ATLÉTICO DE MADRID 2 -OPORTO 0
La vida es bella en el Calderón
El Atleti cierra la primera fase con cinco triunfos y un empate, tras ganar al Oporto con golazos de Raúl García y Diego Costa. Los portugueses, eliminados.
Pobre Oporto. Llegó al Manzanares jugándose la vida y echando cuentas. Ganar él, claro, y que el Zenit tropezase en Viena. Lo segundo parecía improbable, pero se dio; el problema es que lo primero era imposible. En el Atleti varía el reparto (siete suplentes), pero no el resultado. Lo explicó Luis Aragonés hace años y Simeone lo ha convertido en realidad: ganar y ganar y ganar y volver a ganar. Así cierra una fabulosa primera fase con cinco victorias y un empate. Eso no es reencontrarse con la Champions, es pasar la noche con ella.
Lo único doloroso de la noche fue ver cómo la fortuna se cebaba con Jackson Martínez, un delantero fabuloso. Cuatro veces se estrelló el Oporto con los palos y dos de ellas fue protagonista el colombiano, la primera a los 8 minutos tras lograr un hito que sucede con una frecuencia similar al paso del cometa Halley: le ganó la espalda a Miranda y su remate acabó en el larguero. Fue la señal que necesitó el Atleti para desperezarse.
El 1-0 fue un paso más en la mutación permanente de Raúl García. Una vez concluido su transformación de centrocampista en delantero ahora parece dispuesto a pasar de rematador contundente a goleador artista. Muy escorado en el área y de espaldas a la portería, prolongó un gran control orientado con un tremendo zurdazo sin ángulo que dejó a Helton con el molde. Un golazo más, el noveno en lo que va de temporada para un hombre que a este ritmo igual fuerza a Blatter a prolongar de nuevo el plazo para votar el Balón de Oro. Es broma. O no.
El Oporto reaccionó con valentía, pero estaba claro que el dinero del Zenit, incapaz de adquirir un buen equipo, había comprado a la Fortuna. Sólo así se explica que acabase los siguientes 20 minutos sin marcar. Varela cabeceó al larguero en el 21’ y en el 27’ Aranzubía decidió manufacturarse su primer momento de gloria en el Atleti: hizo un penalti totalmente innecesario a Jackson para detenérselo a Josué. El postre de la cena envenenada fue el tercer palo, de nuevo Jackson tras tocar en Alderweireld.
Y entonces apareció Diego Costa, que ya había avisado un rato antes a Helton con un remate cruzado. Arrancada marca de la casa, de esas en las que los defensas parecen puercoespines persiguiendo a un león, control con la cabeza para evitar al portero y rematé complicado a la red. Otro gran gol, su cuarto en los sólo 194 minutos que ha disputado en esta Champions, una media mejor incluso que la del recordman Cristiano.
El pase del gol, estupendo, lo dio Óliver, que demostró que su talento está acompañado de carácter. Respondió al acicate de Simeone y a unos primeros minutos imprecisos, con su mejor partido de la temporada; arriesgando donde debía y sacrificad cuando tocaba. Un buen paso adelante.
La segunda parte fue de aburrido dominio del Oporto, que iba e iba, pero no llegaba. Excepto un remate de Licá, que cerró el póker de postes, las mejores ocasiones fueron de los somnolientos rojiblancos: un córner con ambiciones olímpicas de Koke y un remate de Raúl García que, sorprendentemente, no acabó dentro.
Acabó así el Atleti como el mejor equipo de la fase de grupos junto al Madrid. Sí, vuelvan a leerlo. Ahora esperan los octavos con ventaja de campo y dos amenazas principales en el horizonte: Arsenal y Manchester City. Pero la vida es bella en el Calderón y no se conoce el miedo. El que da miedo es él.