo a Europa. Insistía e insistía a los dirigentes manchegos de que no debían dejar escapar a un tal Keylor Navas que se salía en el Saprissa. Pero sus intentos eran en vano. Desolado y frustrado en su empeño, casualidades de la vida, coincidió en Albacete con Cabañas y a éste sí le convenció. El agente puso rumbo a Costa Rica para ver en primera persona el producto. El primer nombre por el que viajó fue el de Heredia, pero no le gustó. A la segunda se encontró con Keylor y ahí no dudó. Fue al asumir Rafael Candel la presidencia del Albacete cuando Cabañas, amigo personal de éste, le advirtió de que tenía un diamante en bruto y que había que apostar por él.
Tampoco fue fácil. Hubo un hecho determinante. Costa Rica, que no se clasificó para el Mundial de Sudáfrica en 2010, viajó a Europa para hacer de sparring de algunas de las selecciones que sí acudían a la cita. Una de ellas fue Francia. Y Cabañas invitó a Candel a ese partido para que pudiera conocer a Keylor en directo. Caprichos del destino (o no) Navas hizo un partidazo de los suyos, lo que terminó de abrir los ojos al presidente manchego, que acabó de convencerse para ficharlo. Ese verano, Keylor firmaba por el Albacete tras un correoso litigio con el Saprissa que terminó en los tribunales por una triquiñuela que intentaba el club tico al tenerle firmado al meta dos temporadas y un mes. Algo que legalmente quedó invalidado por la FIFA ya que los contratos han de ser por campañas completas (Art. 6). Finiquitado el trámite, quedaba ver cómo respondía en el Belmonte.
Empezó a llamar la atención con sus rezos de rodillas bajo los palos antes de los encuentros. Una imagen que recogían todas las televisiones del país. Pero poco a poco fueron ganando sus estiradas a sus genuflexiones prepartido y, aunque no consiguió evitar el descenso a Segunda B del Albacete, despertó el interés de muchos clubes. Entre ellos el Levante, que fue quien se lo llevó. Primero en forma de cesión y en la que, aún sin tener apenas minutos a la sombra de Gustavo Munúa, convencería de tal manera a los técnicos que se lanzaron a por su fichaje el siguiente verano para que le peleara al charrúa la portería en la primera participación europea del club granota. JIM otorgó a Keylor el ‘honor’ de ser el portero de la Europa League y fue entonces cuando la afición levantinista (y cualquiera que tuviera ocasión de ver aquellos partidos) se dio cuenta de su valía y potencial. La eliminación europea le devolvió al banquillo… pero por poco tiempo. El desagradable ‘caso Barkero’ en el que Munúa se vio salpicado junto a otros compañeros por un presunto amaño en aquel famoso Levante-Deportivo y los desaires del portero uruguayo más por la labor de volver a su país (forzó, sin éxito, su salida en el mercado invernal y terminó no renovando en junio), provocaron la vuelta de Navas al arco. Acabó el tramo final liguero de titular y casi repitiendo la gesta de jugar en Europa. En la última jornada necesitaban una carambola que no se dio. No pudo ser. Pero su despegue definitivo estaba por llegar...