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Grupo B | Chile 2 - Irlanda del Norte 0

El espíritu de Arturo Vidal resucita al combinado chileno

Sampaoli hace reaparecer al Rey 28 días después de su operación de rodilla y resucita a su selección. Alexis Sánchez insiste en que su oficio es el de asistente.

El futbolista chileno Arturo Vidal (d) dustituye a Jorge Valdivia (i)  durante el amistoso ante Irlanda del Norte.
El futbolista chileno Arturo Vidal (d) dustituye a Jorge Valdivia (i) durante el amistoso ante Irlanda del Norte.EFE

El Cid Campeador. Fue asomar al campo Arturo Vidal, desafiar a la medicina y a sus conservadores cálculos, tocar dos balones apoyado en su recién operada rodilla, ponerse a rugir de repente el Elías Figueroa de Valparaíso y resucitar Chile. A los dos minutos, gol. A los cuatro, otro. Irlanda del Norte, que hasta entonces había resistido el empate sin mancharse los pantalones, dobló la rodilla de golpe. A La Roja, que se despedía de su país empequeñecida y rebajada, se le disparó la adrenalina. El fútbol y sus emociones, su lógica irreverente y anticientífica. No fue el juego lo que devolvió a un país y una selección a su estado máximo de fe, sino una simple tecla espiritual. El milagro Vidal puede denominarse.

Hasta ese minuto 77 en el que el Rey Arturo puso su zapato en tierra, el grupo de Sampaoli fue más bien un alma en pena. Sin rasguños defensivos, porque Irlanda del Norte no le exigió, pero igualmente sin heridas que provocar en el muro rival. Una sesión plana y plomiza, floja en agresividad, escasa de ingenio, lenta y nada profunda, del todo previsible. Una colección de centros a la olla que ponían a su adversario frente a su suerte favorita. Ni Valdivia (un jugador exquisito al que Simeone jamás pondría de titular, para entendernos) conseguía poner una idea encima de la mesa. Muchos suplentes en la alineación confirmando en su totalidad dicha condición. Chile no tiene plan B, eso quedó claro.

Y entonces Sampaoli decidió ir a ganar. Sobre la hora de juego empezó a desempolvar uno a uno titulares del banquillo: Aránguiz, Alexis, Vargas… Y al rato, el puñetazo encima de la mesa: Pinilla (otra vez la fórmula en desuso del nueve, nueve) y, nada por aquí, nada por allá, Vidal. Sobre el pasto 28 días después de su intervención quirúrgica en el menisco. Tan sólo unas horas después de que el doctor Cugat dejara escrito que hacerle reaparece antes de dos meses sería más que una temeridad. La insensatez. El milagro.

Vidal generó un alboroto emocional nada más saltar al campo y sus compañeros se despertaron con el ruido. Sobre todo, Alexis, que cosido a la media punta, volvió a empeñarse en gritar que es otra cosa a la que el Camp Nou se había creído. Un pasador exquisito, Laudrup, Iniesta, Koke, uno de ésos. Vargas, por arriba, y Pinilla, por abajo, dieron cuenta de lo que estamos hablando. Dos goles y despedida feliz.

Chile amenazó con viajar a Brasil deprimida, sin más consuelo que la buena actuación de Silva como central, o defensa libre a la vieja usanza, pero se marchó absolutamente encendido. Más chulo que un ocho. Con Alexis de galán, Vargas de puñal y Vidal de hombre milagro. España tiene rival.