Belo Horizonte, en Minas Gerais, es la sede escogida por Chile para concentrarse durante el Mundial. La ciudad deportiva del Cruzeiro abrió sus puertas a Sampaoli y sus muchachos, que como siempre son herméticos y apenas salen de su lugar de concentración. El técnico, fiel discípulo de Bielsa y por lo tanto poco amigo de la prensa, se está viendo obligado por la FIFA a abrir un cuarto de hora los entrenamientos y después hay conferencias de prensa.

Lo demás son largas horas de tedio y aburrimiento en la concentración, momentos en lo que aquello parece un búnker más que otra cosa. Por eso mismo Sampaoli improvisó una barbacoa en la tarde del martes para sus jugadores, que lo agradecieron de buena gana después de unos primeros días insulsos en el hotel. El aislamiento, sin embargo, es del agrado del seleccionador y sus colaboradores. Saben que con ello la presión es menor y que la mentalización para el debut ante Australia es la óptima. En este sentido, Vidal completó con normalidad dos entrenamiento y mejorar a marchas forzadas de su lesión.

Se da la circunstancia de que en Belo Horizonte también se encuentran concentradas Argentina y Uruguay, dos potencias que arrastran mucha gente, dos selecciones hispanoparlantes que están obligando a aprender castellano a comerciantes, taxistas y camareros. Teniendo a Messi y Luis Suárez como vecinos la atención la copan ellos. Y a Sampaoli le gusta. La atención para otros.