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El serial del centrocampista alemán

Toni Kroos (I): De niño era tan superior que jugaba descalzo

Nació en Greifswald, pero pronto sus padres se percataron de que tanto él como su hermano Felix habían nacido para el fútbol y se trasladaron a Rostock, la ciudad del Hansa.

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Toni Kroos (I): De niño era tan superior que jugaba descalzo
AStv

El Kaiser sabe de su materia. De sobra. Cuando Franz Beckenbauer dice que un jugador tiene calidad, suele acertar. Con Toni Kroos no fue diferente. El bicampeón del mundo, una vez como jugador de la Mannschaft (1974) y otra como entrenador (1990), vio al ahora madridista por primera vez en el Mundial Sub-17 que se disputó en Shanghai. El Kaiser visitó el torneo con su amigo Gerd Müller y le dijo: “Al número diez tienes que echarle un ojo. Será un grande, ya verás”. Hoy Kroos no sólo es un grande, es un campeón del mundo.

Su historia empezó en la pequeña localidad de Greifswald. Fue allí, en la ciudad de 55.000 habitantes cerca del mar Báltico, donde el pequeño Toni Kroos nació el 4 de enero de 1990. Su madre Birgit, campeona de bádminton en la República Federal de Alemania, y su padre Roland, entrenador de fútbol, pronto se dieron cuenta de que a Toni y a su hermano pequeño Felix les sobraba el talento con el balón en los pies y decidieron mudarse a Rostock, ciudad del Hansa, conjunto local que milita en Tercera División.

Escuela. Roland empezó como entrenador en las categorías inferiores del club y los hermanos Kroos se incorporaron a los Infantiles del Hansa, donde empezaron a destacar y a convertirse en dos jóvenes promesas del fútbol germano. Pero la vida de Toni no se desarrolló exclusivamente sobre el césped. Birgit y Roland Kroos no paraban de recordarles que una buena formación escolar es igual de esencial que destacar en el fútbol. Eso sí, a Toni no se le recordará en la escuela báltica de Rostock por sus notas. Siglinde Heimann, su profesora durante tres años, lo recuerda por la cantidad de veces que le liberó de clase debido a los numerosos torneos a los que Toni viajó con el Hansa. “Todos los días me venía con algo nuevo”, recuerda. “Pero al ver que sus notas estaban más o menos en orden, lo aceptamos. Siempre hacía lo necesario para pasar. Sabía perfectamente lo que quería. Su pasión era el fútbol y ansiaba llegar a lo más alto”.

“Era un flojo, sobre todo haciendo los deberes”, confiesa su madre Birgit. “Aún así siempre quería terminar la escuela con un diploma en condiciones”. Daniel Pabel, compañero de clase de Toni, añade: “Casi nunca hacía sus deberes, era un estudiante más bien vago. Nunca consideró importante aprobar con sobresaliente”. Eso sí, la profesora Heimann sabía que su virtud más importante, que al final también le llevo a destacar en el fútbol, era otra: “Siempre fue un chico humilde, que mantenía los pies sobre la tierra. Nunca fanfarroneaba con el fútbol, era agradable y simpático”.

En Educación Física cambiaba la cosa. No había quién lo parara. Para que los partidos de fútbol no fueran injustos, su clase le obligaba a jugar descalzo. Eso sí, muchas veces no podía participar en los partidillos porque o bien estaba de torneo con el Hansa, o bien entrenándose con su padre en la Ciudad Deportiva. Pero la única vez que toda la escuela no se lo pensó y liberó a Toni de inmediato fue el día que, siendo juvenil, viajó a Múnich para someterse al reconocimiento médico. “El pobre estaba cansadísimo cuando me llamó. Le dije que no había problema, que estaba excusado”, rememora Heimann. Pocos días después, los padres de Kroos firmaron su primer contrato como profesional con el Bayern. Toni no podía rubricarlo porque no era mayor de edad...

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