NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ATHLETIC 1 - ATLÉTICO 2

Diego Costa es el gran líder

Fue una pesadilla para el Athletic. Marcó el primer gol y forzó la roja a Laporte. Muniain abrió el marcador, pero su equipo luego fue inferior. Koke hizo el tanto decisivo.

Así marcó Koke el gol que le dio la victoria al Atlético.
Así marcó Koke el gol que le dio la victoria al Atlético.EFE
CANAL+

No fue un partido, fue una película de acción. Una buenísima. Un espectáculo grandioso con un protagonista, el Atleti, acorralado por un enemigo imponente, el Athletic, en un escenario inmejorable, La Catedral. Y engrandeciendo lo que ya era gigante, un héroe épico en una actuación tan portentosa que rozó lo increíble: Diego Costa, mil carreras, cien detalles, un gol y retirado del campo exhausto tras un despliegue sobrenatural. El Atleti de Simeone abandona San Mamés, su partido más temido, como líder reforzado y ya es un clamor: hay equipos con más talento, pero no lo hay mejor.

Porque los peores temores colchoneros se hicieron carne a los 6 minutos, cuando un pelotazo larguísimo de San José desnudó contra pronóstico a la defensa más segura de Primera. Godín se dejó ganar la partida por Aduriz, que rozó lo justo para habilitar a un Muniain lanzado a la carrera. Juanfran llegaba a taparle, pero Courtois se precipitó en la salida. Mucha ventaja para un talento así: Muniain se la picó por encima poniendo el 1-0. Era la prueba del algodón definitiva para el Atleti. Respondió.

Mejor dicho, respondió Diego Costa. Había sorprendido Simeone poniendo a Sosa en lugar de Arda, lo que dejaba al Atleti con muchos lanzadores en largo y ningún juego en corto. La receta fue sencilla: balones largos y que corra la fiera. Estrategia abocada al fracaso con casi todos, no con Costa. La baja de Gurpegui, colocó a San José como Bambi indefenso ante el rugido de una pantera. Cada vez que el delantero le atacaba en carrera te entraban ganas de cerrar los ojos para no verlo, como cuando los padres se ponen cariñosos.

Antes de empatar, Costa dio dos avisos gemelos. Balón al espacio que él convierte en pase medido, momento gacela Thompson con San José y frustración final: el primer mano a mano se lo ganó Iraizoz y el segundo remate, complicado, se le fue alto. No habría más perdón. En el minuto 23, Koke corta un mal pase de Iturraspe y le asiste de nuevo en carrera. San José lo vio pasar como una exhalación y el remate cruzado con la zurda se convierte en su 25º gol de la Liga.

El empate dio paso a un ir y venir de ocasiones en el que ninguno perdía el tiempo. Pelotazo a Aduriz va, balonazo a Costa viene. Pudieron marcar ambos antes del descanso, pero Raúl García remató mal una gran combinación entre Filipe y Costa y Susaeta cabeceó fuera por poco después de otro extraño error en cadena de Godín y Courtois.

Parecía que la segunda parte no podía mejorar. Nos equivocábamos. El Atleti, tantas veces cauteloso a domicilio, decidió que, llegados a este punto, si la aventura ha de acabar en desastre, que sea esplendoroso: Redford y Newman lanzándose contra un ejército en Dos hombres y un destino, el Grupo Salvaje afrontando sin miedo un destino incierto. Salió en tromba y a los 20 segundos, Diego Costa se plantó en otra carrera loca ante Iraizoz. Rozó el palo. Cuatro minutos después repitió y Laporte le hizo un penalti clarísimo que Teixeira II, de los Teixeira de toda la vida, obvió ante la estupefacción de San Mamés.

El desenfrenó siguió en un regalo de Godín que De Marcos desaprovechó, antes de que Koke y Filipe Luis, seguramente en el mejor partido con el Atlético de ambos, se juntasen para que el canterano cabecease el 1-2. Quiso Simeone poner pausa al partido dando entrada a Arda, pero fue intentar frenar un tornado con un contrachapado. Mejor, la última media hora fue una preciosidad. Si tu corazón es fuerte, claro.

Diego Costa siguió luchando contra el mundo (y ganando) hasta que el cuerpo le dijo basta. Tal vez sea humano. Tal vez. Y Courtois, que había tenido 80 minutos impropios de él, se ganó el perdón eterno de los suyos con una parada antológica a cabezazo a bocajarro de Aduriz a la escuadra. De no creer. Y aunque Teixeira II hizo lo posible con una marcianada (por expulsar justamente a Laporte, no dio una ley de la ventaja clarísima cuando Cebolla se plantaba ante Iraizoz y acabó pidiendo perdón) no había nada capaz de estropear semejante espectáculo. Finalizó el partido con todos agotados y el Atleti, líder. Ganará o no la Liga, pero la admiración ya la tiene. Toda la del mundo.