Jaén 3 - Zaragoza 0
El Jaén sentencia a Paco Herrera
El entrenador zaragocista tiene un pie y medio fuera del club. El conjunto andaluz ganó gracias a los goles de Óscar Quesada, por partida doble, y de Curto.
Quizá el viaje a Sudamérica del director general García-Pitarch o las acostumbradas veleidades de Agapito Iglesias —lo que hoy es blanco, mañana es negro—, prolonguen una semana más la agonía de Paco Herrera, acaso hasta esperar al grado de furia de La Romareda frente al Girona. Pero a nadie escapa ya que el entrenador del Real Zaragoza está sentenciado, víctima de unos números desastrosos y también de sus propios errores, pero especialmente de la peor plantilla del club aragonés en toda su historia.
El Zaragoza camina hacia atrás con botas de siete leguas. Y cada partido es peor que el anterior. Su primera parte en el Nuevo Estadio de La Victoria fue tan lastimosa que deja ya sin ninguna defensa al técnico y a todos sus futbolistas.
En realidad, a todo el club en general. Aquí no se salva nadie. Ni en el campo ni en los despachos. El Zaragoza del Ausente (Agapito Iglesias) es un enfermo terminal que sigue devorando cada semana el orgullo y la paciencia de sus seguidores. Una verdadera calamidad en todos los órdenes, cuya única solución es el cambio de propiedad.
Los resultados son cada vez más humillantes, y el Zaragoza, con el segundo presupuesto más alto de toda la Segunda División, no da un solo síntoma de vida y está en trance de lo peor. Por más que cambien los nombres y las alineaciones, el equipo no juega a nada. Ni defiende, ni ataca, ni compite...
El Jaén, un recién ascendido de Segunda B, le pintó ayer la cara al Zaragoza con todas las de la ley, aprovechando el desparpajo de Machado, que llevó por calle de la amargura a Cortés y a José Mari, y el oportunismo de su medio centro ante una defensa y un portero de cartón piedra: Óscar Quesada cabeceó dos veces a placer en el área zaragocista, la segunda en las mismas narices de Leo Franco, al que ya se ha tragado el desastre colectivo. Dos goles que ponen una vez más de manifiesto que al Zaragoza le cabecean hasta los Siete Enanitos, un problema estructural que no hay entrenador en el mundo que solucione.
Paco Herrera metió a Tarsi y Roger tras el descanso, mandando a la ducha a los inoperantes José Mari y Cidoncha, y retrasando unos metros a Barkero para hacerle partícipe de la elaboración. El Zaragoza, por efecto de la previsible bronca del técnico, se lanzó durante veinte minutos a un ataque desesperado sobre la portería del Jaén en busca de un gol que volviera a abrir el partido, pero el rival no se descompuso nunca.
El equipo aragonés tuvo otra actitud, otro nervio, pero no le alcanzó para levantar una losa de dos goles. Su esfuerzo desorganizado y sin remate fue baldío y a la que quiso el Jaén le dio el golpe de gracia definitivo.
Paco Herrera se irá, probablemente esta misma semana, pero el cáncer sigue ahí, arrasando hasta las cenizas. Agapito y todos sus colaboradores han destrozado al Real Zaragoza y urge quitárselo de sus manos o la desaparición se consumará antes de que nos demos cuenta.