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Bianchi: de "canillita" a Virrey del gol
Marcó 385 goles en 546 partidos en Argentina y en Francia, siendo en ambos países el máximo artillero. Tras colgar las botas , siguió triunfando en los banquillos.
Carlitos, primero; Virrey, después. Bianchi se coló entre los mejores goleadores a finales de los sesenta y compitió con ellos en los 70. ‘Romperredes’ también se le llegó a llamar por la facilidad que tenía para perforar las porterías contrarias. Lo hizo primero en Vélez, donde llamó a la puerta del mundo, y después en su carrera por Francia, donde goleó en el Stade Reims, PSG y Estrasburgo. El ‘canillita’, nombre con el que se conoce en Argentina a los repartidores de periódicos y actividad que él compartía en sus primeros años de futbolista, se convirtió en el ídolo de Liniers. Lo seguiría siendo después, en su etapa de entrenador. Él hizo grande a Vélez.
Con diez años, Bianchi (Carlitos entonces) jugaba en el Ciclón de Jonte. Allí ya llamó la atención por su facilidad para el gol. Rápido, delgado, oportunista, con un imán especial para rematar cualquier rechace y efectivo en el uno contra uno eran las cualidades que luego mejoraría después. En aquel partido de niño, que fue televisado por el Canal 7 de Argentina, su equipo tenía que ganar por una diferencia de seis goles a su rival para ser campeón. El partido acabó 11-1 y los once los metió Bianchi. “Será uno de los grandes goleadores del mundo”, dijo el relator Carlos Rousselot.
Acertó en su predicción. Carlos Bianchi (Buenos Aires, 26-04- 1949) marcó 385 goles en 546 partidos en toda su carrera en Argentina y Francia, más 11 partidos y siete goles con la selección argentina, con un promedio de 0,71 goles por partido. Rompía las redes en Vélez Sarsfield y siguió haciendo goles en Francia: con el Stade Reims fue máximo goleador de la liga francesa en 1974, 1976 y 1977 y en el Paris Saint Germain (1978 y 1979). Pese a sus grandes cifras cada temporada, no logró ganar la Bota de Oro. La rozó en 1978. Aquella temporada fue Hansi Krankl (Rapid de Viena), que hizo 41 goles, cuatro más que Bianchi, que terminó con 37.
Pero no todos aventuraron que Bianchi pasaría a la historia como uno de los grandes goleadores de todos los tiempos. El ‘Toto’ Lorenzo, cuando entrenaba a Vélez, no se atrevía mucho a ponerle en el equipo. Decía que Carlitos no veía bien de noche. Sin embargo, en un partido nocturno con Unión, Bianchi hizo tres goles en el 4-0. “Menos mal que no veo de noche”, diría después Bianchi.
Bianchi se crió en Villa Real, un barrio de Buenos Aires. Desde los 11 años ayudaba a su padre a repartir periódicos. Lo hizo hasta los 18, cuando le hicieron su primer contrato como futbolista. Era ‘canillita’ y su tarea era vender los periódicos y las revistas en los autobuses. Incluso ya de mayor aún ayudaba de vez en cuando a su madre, encargada del puesto.
Se marchó a Francia tras marcar 206 goles para Vélez Sarsfield, pero su primer destino parecía ser México. El Cruz Azul lo quiso en 1971, dada la facilidad que tenía para hacer goles en el equipo de Liniers. Ofrecieron mucho dinero por él, pero el acuerdo se rompió a última hora. La AFA sacó una norma prohibiendo a los jóvenes jugadores de la selección argentina marcharse al exterior. Se estropeó el pase, pero no su buena relación con el Cruz Azul, que le invitó a pasar la luna de miel en Acapulco con la mujer de su vida, María Margarita Pilla. Le dio tiempo a disfrutar de la playa y a ponerse la camiseta del equipo mexicano, con el que jugó un amistoso. Marcó un gol.
Había debutado en la primera argentina con 18 años, en un Vélez- Boca (1-1). Con el equipo de Liniers ganó el Nacional de 1968, en el que se proclamó máximo goleador de 1970, con 18 tantos, y del Metropolitano de 1971, con 36 goles. No le permitieron fichar por el Cruz Azul, pero en 1973 sí le autorizaron a emigrar a Francia, donde firmó por el Stade Reims. Dejó huella. Hizo 107 goles en cuatro temporadas y fue máximo artillero en tres: 1974 (30 goles), 1976 (34) y 1977 (28). Después fichó por el PSG y fue máximo goleador de la liga francesa en esas dos temporadas que jugó allí. Se marchó al Estrasburgo, tras hacer 64 goles en 74 partidos.
Víctor Hugo Morales le llamó el ‘Virrey de Liniers’. Él es un rey de los goleadores. Figura entre los mejores artilleros de toda la historia de argentina, junto a Erico, Labruna, Masantonio, Sanfilippo, Beto Infante, Pinino Mas, Ferryra, Brindisi, Moreno y Palermo, y entre los mejores de Francia, donde comparte cartel con Onnis, Lacombe, Revelli, Cissowski, Piantoni, Courtois, Ujlaki, De Nalio y Andersson.
Bianchi volvió a sus orígenes, Vélez. Fue en 1980 y se retiró en 1984, con 35 años. Había triunfado en París, como Gardel. Luego se hizo entrenador. Triunfó en Vélez y en Boca, con los que ganó Clausura, Apertura, Copa Libertadores y Copa Intercontinental, pero no tuvo tanta suerte en el Stade Reims, PSG, Niza, Roma y Atlético de Madrid.
Lo que no ha perdido Bianchi es su amor por el barrio donde creció y al que acude cuando puede. Sostiene una Fundación que ayuda a los niños necesitados. Tiene un gran corazón. Hasta dejó gratis su piso de París a los porteros del inmueble cuando estos se vieron obligados a dejar la portería. Grande, dentro y fuera.