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Barcelona

Se hizo el silencio en el Camp Nou en la despedida de Tito

Impresionante muestra de duelo por Tito en el estadio culé a lo largo de todo el día de ayer. El mundo del fútbol, sin importar colores, se volcó solidario.

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Se hizo el silencio en el Camp Nou en la despedida de Tito

Lo que más impresionaba ayer en el Camp Nou era el silencio. Un silencio pesado y fúnebre. De respeto. Miles de seguidores barcelonistas acudieron a la tribuna del estadio donde se acumulaban cientos de coronas de flores para visitar el espacio memorial que el club había dispuesto para homenajear a Tito Vilanova.

Ni un ruido se oía en la cola de pacientes seguidores, anónimos o populares, que acudieron ayer a presentar sus respetos al técnico culé.

Muy pocos querían hablar. La voz más esperada, puede que una de las más rotas por la desgracia, llegó desde Múnich. Pep Guardiola, el amigo, habló en el Allianz tras el partido que su equipo remontó ante el Werder Bremen para acabar venciendo 5-2 mientras él, con la mirada perdida en la infinita tristeza tenía la cabeza en otra parte. En esos momentos, en un pequeño pueblo del Empordà, en la más absoluta intimidad, Tito Vilanova recibía sepultura.

“Quiero acordarme de su padre Joaquín, de su madre Mari Rosa, de su mujer Montse...quiero expresarle a su familia mi más profundo pésame. Siento un tristeza que me acompañará toda la vida. Fue una experiencia vital compartir con Tito tantos años de profesión y amistad. Nos conocemos desde que teníamos 12 ó 13 años. Él me ayudó. Estoy en Múnich por nuestro trabajo en común, hemos aprendido mucho juntos. Queríamos comernos el mundo y al final nos lo comimos. Es una situación dificilísima para su familia”, dijo Guardiola tras su peor triunfo como técnico .

El mundo del fútbol, sin importar colores, se volcó solidario con la desgracia de la familia barcelonista y, en especial con la de Vilanova. Los jugadores de Barça dejaban su firma en el libro de condolencias mientras se agrupaba gente anónima en el estadio para despedir a un buen hombre. Y el silencio, sobrecogía.