Un vecino lejano pero molesto

Brasil puede dejar virtualmente visto para sentencia su pase a los octavos de final del Mundial si hoy derrota a México, pero nadie en el país organizador quiere echar aún las campanas al vuelo. México es un vecino lejano pero molesto, que siempre que se enfrenta a Brasil vende cara su piel. Los mexicanos siempre han puesto en dificultades a los pentacampeones y tras lo que se pudo ver en la primera jornada del Grupo A, los anfitriones hacen bien en no confiarse.

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Ambos equipos tienen previsto mantener el once inicial del primer partido a expensas, en el caso de Brasil, de que Hulk esté disponible. El atacante del Zenit, que se tuvo que retirar del entrenamiento del domingo a causa de un pinchazo, no se ejercitó ayer con el resto de sus compañeros. De hecho, ni se desplazó al Estadio Castelao porque los médicos le aconsejaron quedarse en el hotel para recibir una sesión de fisioterapia. Por la mañana se desplazó al hospital Sao Carlo para someterse a una resonancia magnética, que según informó la CBF no detectó ninguna lesión. Durante el día de hoy, antes del partido, se tomará la decisión definitiva. En el caso de que no pueda jugar, Ramires parece partir con ventaja respecto a Bernard o Fernandinho. Es decir, que Scolari optaría por el más currante en detrimento de los más fantasiosos. Nada nuevo bajo el sol.

Confianza. Por su parte, los mexicanos llegan confiados en su juego, que fue excelente ante los cameruneses, y apoyados por una legión de seguidores que rivalizará de tú a tú con la torcida. México es el país que más aficionados ha desplazado al Mundial, seguido por Colombia. La suerte para Brasil es que el partido se jugará en Fortaleza, plaza fanática de la verde amarelha. Para entendernos, Fortaleza sería algo así como la Sevilla de Brasil. Fue en este estadio en la pasada Copa Confederaciones cuando por vez primera el público siguió cantando a capella el himno nacional a pesar de que la versión reducida que emite la FIFA por los altavoces del campo había ya concluido. A partir de entonces, se popularizó el canto y se repitió en todos los estadios donde juega Brasil. Ayer, Thiago Silva volvió a pedir al público que “canten el himno nacional con nosotros. Eso nos motiva mucho”.