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¿Y después de Blatter, qué?

La respuesta parece que tiene nombre y apellido: Michel Platini. Es el relevo natural. Un hombre de fútbol.

BALTTER Y PLATINI. El primero, presidente de la FIFA, no le quedan demasiados años en el cargo y parece que el segundo, presidente de la UEFA, le podría sustituir.

Dicen de Joseph Blatter que es un presidente popular, cercano, implicado. Y que entiende muy bien la misión evangelizadora del fútbol. De hecho, su primer acto nada más ser nombrado máximo dirigente de la FIFA, en 1998, fue visitar la franja de Gaza. Allí, en pleno foco mediático, tendió un puente para que los palestinos pudieran participar de la familia futbolística, además de lanzar a Israel el mensaje de que todos unidos caminarían más lejos que estando siempre enfrentados. Propuso a los palestinos que volvieran a organizar su propia liga y que refundaran el estadio que permanecía cerrado.

Ese primer viaje del entonces presidente de la FIFA tuvo un impacto extraordinario a nivel mundial. El fútbol ya no sólo era un deporte entre dos equipos, entre dos países, sino un instrumento con el que influir en el rumbo político y social. Sirva como ejemplo que la FIFA reconoció antes la existencia de Palestina y sus demandas que cualquier otra institución, incluida la Unión Europea. La postura se ha mantenido desde entonces y Blatter ha hecho como presidente de la FIFA lo que ningún otro antes.

Abrió escuelas y propulsó el fútbol en países muy minoritarios, alejados de los que siempre dominaron este negocio y sus hilos. Llevó el Mundial por primera vez a Asia, en 2002 (Corea y Japón), y a África, en 2010 (Sudáfrica), algo impensable sólo unos años atrás. Implicó tanto a las federaciones pequeñas que les inculcó el sueño de poder albergar un torneo tan grande como éste. Lo impensable. Catar, que será sede en 2022, es el mejor ejemplo de que el fútbol ya llega a todos los confines del mundo, a los que tuvieron siempre una tradición grande y a los que se han contagiado ahora que se ven importantes.

La misión evangelizadora avanza. Esto ya no es un club selecto. El fútbol es mundial, la mayor multinacional de la historia. Con lo que ello significa a nivel de negocio e ingresos. Precisamente por eso, por tratarse de una gran bola de hacer dinero, han aparecido en los últimos tiempos casos de corrupción entre componentes de la propia FIFA. Ocurre a gran escala cuando las cifras que se mueven son las que son. En cualquier sector. Pero Blatter fue inflexible. Ensuciar la buena imagen que su organismo tenía por una cuestión así le hizo actuar con la máxima severidad posible. Todo aquel que estuviera implicado en estos supuestos casos de corrupción sería apartado. Así, y sólo así, se volvería a tener entre los aficionados la sensación de limpieza que Blatter demanda. Pese a ello, una información destapada por ‘France Football’ con respecto a la extraña designación de Catar 2022 vuelve a poner a la FIFA en entredicho. El fútbol lo quieren corromper unos cuantos diablos. No hay que olvidar que esto es un juego. Hay que tener tolerancia cero con ellos, ha dicho el presidente en alguna ocasión para referirse al particular virus que les acecha. Y no es un mensaje cualquiera. Es claramente un mensaje destinado a aquellos que dirijan las riendas del organismo en los próximos años. Porque habrá vida más allá de Blatter y el cambio en la poltrona está cada vez más cerca. De hecho, el actual presidente ya ha deslizado que las próximas elecciones, las de 2015, esta vez no serán las suyas: “Tendré 79 años y llevaré más de 40 en la FIFA, casi 20 ejerciendo la presidencia. Creo que es suficiente. He dado al fútbol todo lo que le tenía que dar”, dijo en un congreso de la UEFA, con Platini escuchándole atentamente.

El cruce de miradas entre los máximos dirigentes de FIFA y UEFA es algo más que un juego entre las dos grandes personalidades del mundo del fútbol. En realidad, el escenario y el momento que Blatter escogió para insinuar su adiós fueron los que de verdad quería. Su último objetivo antes de abandonar es que su sucesor sea alguien que trate de salvaguardar el fútbol como él lo ha hecho. Alguien que vigile este deporte con rigor y disciplina, pero también con pasión y sentimiento. Alguien vinculado al fútbol, más que a la política, que conozca los peligros de llevar este deporte por el mal camino. Y Platini parece el más indicado.

El exfutbolista francés ha hecho en Europa algo parecido a lo que Blatter en el mundo: favorecer a los más desfavorecidos. Dio ayudas a federaciones modestas para que mejoraran su infraestructura y el nivel de sus canteras. Llevó la Eurocopa a naciones sin experiencia, como Ucrania y Polonia, para que se sintieran partícipes del máximo torneo de selecciones del continente. Impulsó la Europa League para que los equipos de los países con menos arraigo y posibilidades también disfrutaran de un torneo de clubes a nivel internacional. Su último objetivo, de hecho, es aumentar el número de equipos que juegan la Champions para que Barcelona, Madrid, Bayern o Manchester United, los gigantes de Europa, también se paseen por países de segunda fila, y no sólo por donde habitualmente lo hacen.

Por eso la transición más lógica y la que el propio Blatter espera es la que llevaría a Platini de la UEFA a la FIFA. Cuenta con el apoyo casi incondicional del fútbol europeo y podría arrastrar también el de Blatter en otros continentes si éste finalmente le acaba apoyando de forma pública. “No es una cuestión que dependa sólo de mí”, ha reconocido el francés. “Me voy a reunir con las 53 federaciones que conforman la UEFA, con presidentes y vicepresidentes, y vamos a debatir sobre cuál es la mejor opción y quién sería el más indicado en caso de presentar una candidatura. No puedo anunciar nada oficialmente hasta que hable con todos”. Comentarios con la boca pequeña que presagian algo sólido. Blatter y Platini. Platini y Blatter. El presente de uno parece el futuro del otro. El relevo en lo alto de la FIFA aguarda hasta 2015. Empezará entonces la vida después de Blatter. ¿La vida con Platini? Veremos.