VALENCIA 5 - BASILEA 0
Alcácer lidera la hazaña del Valencia ante el Basilea
Hizo un hat-trick en un partido que llegó a la prórroga, momento en el que el Basilea se quedó con nueve. Vargas y Bernat completaron la goleada.
Hay noches en las que uno llama a la épica y ésta acude cual gato en celo. Con ganas de ser acariciado. Restregándose poco a poco. Ayer el Valencia, un equipo en mayúsculas, hizo feliz a su gente, y eso para una afición hastiada por todo y de casi todos es mucho. Lo fue todo. Nadie se movió de Mestalla hasta que el último jugador dio una vuelta de honor que hacía años que no se daba en ese estadio. Se la habían ganado. Por la remontada y porque hoy tendrán agujetas hasta en las pestañas. Pero valió la pena. El Valencia estará hoy en el sorteo de las semifinales. Sabía decisión la de Damià Vidagany, que acudió a Mestalla con la maleta a cuestas porque tenía billete para viajar a Ginebra al sorteo. Tipo con fe o simplemente previsor.
La de ayer fue también una de esas noches en las que se consagra un futbolista. De niño a hombre. Paco Alcácer fue el autor de tres de los cinco goles. Pero no solo eso. Fue el alma del colectivo. Keita, el espíritu. Con el primero de sus goles Alcácer hizo que todo Mestalla recuperara la fe. Era el 1-0 y éste llegó cuando alguno dejaba de creer. Hasta su control y ejecución, el Valencia no había disparado a portería y al Basilea se le veía seguro. Pero ese gol lo cambió todo.
Vargas en un minuto pasó de villano a héroe. De rematar al palo estando solo a saltar como un ángel para hacer el 2-0. “Sí se puede, sí se puede”. Mestalla temblaba.
Tras el descanso el palo se cruzó en otra ocasión en el camino del Valencia. Zapatazo de Alcácer. Pero el 3-0 llegó. Como no, por obra de Paco. Y tuvo el cuarto en el descuento en un mano a mano. Pero falló en el control y en el rechace Vargas, otra vez al palo. Se llegó a la prórroga. El Basilea se quedó en ese tiempo con dos menos. Y claro, los suizos fueron a buscar los penaltis. Pero Alcácer quería la gloria. Y la encontró. Hizo el cuarto, éxtasis, y Bernat, el quinto.