Andrea Esteban: “Las lesiones me han hecho más fuerte”

A sus todavía 17 años (cumple 18 en febrero), Andrea Esteban puede ‘presumir’ de tener ya múltiples cicatrices que ella llama “de guerra”, cicatrices a las que apenas da importancia. Una de las delanteras españolas con más proyección ha visto cómo desde 2011 las lesiones se han ido cruzando en su camino. Operada de los cruzados de sus dos rodillas y superado hace poco un esguince en una de ellas, la del Levante afronta su convocatoria para los entrenamientos con la Sub-19 (de lunes a miércoles) con especial ilusión.

Por culpa de las lesiones Andrea se perdió las fases finales de los Europeos Sub-17 de 2011 y 2013, donde España fue oro y bronce y jugó sólo la primera fase del Europeo de 2012: “Tengo muchas ganas de selección porque, por desgracia, con la Sub-17 jugué las fases previas, pero me perdí lo más más bonito. Estará complicado, pero me encantaría entrar en la segunda fase del Europeo (del 5 al 10 de abril, ante Portugal, Bielorrusia y Suiza). Sería un premio a la constancia y al esfuerzo”.

Andrea reconoce que ha tenido que superar muchos momentos de desánimo y que lo peor ha sido no poder jugar: “Las lesiones me han hecho más fuerte y he aprendido a tener paciencia. Reconozco que he pasado muchos momentos malos y a veces se me pasó por la cabeza la idea de desistir, pero me duraba cinco segundos porque yo no puedo vivir sin el fútbol. Lo más duro era querer jugar y no poder y ver los partidos desde fuera. Lo más complicado ha sido aprender a tener paciencia. Esa ha sido la clave".

La delantera turolense afronta el entrenamiento con la Sub-19 de Jorge Vilda con mucha ilusión: "Estoy deseando ver a mis compañeras y también de ganar algo con la Selección. Hay un buen equipo y podemos aspirar a todo". 

300 kilómetros para jugar al fútbol. Tras jugar con chicos en su ciudad, Teruel, a los 15 años surgió el problema, no había ningún equipo de chicas en el que jugar. Entonces empezó su periplo viajero. Fichó por el Levante, con el que debutó en Primera con 15 años. Desde entonces recorre en coche, junto a su padre, 300 kilómetros, de cuatro a cinco días a la semana, para entrenarse y jugar.