NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

AS VS COMBINADO FEMENINO

Esplendor en la hierba (artificial)

Enriquecedor partido entre los chicos de AS y un combinado femenino. La conclusión es más importante que el resultado: puede ser el principio de una gran amistad.

Actualizado a
Esplendor en la hierba (artificial)

Desde el punto de vista de los periodistas convocados, el partido contra un equipo femenino tenía como objeto resolver una intriga, o mejor varias: ¿cómo juegan las chicas? ¿qué nivel tienen? ¿se pueden equiparar a un equipo de Segunda B? O para ser más precisos: ¿se pueden equiparar a una miscelánea de periodistas de diversas edades (de los 22 a los 45)?

Sobre estas cuestiones y otras similares debatimos en los días previos, virando de la preocupación al pánico, y del orgullo al optimismo (siempre moderado). Los expertos consultados no discutían nuestra derrota, sólo el nivel de la humillación: 7-0 parecía el marcador más benévolo, si bien la terrible decena se repetía en muchos pronósticos.

Como suele ocurrir en estos casos, la desconfianza general sirvió para cerrar filas y la noche anterior, en la fiesta navideña del periódico, fueron varios los muchachos del equipo que se retiraron a sus aposentos sin agotar las existencias de diversión. Nada como el fútbol para obrar milagros.

Con esa disposición (y algo escamados) nos presentamos en las instalaciones del EMD San Blas. Nuestro equipo era bueno, conste. Aunque atacados por el sedentarismo, los michelines y la pereza, algunos de los chicos tienen talento indisimulable. Carlos Marañón, director de Cinemanía, ha jugado en las categorías inferiores del Espanyol y lleva el fútbol en la sangre. El mundo duerme más tranquilo cuando él juega de defensa. Alfredo Matilla, Míster Pentland en versión bloguera, jugó en los juveniles del Albacete y todavía se acuerda. Para Juan Jiménez cada balón es Iwo Jima. Sergio Santos es un futbolista tan elegante como Valerón, y los becarios Borja y Fernando Santamaría aportan gol y oxígeno, ingredientes básicos en términos de supervivencia. Los demás ayudamos en lo posible sin estorbar en exceso.

Las chicas, entretanto, formaban un equipo. O para ser más precisos: saben jugar en equipo, aunque pertenezcan a diferentes clubes. La mayoría eran del Atlético y el Rayo, reforzadas en este caso con Jenni Hermoso (Tyresö), Keka Vega (Bristol), Mery Ruiz (Zorky) y Blanca Crespo, próximamente en Qatar.

No hicieron falta ni cinco minutos para comprobar su calidad técnica y su excelencia táctica. La tercera vez que te burlan con una triangulación ya te sientes una vaquilla; a la quinta carrera, Filípides cerca de Maratón.

Suerte que el orgullo mueve montañas, y donde ellas esperaban a un grupo de acabadetes renqueantes encontraron a un grupo de acabadetes renqueantes, pero orgullosos como jefes indios. Nunca hemos corrido tanto, conviene confesarlo, ni solos ni en compañía de otros. La previsión de un 7-0 en contra tuvo un efecto motivador y multiplicador; lo recomiendo a cualquier técnico en trance similar (seguro que Simeone ya lo utiliza).

Al rato lo sabíamos todo. Las chicas juegan como ángeles y Jenni Hermoso como Özil. La futbolista del Tyresö sueco (allí también juega Vero Boquete) tiene clase, presencia, buen gusto y pisa el balón como quien acaricia la cabeza de un niño. Detenerla fue un objetivo prioritario y no faltaron voluntarios para verla más de cerca; Juan Jiménez ganó el concurso.

Nos sobrepusimos, a pesar de las dificultades. La única diferencia acabó siendo sustancial: mientras ellas se entrenaban una mañana de invierno, nosotros defendíamos el honor de la tribu. Funcionaron los cambios, ayudó la suerte y salimos bien librados. Y una disculpa. Si al final no coreamos con olés las jugadas de Claudia, María, Nagore o Jade es porque estábamos exhaustos. Aprendimos mucho. Entre otras cosas, que el fútbol es de todos.