Sin Cristiano Ronaldo y con Sergio Ramos bajo los focos

Faltará Cristiano y jugará Sergio Ramos. A partir de aquí, y desde la perspectiva del Real Madrid, se construye el relato del pre-partido. El portugués, sancionado en Copa, tampoco estará en Xàtiva (próximo sábado) y no volverá a jugar hasta el 14 de diciembre, en Pamplona, en el partido de Liga ante Osasuna (16:00 horas). Ramos, por su parte, regresa al Bernabéu después de su expulsión del pasado miércoles (minuto 26), seguida de la confirmación, periodística y visual, de su escasa química con Florentino Pérez. La duda es saber cómo reaccionará a esos últimos acontecimientos el sector político del estadio, el mismo que todavía recela de Casillas, el que aún suspira por el entrenador del Chelsea.

Ancelotti, en conferencia de prensa, no quiso añadir más intrigas. Di María ocupará la plaza de Cristiano, probablemente para aliviar la insatisfacción del argentino, condenado a un papel secundario desde la llegada de Bale. Arbeloa, héroe contra el Galatasaray, se lo perderá por sanción. Modric volverá al once y Xabi tomará el timón desde el inicio. Benzema será el delantero centro y tanto Jesé como Morata tendrán que seguir esperando a que se alineen los astros, seguramente ocurra en Xátiva.

Por lo que se refiere al Valladolid se presenta a la cita con el traje hecho jirones. Viene de perder en casa contra Osasuna (0-1), suma doce puntos (los mismos que Celta, Almería y Rayo, estos dos últimos en puestos de descenso) y no podrá contar con Ebert (sanción), Óscar, Víctor Pérez y Valdet Rama. Al menos, recupera al italiano Rossi, cedido por la Juventus.

Juan Ignacio Martínez tiene clara receta del milagro: hay que tener desparpajo, mil ojos en defensa y aprovechar las pocas oportunidades que se presenten. El problema es que “ni eso te asegura sumar”.

La leve esperanza visitante se basa en la experiencia más reciente. En la pasada temporada, el Valladolid perdió 4-3 en Chamartín (doblete de Cristiano) después de adelantarse en el marcador; en Pucela cayó por 2-3 (doblete de Özil), tras desperdiciar un 2-1 a favor. Si el fútbol fuera cuestión de sumas y restas habría partido.