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ESPANYOL 4 - VALLADOLID 2

El Espanyol regala el 'Gordo' a su afición, que hizo la ola

Festival de los pericos, que inician sus cuatro goles en robos de balón. Guerra aportó el escaso juego de un Valladolid que reaccionó demasiado tarde.

Barcelona
Sergio Garcia ante el Valladolid
Sergio Garcia ante el ValladolidDavid RamosGetty Images

Un pellizco del Gordo tocaba en el Poble Nou, a apenas tres kilómetros de la Ciudad Deportiva del Espanyol, donde a diario se entrena el Espanyol, que a la misma hora de la Lotería ofrecía el auténtico primer premio de la Navidad a sus seguidores. Festival perico en Cornellà-El Prat en base a una sencilla pero efectivísima receta: solidez defensiva, presión altísima al rival, robo de balón y punch. Así llegaron los cuatro goles de un apoteósico Espanyol (salvo en los minutos finales) ante un Valladolid timorato, en el que únicamente el ‘pichichi’ Guerra –ya con 11 goles, solo por detrás de Diego Costa y Cristiano Ronaldo- y el talentoso Óscar ofrecieron algunos destellos, insuficientes para alejar a los blanquivioletas (esta vez, rosas por la lucha contra el cáncer) de la pelea del descenso. El 4-2 final resulta engañoso, pues la reacción visitante fue tardía y testimonial

Entró el Espanyol en tromba, con intensidad y una presión avanzada a la que el Valladolid solo tardó cuatro minutos en sucumbir. Recuperaba un balón David López en la frontal y cedía el balón Stuani, a quien Rueda derribaba ya dentro del área, ingenuo y precipitado. Penalti y lanzamiento pragmático de Sergio García, centrado pero a la altura perfecta. Se empezaron a suceder desde ese instante ocasiones de los pericos –un disparo de Stuani, un centro envenenado de Sergio y un chut de Córdoba- que acabaron todos en las manos de Mariño, quien también rechazó con prodigio un remate raso de Víctor Sánchez llegando desde segunda línea.

Se le multiplicaba al meta pucelano el trabajo, hasta el punto de que nada pudo hacer en otra recuperación del Espanyol fruto de la altísima presión, que desembocó en un pase formidable de Sergio García para Stuani, quien cruzó con maestría para establecer el 2-0. Regresa por segunda vez este curso la sociedad formada por el catalán y el uruguayo, entre los que ya se fabricaron ocho goles la pasada campaña. Recelaba JIM del binomio Sergio-Córdoba, pero los pericos jugaron al ‘farol’ irrumpiendo en los momentos decisivos con su plan de antaño; no en vano, el charrúa acabaría haciendo dos goles y provocando uno, el del penalti. Otra dupla, la integrada por Guerra y Óscar (quien gozaba de su primera titularidad desde el pasado 16 de septiembre), se intercambiaron los papeles habituales en una acción, justo antes del descanso, que pudo cambiar el signo del partido: cedía el delantero un pase entre líneas al mediocampista, quien tras superar a los centrales se topó con Casilla. El portero perico salvó el 2-1 con su trasero, lo que convierte en idónea la figurita de ‘caganer’ que le han creado para estas Navidades.

Se cumplía a rajatabla el guión de los mejores partidos de Aguirre -la portería a cero como prioridad, altísima intensidad y velocidad entre el robo de balón y el remate-, mientras el Valladolid trataba sin éxito de rehacerse una y otra vez a los imprevistos: el madrugador 1-0, la lesión de Ebert justo cuando empezaban a encontrar verticalidad o el segundo tanto en ese tramo en que los pucelanos tenían ya algo más el balón, si bien sin hallar profundidad ni remate. Una estructura que se mantenía en la reanudación, en la que los pericos seguían apareciendo en tromba (la tuvieron de nuevo Stuani en un córner y Sergio a pase de Simao) y –con la entrada de Álex Fernández a la hora de partido- incluso buscando la posesión, como había prometido su técnico en la previa.

Y así, tras un intento a la desesperada de Guerra que Casilla desvió ‘in extremis’, fue precisamente Álex quien acabó de sentenciar el choque con una recuperación (de ese modo nacieron todos los goles) que Víctor Sánchez embocó a gol. El mediocentro rubricó su partidazo –tremenda su labor en el mediocentro junto a David López, que se marchó renqueante- con el enésimo robo del partido y un pase de la muerte que Stuani no desperdició. Era el 4-0 que tan solo Guerra, con el orgullo herido, pudo maquillar en su décimoprimera cita con el gol esta temporada, un cabeceo que se tornó vaselina para superar a Casilla.

Ni siquiera lo celebró Guerra, consciente de que su tanto sería estéril para alejar al Valladolid del descenso, como pretendía en el mediodía de la lotería. Tampoco sirvió de mucho el 4-2 final, delicatessen de Víctor Pérez al enviar raso el lanzamiento de una falta en la frontal. Por su parte, el Espanyol no puede finalizar 2013 de un mejor modo: suma 22 puntos (el ecuador hacia la permanencia) y seduce al fin a su afición, que pese a que no muy numerosa –fueron 16.915 los espectadores- acabó haciendo la ola, lo nunca visto en partido de Liga. Pesadilla antes de Navidad para los pucelanos y Gordo íntegro para los pericos.