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Real Madrid

Ultras-Sur: en guerra interna por el poder de la organización

En un comunicado afirman que el club no quiere saber nada de los jóvenes más extremistas porque “llevan años tratando con el actual líder y les ha dado confianza”.

Actualizado a
Varios miembros del grupo radical, con Mourinho el día de su despedida.
Diario AS

El grupo Ultras-Sur, formado por cerca de 800 socios, vive estos días una fuerte división interna. La última batalla campal se vivió en la previa del Real Madrid-Real Sociedad, del pasado 9 de noviembre, tal y como adelantó la SER. A las 15:30 horas, en el bar histórico de los Ultras-Sur: el Drakkar. Esa refriega originó que durante el partido la mitad del fondo estuviera vacío. Por un lado, se encuentran los líderes de la facción veterana y, por otro, los líderes de la nueva hornada, más violentos y más ideologizados. En disputa, el poder de la organización, como se ha visto en el revuelo desatado en las redes sociales.

Ultras-Sur emitió un comunicado oficial el 13 de noviembre a través de su Facebook en relación con toda esta polémica: “Esta gente lleva ya dos años provocando una tensión en el seno del grupo debido a que se quieren hacer con él por motivos puramente económicos. Para ello, no han dudado en pegar, echar a gente y poner una cruz a todos aquellos que no eran de su agrado ni les han bailado el agua”.

Transición. Dentro de la organización se habla del relevo generacional en la cúpula desde hace tiempo. Los veteranos pretenden continuar con la vía de los últimos años con “grandes tifos y sin violencia”, algo que choca con las ideas de los más jóvenes, que llevan meses exigiendo el control de las cuentas de Ultras-Sur. La facción veterana acusa en este comunicado al líder de los jóvenes de ser del Atlético: “El que se ha erigido como el Robin Hood del fondo sur, un tipo que nos vende que se le va la vida por repartir el dinero entre todos (por cierto, es del Atlético y exmiembro del Frente Atlético). Él y su grupo no tienen inconveniente con juntarse con gente del Frente”.

En esta guerra interna, según reza el comunicado de los Ultras-Sur, “el Real Madrid nunca ha querido saber nada de ese grupo (de la facción nueva), es alertado por la Policía de los acontecimientos y procede a la desactivación de los abonos de algunos de sus miembros. El Real Madrid es claro, sin el responsable de los Ultras-Sur, con el que llevan tratando muchos años y les ha dado confianza, no hay grada. Es el desencadenante de la particular cruzada que comenzaron hace dos años”.

Según explica Ultras-Sur, los nuevos líderes, que poco tienen que ver con el fútbol y que tienen conexión con el Frente Atlético, “sabían perfectamente que Ultras-Sur no se podía mover como le gustaría, ni mostrar la política que les agradaría a algunos de sus miembros, ni protagonizar los incidentes que años atrás sucedían”. Los dirigentes del club impusieron un código de conducta y fue aceptado por los líderes históricos del grupo. En su momento, la Policía instó al control de sus movimientos para evitar problemas, algo que fue aceptado por todos los clubes como peaje para la convivencia con los grupos radicales.

La situación explotó el mencionado sábado 9 de noviembre: “Se presentaron en la puerta del bar a llevarse al responsable de Ultras-Sur por delante. Así de claro. ¿Cómo pensaban que serían recibidos? Si van a hablar con el responsable y pretenden arreglar las cosas, ¿por qué van con cuchillos? Ahora, con Ultras-Sur probablemente a punto de disolverse (...), quieren ganar en Internet lo que no han ganado en la calle, ni con sus actos ni con su actitud”.

El club les permitió dar a Mourinho una placa

En el último partido de José Mourinho en el Santiago Bernabéu, en el Real Madrid-Osasuna (1 de junio), una delegación de Ultras-Sur, escoltada por miembros de seguridad del club, salió al campo para darle una placa de plata a Mourinho en la bocana de vestuarios. Ultras-Sur, asimismo, emitió un comunicado el año pasado desmintiendo gritos contra Iker Casillas. Esta temporada, por su parte, exhiben bufandas con el lema “Stop represión” porque Antiviolencia multó a cuatro aficionados que exhibieron en el interior del recinto deportivo diverso material de simbología nazi durante el derbi ante el Atlético.