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ATLÉTICO

“Este Atlético, como el nuestro del 74, merece ser campeón”

Las Leyendas de aquel Atlético de Madrid que jugó ante el Bayern la final de la Champions de 1974 fueron homenajeados por la Peña Los 50. Creen que el Atleti lo ganará todo.

“Este Atlético, como el nuestro del 74, merece ser campeón”
CARLOS MARTINNEZDIARIO AS

El Atlético de 1974 recibió un multitudinario homenaje organizado por la La Peña Los 50. En el cine Proyecciones de la castiza calle Fuencarral y con el patrocinio de Mahou, la asociación reunió al equipo que hace 40 años disputó el primer partido de la final de la Copa de Europa con el Bayern. “Para nosotros, para vosotros, son los campeones de aquella edición”, resumían Paco Grande y José Antonio Martín ‘Petón’, presentadores del evento, el sentir de los asistentes y de la afición atlética.

Fue emocionante ser testigo del reencuentro de los Reina, Pacheco, Rodri, Melo, Eusebio, Ovejero, Panadero Díaz, Benegas, Adelardo, Quique, Alberto, Irureta, Ayala y Gárate. Hubo recuerdo también para los ausentes, los que por compromisos ineludibles no pudieron estar presentes como Cabrera, Capón y Salcedo. También hubo un momento para los que ya no están. Empezando por el Toto Lorenzo, entrenador de aquel equipo, Becerra y, por su puesto, Luis. Imágenes rescatadas de los archivos de Televisión Española y que tomarán aún más cuerpo en las próximas ediciones de conexión Vintage de Teledeporte, fueron el preámbulo del acto.

Algunos de los protagonistas de aquel partido vieron por primera vez cómo la marea rojiblanca colchonera invadió Bruselas en busca del título. Muchos viajaron para aquel partido, otros, emigrantes, disfrutaron con la presencia de su equipo en su ciudad de adopción. Después se proyectó un resumen del partido. Las progresiones de Melo por la derecha, la batalla de Eusebio con Müller, la brega de Adelardo con los blindados germanos en la medular, el duelo entre Ufarte, Gárate e Irureta con aquella temible zaga bávara capitaneada por Beckenbauer y secundado por Hansen, Schwarzenbeck y Breitner y, como no, el gol de Luis. La falta que dejó pétreo a Maier y que el de Hortaleza ya celebraba antes de que el balón entrara. Esa imagen fue la que por primera vez puso en pie al patio de butacas. “Miré la copa al seguir a Hoeness hasta la banda y pensé que la iba a recoger”, explicaba Adelardo al auditorio antes de repasar en la memoria, que no en la pantalla, aquellos fatídicos últimos segundos con el gol de Schwarzenbeck que aplazaría el título al partido de desempate y que después ganaría el Bayern.

El equipo en pleno quiso agradecer el emotivo recuerdo y el reconocimiento de la Peña Los 50. “Muchos no nos veíamos hace tiempo, es una gozada estar con los compañeros. Como dice Irureta, estos colores, el rojo y el blanco, me ponen, soy rojiblanco hasta las entrañas, me enganchó y lo llevo en el alma”, explicaba Alberto al foro. Se recordó la final y la trayectoria hasta ella. Subrayando, como no, la batalla con el Celtic en semifinales. Babacan, el árbitro turco, dejó diezmado al Atlético en la ida. “Yo le hablaba, pero supongo que el turco no me entendía”, relataba Quique, que fue expulsado por el trencilla y se perdió la vuelta, “la entrada no era para expulsión, es que Johnstone (el pelirrojo y habilidoso extremo escocés) era bajito…”. “Yo a Johnstone ya le conocía del 67”, explicaba Panadero Díaz, el fornido defensa argentino que también fue expulsado, “se me quedó entre ceja y ceja y tuve la suerte de reencontrarlo en el 74…”, afirmaba con ironía antes de reconocer que “sinceramente aquella entrada fue como para meterme preso”.

Y es que aquel era, como el de hoy, un equipo de carácter e inteligencia como la de Eusebio que secó a Müller en el primer episodio de la final. “Era potentísimo, protegía el balón como pocos, con la espalda, con el culo…, pero no me resultó difícil, era más complicado marcar a Gárate”, añadió el exdefensa antes de recibir otra sonora ovación. Pero aquel equipo comenzaba a construirse por la portería. Rodri había marcado una época en el arco colchonero, Pacheco venía de ser el héroe en la Liga anterior con aquel penalti parado al Depor en la última jornada y Reina, el maestro del despeje de puños, era el titular. Lo pasó mal el Atlético en Glasgow, pero Reina fue un gigante aquel día en el campo y alguno lo fue también fuera. Se montó una tangana tremenda en el túnel y ahí apareció la figura de Ovejero. “Recordé mis tiempos de boxeador con algún policía escocés…”, ironizaba el zaguero que tampoco pudo jugar la vuelta porque Babacan le anotó una tarjeta a él que había visto Heredia.

Y el ataque. La eléctrica, elegante y astuta vanguardia de aquel equipo. Jugadores como Ufarte, que venía de levantar títulos con Corinthians y Flamengo, los veloces Irureta y Ayala, y Gárate, quien siempre caballero, casi pedía disculpas entre lágrimas, con el auditorio de pié ovacionándole, porque los calambres en los gemelos le impidieron marcar el 2-0 y en la jugada siguiente Schwarzenbeck empató. La voz quebrada de Gárate no la olvidará nadie de los que asistieron ayer, como tampoco el recuerdo que se le tributó a Luis. Con su imagen en la gran pantalla todos en pie saludaron a su compañero, a él, a Becerra y a Lorenzo. Luis marca un antes y un después en la historia colchonera, pero como muchos decían ayer “desde donde esté, con su ejemplo y su carácter, seguirá ganando partidos para el Atlético, porque es el ejemplo a seguir”. Para empezar mañana en el Camp Nou. “Queremos ese doblete, este Atlético, como el nuestro, se merece ser campeón, estamos con ellos”, deseaban los héroes de los 70 antes de que un Reina muy flamenco, siempre maestro de ceremonias, despidiera al auditorio cantando el himno colchonero.