Presidente de la Asociación de Internacionales
Fernando Giner: “Dos de cada vestuario acaban arruinados”
Fernando Giner es el presidente de la Asociación Española de Futbolistas Internacionales, la cual vela por el traumático día después de colgar las botas de los jugadores.
—Usted pertenece a una de las generaciones que Santi Giménez recoge en el libro “Cuando éramos los mejores (pero no ganábamos nunca)”.
—Es verdad. Así éramos. El otro día, en el Homenaje por el 50º aniversario de la Eurocopa del 64, le dije a Ángel María Villar: ¿Y ahora qué? ¿Otros 40 años sin hacer ningún homenaje? Porque hasta 2008 no volvió España a ganar nada.
—¿Y en qué quedaron?
—’Pues habrá que recordar algo, partidos sueltos’, le dije. Mira que España tuvo grandes selecciones. Yo formé parte de una mezcla de la Quinta del Buitre y el Dream Team. Casi nada. La primera vez que entré al vestuario estaban los Míchel, Butragueño, Bakero, Nadal... todos con sus Nike, Adidas, Reebok... y aparecí yo con mis Rasán negras de tacos de aluminio (marca de botas de Valencia). Míchel las miraba como alucinado...
—¿De recuerdos es de lo que vive la Asociación Española de Futbolistas Internacionales (Aedfi) que usted preside?
—Recuerdos tiene muchos, los de los más de 600 asociados que tenemos. Todos los que han sido y son internacionales por España. Aedfi nació en 1990 de la mano de gente como Di Stéfano, Lapetra, Calleja, Rivilla, Villar, Amancio, Abelardo, Fusté, Iribar o Zoco. Hace unos meses se produjo un cambio generacional en la Junta Directiva, que ahora formamos Hierro, Guerrero, Señor, Landáburu, Fusté, Pedraza y yo. Una medida ha sido quitar la sigla de ‘ex’ y modificar los estatutos para implicar a los actuales internacionales. Pero no es un foro para contar batallitas, ni mucho menos.
—¿Cuál es su cometido?
—Pues por ir al grano, ayudar a los futbolistas, en este caso a los que han sido internacionales que, tras dejar de jugar al fútbol, no les ha ido nada bien en la vida. A su vez también formar a los hoy futbolistas para prepararles para el mañana.
—¿Tan mal se pasa cuando uno cuelga las botas?
—De un día para otro dejas de salir en la tele, en los periódicos. Te dejan de llamar para ir a una cena, a una peña... Digamos que los dos primeros años no lo echas de menos, porque haces otras cosas que antes no podías hacer. Pero a partir del segundo año... todo eso lo echas de menos y muchos caen en depresión y muchísimos, en el despilfarro.
—Un informe sobre la Premier League indica que tres de cada cinco ex futbolistas que han militado en ella tienen problemas económicos a los cinco años de retirarse. ¿En España tienen estadísticas a este respecto?
—Sí. En Inglaterra las secuelas son peores. Es otra cultura. Pero aún así aquí dos futbolistas de cada vestuario van a terminar con el paso de los años arruinados.
—¿Dos de cada vestuario? A ver. Explíquele al lector que va o viene de trabajar cómo un futbolista bien remunerado puede acabar en la ruina.
—Yo entiendo que la gente se sorprenda. Todos pensamos que con dos o tres millones de euros viviríamos toda la vida. Nosotros los futbolistas también lo pensamos. Cuando me retiré pensé: “Lo que tengo, mi padre no lo gana en dos vidas”. Pero mi ritmo de vida tampoco era el de mi padre. Hay muchos factores. Una mala inversión, los caprichos, un divorcio... Mira, varios de los futbolistas que se han retirado en los últimos cinco o seis años estarán pidiéndonos ayuda a la asociación en diez años. ¿Por qué estoy tan seguro? Porque seguro que habrán invertido en propiedades y les habrá pillado la burbuja inmobiliaria de pleno. Es un proceso que se repite.
—¿El qué es un proceso?
—En los ocho primeros años tras retirarte no pasa nada, vives de rentas y mantienes el ritmo de antes. E inviertes en lo que está de moda. Hablo en líneas generales, con estadísticas, las que nosotros en la Aedifi manejamos. A los ocho años el ex futbolista empieza a percatarse de que la cuenta del banco va bajando. Por primera vez la mira con preocupación. A los diez años siente que necesita algún tipo de ingreso añadido... pero muchos no tienen ningún tipo de formación. Y a los quince años, a dos de cada vestuario no les queda nada.
—¿Lo de ponerse a trabajar en una fábrica u oficina no se contempla?
—Para un futbolista es jodido. Somos así. Esa es la verdad. No nos gusta trabajar. La única obligación que hemos tenido en nuestra vida anterior era la de entrenar. Y lo hacíamos para luego jugar al fútbol. Pero a un futbolista no lo sientas en una mesa de ocho a tres de la tarde. Y lo digo por experiencia.
—Pero no todos pueden llegar a ser entrenadores o directores deportivos...
—Ese es nuestro reto. Nuestra misión. No sólo debemos estar para ayudar a los que lo han perdido todo. Debemos hacerles entender a los futbolistas que necesitan una mínima formación. Abrirles la mente y decirles que hay un después. Estamos en conversaciones con Xavi e Iker para que nos ayuden, para implicarles como referentes que son, porque queremos entrar en los vestuarios de Primera y Segunda y decirle a los jugadores: “Mirados a las caras, porque dos de vosotros acabaréis arruinados”.
—En la actualidad, ¿cuántos internacionales están recibiendo ayudas?
—Le diré sólo el número, no daré ningún nombre. Sí le digo que son internacionales cuyos cromos yo coleccionaba. Gente a la que los negocios no les han ido bien, o que les han engañado... y que se han visto con 60 años sin un ingreso con el que subsistir, porque hace ya años que malvendieron su patrimonio. Hasta hace unas semanas eran doce los que percibían una cantidad mensual y con carácter anual. Hoy son diez, porque a dos les hemos encontrado trabajo.
—¿Con carácter anual? ¿Sólo les pagan durante un año?
—No. Pero sí revisamos cada caso año a año. Además las ayudas monetarias son casos muy concretos. Queremos que reviertan su situación, que hagan algo por cambiar. Los casos que más me duelen en el alma son esos: los que no hacen nada por salir del pozo. También me dan pena los que por ‘ego’ no vienen a pedirnos ayuda, porque los futbolistas somos muy de ‘ego’... pero en el mundo del fútbol nos conocemos todos y sabemos cómo le va a cada uno de su generación. Hace poco nos enteramos que a un ex compañero se le quemó la casa en un incendio forestal. Se ha quedado prácticamente sin nada... pero no quiere pedir ningún favor.
—Y los ingresos ustedes los obtienen de...
—Los asociados pagamos una cuota. Pero es mínima, casi simbólica. Por eso ahora estamos dándole contenido a la propia asociación. Para darle publicidad y captar patrocinadores que crean en nuestra causa. Con partidos internacionales, visitas a colegios, a pequeñas localidades donde jamás soñaron con ver a ídolos de la Selección... y a su vez, ese cariño de la gente, ayuda a que el ex futbolista no sienta el vacío del día después. Contamos con la colaboración de la RFEF... pero necesitamos que los clubes se impliquen y piensen en el mañana de sus futbolistas, aunque eso es difícil porque hoy se cambia el 30 por ciento de cada plantilla cada año.