Real Madrid
Gregorio Paunero: “Cristiano es el Alfredo Di Stéfano del siglo XXI”
Tiene casi 100 años, 98 exactamente, y suma, en dos etapas, 75 como socio del Real Madrid. Fue directivo 28 años con Santiago Bernabéu. Es la historia viva del club.
¿Cómo fue su primer encuentro con Santiago Bernabéu?
—Yo soy inspector de Hacienda, y una tarde del año 1954 se presentó en la Delegación de Madrid don Santiago junto a Pablo Hernández Coronado. Yo no había cruzado una sola palabra con él, ni le conocía en persona. Me miró y me dijo: “Mañana a las ocho le espero en la Junta Directiva del Real Madrid en el Frontón Vista Alegre”. Y así fue como empecé y permanecí en la directiva del Madrid hasta 1982. Estuve veintiocho años como directivo del Real Madrid.
—¿Para qué quería Bernabéu un inspector de Hacienda en el Madrid? Aunque, visto lo que le ha pasado al Barcelona con Neymar, ahora todos los clubes deberían tener uno, ¿no cree?
—Lo que quería Santiago era a alguien que informara a los jugadores sobre sus obligaciones, y también que vigilara por los dineros del club. Y en cuanto al Barcelona, lo que no se puede ser es demasiado listo. Yo creo que se han pasado.
—Es que eso de repartir el contrato en otros tantos contratos, ¿cómo lo ve un inspector de Hacienda?
—Eso se llama ingeniería financiera, pero le digo una cosa: no hay nada en la vida que se haga y no se sepa. Puede tardar más o menos tiempo, pero al final todo se sabe. Por eso es mejor no hacer lo que no se debe.
—Este año cumple 60 años como socio del Madrid, ¿irá a recoger su insignia de oro y brillantes?
—Bueno, cumplo sesenta ininterrumpidos, pero antes sumé otros quince. Lo que pasa es que al sacar la inspección de Hacienda me di de baja porque me fui a vivir a Santander. Pero al regresar a Madrid otra vez me di de alta. Esos son los sesenta años que me van a reconocer ahora. Está muy bien, porque son sesenta años de un tirón.
—O sea, que ha visto ganar al Madrid las nueve Copas de Europa. Debe ser uno de los pocos que puede decir eso...
—Sí, claro, las nueve. Todas las finales. Y todavía voy a ver al Madrid. Yo soy de misa diaria y de Bernabéu los domingos. Tengo 98 años y no fallo ni a una cosa ni a otra.
—¿Y el mejor jugador que ha visto?
—Di Stéfano ha sido el más grande. Y Gento, que ganó seis Copas de Europa. Y ahora Cristiano. Cristiano es el Di Stéfano del siglo XXI. Hasta que llegó Di Stéfano el Madrid había pasado unos años de sequía, y con él volvieron los éxitos. Creo que con Cristiano volverán las Copas de Europa, porque ya hace más de diez años que ganamos la última.
—¿Qué tenía Di Stéfano que no tuvieran los demás?
—Un dominio del campo, de todo el campo, superior y una influencia decisiva en el juego. Recuerdo que incluso el entrenador, Molowny, le consultaba. “Yo soy el entrenador, pero vamos a ver si Di Stéfano aprueba la táctica o se le ocurre algo mejor”, decía El Mangas. Pero esto no era malo, era una forma de mejorar el juego del Madrid y su entrenador lo sabía.
—¿Es comparable aquel Madrid de Di Stéfano a éste de Cristiano?
—Son dos grandísimos equipos de épocas distintas. El Madrid de Di Stéfano era mítico, y el de Cristiano puede llegar a serlo. De momento ahora está estupendo. Yo creo que vamos a ganar la Liga y la final de la Copa del Rey.
—¿Y la Champions?
—Tenemos opciones, pero hay un enemigo temible: el Bayern de Guardiola. Yo creo que la final será Madrid-Bayern de Múnich, pero también hay otros grandes equipos en la carrera.
—¿Cómo se pueden ganar cinco Copas de Europa seguidas? Eso es imposible hoy.
—Porque el Madrid tenía a Di Stéfano, Puskas y Gento. Además de otros grandísimos jugadores. Por eso las ganamos.
—¿Qué relación mantiene hoy en día con el Madrid?
—Muy buena, el Madrid es parte de mi vida. El club me invita a todos los partidos, y yo voy. Nadie ha estado veintiocho años ininterrumpidos como directivo del Madrid, sólo yo.
—¿Qué partido ha sido el mejor de la historia?
—Sin ninguna duda el mejor partido que he visto en mi larga vida fue la final de la Copa de Europa de 1960, en Glasgow. Fue la quinta Copa de Europa consecutiva del Real Madrid. Le ganamos 7 a 3 al Eintracht alemán con cuatro goles de Puskas y tres de Di Stéfano. Un espectáculo.
—¿Qué situación, fuera de los partidos, del fútbol, le ha impactado más del Madrid en su casi siglo de vida?
—De Bernabéu podría contar mil anécdotas. Era único en su forma de tratar a los jugadores. Era un padre para ellos. Mire, había un jugador que vivía con sus padres en una chabola, en Vallecas. Era José Luis Peinado. Don Santiago tenía por norma dar un premio a los jugadores si la temporada había ido bien. Y ese año fuimos campeones y Peinado jugó bien. Cuando el presidente bajó al vestuario, premió a todos, y cuando le llegó el turno a Peinado le dijo “tome usted” y le entregó las escrituras de un piso que había comprado para sus padres. A Peinado se le cayeron las lágrimas y le dijo a don Santiago: “Es usted mi padre”. Fue muy emotivo. Jamás lo olvidaré. Así era Santiago Bernabéu.
—¿Vivió con Bernabéu alguna crisis de vestuario?
—Bueno, cuando el Madrid fichó a Breitner el presidente Bernabéu sospechaba que el sueldo del alemán iba a levantar ampollas. De modo que se presentó en la caseta y habló con los jugadores. Les convenció diciéndoles que si Breitner ganaba más era porque les iba a hacer ganar más a ellos. Que habría victorias con él, y con las victorias, los premios y las primas. Y así calmó los ánimos del grupo. Luego también hemos tenido algún jugador travieso, pero el Madrid los metía rápido en vereda.
—Con esos principios de orden, ¿cómo vivió usted la etapa de Mourinho?
—Pues yo veía venir que no iba a ser nada buena. Porque en el Madrid nunca han funcionado los entrenadores que quieren estar por encima de los jugadores, ser más protagonistas que ellos. Tampoco les puedes ofender diciéndoles públicamente que han jugado mal. Eso no funciona en el Madrid.
—¿Siente que el Madrid ha mantenido sus valores?
—Los jugadores del Madrid, el Madrid, ha mantenido sus valores. El patrimonio del Madrid es la entrega de Camacho, o de Benito. Eso permanece. Ahí está Sergio Ramos.
—¿Es verdad eso de que el Madrid era el equipo de Franco?
—Ni de Franco ni de nadie. Lo que pasa es que el Madrid no le puede hacer desaires a los que están en el poder, ni a Franco en su momento ni ahora a Rajoy o a Rubalcaba. Pero el Madrid no fue nunca el equipo de Franco. Eso es una leyenda que no se corresponde con la verdad.
—¿Qué le parece que no juegue Casillas?
—Yo soy partidario de Casillas, pero no puedo censurar al entrenador por no ponerle. Tengo mi opinión como socio, pero el que está al frente es Ancelotti. Con Bernabéu aprendí que los directivos no deben meterse en las decisiones del técnico.
—¿Qué opina de eso de cambiar al Bernabéu de nombre o de sitio?
—Eso no puede ser, ni una cosa ni la otra. Y quédese tranquilo, que no pasará.
—¿Y de qué el Madrid sea un día Sociedad Anónima?
—Tampoco pasará. El Madrid debe ser de sus socios.
—¿Cómo recuerda su etapa como vicepresidente de la Federación Española?
—Fue en la etapa de Pablo Porta. Pasé quince años en la Federación Española. Además de con Porta también estuve en la etapa de Pérez Payá y de José Luis Roca.
—¿Pensó alguna vez que se iba a ir de este mundo sin ver a España ganar un Mundial?
—Soy un hombre de fe. Y tuve recompensa en 2010. Lo de Sudáfrica fue una de las mayores alegrías de mi vida.
—Además del fútbol, ¿qué otras aficiones tiene?
—El tenis es mi pasión. Mire lo que le digo, he jugado regularmente al tenis hasta los 91 años. Una vez una persona cruzó una apuesta con otra sobre esto, y el que perdió tuvo que ir al Club de Campo a comprobarlo. Le saludé en la pista 3.
—¿Ha jugado al tenis con algún futbolista?
—No, pero he jugado con Manolo Santana. Jugamos en la Ciudad Deportiva del Madrid, donde Santana había sido recogepelotas de chaval. Me acuerdo cómo compró el Madrid la vieja Ciudad Deportiva. Fue Pedro Méndez Cuesta, un arquitecto, el que le habló el primero a Bernabéu de los terrenos de Castellana. Santiago autorizó la compra del terreno, recuerdo que a siete pesetas el pie cuadrado.
—¿Es cierto que fue usted presidente del Madrid por unos días?
—Totalmente cierto. Cuando murió don Santiago Bernabéu, la Junta del Madrid me propuso como presidente, y yo dije que sí a expensas de la autorización del ministro de Hacienda. Me fui a ver a Fernández Ordóñez, que me dijo: “Por supuesto que tiene usted mi autorización. El mayor honor que puede tener el cuerpo de inspectores de Hacienda es tener a uno de sus miembros de presidente del Madrid”. Además, el ministro me dijo que me respetarían el sueldo de Hacienda mientras fuera presidente del Madrid. Se lo dije a la directiva, pero algo había cambiado. De Carlos me dijo que fuéramos a las elecciones los dos, y yo renuncié en su beneficio para evitarle unos comicios al Madrid. Porque esa era la tradición del club.
—¿Qué le queda del Madrid después de casi cien años?
—El convencimiento de que el Real Madrid será eterno.