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Daniel Sánchez Arévalo

"Es normal ser un yonqui de La Roja, es muy especial y única"

Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970) es futbolero y del Madrid. La gran familia española, su última película, revive la final del Mundial. Y su mirada al gol de Iniesta emociona.

Daniel Sánchez Arévalo
Rafa Aparicio

Algo que aún no le habrán preguntado... ¿Cómo vivió la final del Mundial de Sudáfrica?

No, aún no (risas). Pues fue en mi casa. Es centro de reuniones y allí junté a amigos de la infancia, adolescencia, facultad, estaba Quim Gutiérrez (actor de la película)... Muchos ni se conocían y, de repente, eran íntimos... Y al salir a la calle... Cómo estaba la calle...

¿Le vino ahí la película?

Después, tampoco mucho, pero después. Me quedé muy enganchado a la sensación que me provocó la Selección en ese Mundial, a lo que se respiraba en la calle. La gente más alegre, más contenta, más unida. “Ojalá algún día yo pudiera provocar algo así con una película”, me dije. Luego tuve la idea de la historia de esta familia, los cinco hermanos, la boda del pequeño, el padre que se pone malo... Y el último elemento fue el Mundial. Quería enmarcar la película en un contexto y cuando se me ocurrió sentí: “Está. La tengo”. Fue el paso necesario para sentarme a escribir.

‘La gran familia española’ su cuarta película. Otra comedia después de ‘Primos’.

Y tiene más cosas que Primos. Más elementos. A la gente le encanta reírse, pero también emocionarse. Que le cuentes algo que le llegue, que le llegue de verdad...

Su corto, ‘¡Gol!’, ya iba de la semifinal Madrid-Barça de la Champions en 2002…

Fue mi primer corto. Lo hice después de estudiar en Estados Unidos, en mi casa. Obviamente no es autobiográfico, pero sí tiene que ver con la pasión por el fútbol. Yo soy muy futbolero. Es algo social, cultural, y nuestra mayor fuente de ilusión y alegría, sobre todo, la Selección. Lo que ellos nos han proporcionado es muy especial y único. Es normal que estemos tan enganchados y yonquis.

Pero ‘La gran familia española’ no es sólo fútbol...

Si la película tratara sólo de la final del Mundial sería un fracaso. No hay nada que esté al nivel de esa emoción. Para eso mejor haces un documental o pones sólo el partido. Es parte pero no va de eso. Cuando introduces fútbol en una película debes hacerlo con cuidado. Y el fútbol está en la historia de estos personajes. Ellos también juegan el partido de sus vidas. Muchas cosas cambian. Igual que ese día cambió la historia de España y de su deporte.

Sus personajes también representan a la afición. La que ve a la Selección ganar siempre. La que creía que no pasaría de cuartos...

Se juega mucho con las dos Españas, la de cuartos y la vencedora. El hermano mayor es esa España que se cree que las cosas van a suceder y al final se pega de bruces contra ese muro infranqueable que eran los cuartos. El pequeño, el de 18, es esa España sin complejos, con garra y talento, que hace que las cosas pasen de verdad. Eso es la Selección, Gasol, Nadal, Alonso... Es que así da gusto...

¿De dónde le viene la pasión por el fútbol?

De niño. De mi padre, de mis abuelos. Tengo tíos abuelos que jugaron en el Racing y en el Celta. Los Sanz. Y, de siempre, hemos estado muy vinculados al fútbol. Cuando era pequeñito, iba a jugar con mi tío abuelo Teto todos los domingos por la mañana y allí estaba Marquitos jugando, el del Madrid, el de las cinco Copas de Europa.

¿Su primer recuerdo del Santiago Bernabéu?

Lo asocio a la picaresca española... Mi padre es pintor, dibujante, y falsificaba los carnés del Madrid. Era una cosa artesana. ¡A mano! Con uno entrábamos cinco. Otra temporada teníamos dos. Entrábamos, los tirábamos y los cogía otro. Claro, en esa época te sentabas en los pasillos, estabas de pie... No había ese control estricto de tornos y códigos de barras...

¿Qué momento no olvidará jamás?

La final del Mundial de España, en 1982. El Italia-Alemania. El follón que había. Mira que había ido veces al Bernabéu pero nunca había visto tanto color, tanta euforia. Era un niño de doce años y me puse muy nervioso. En un momento, me agobié muchísimo y mi madre me soltó un bofetón que me sentó como la seda. También el 12-1 del España-Malta. ¡Hasta mi abuela lo vivió como una loca! Y he disfrutado muchísimo las grandes remontadas del Madrid de Santillana. Aquellas noches míticas. Yo era de Santillana. Santillana y los goles de cabeza. Aquello era lo más grande.

¿Santillana era su ídolo?

Santillana y otros tres: Butragueño, Raúl e Iker.

O sea que Casillas le escribiera tras el pase de la película a La Roja fue casi, casi como marcar el gol de Iniesta...

Cuando se la presenté a los jugadores hice una mención especial a Iker. Sé que lo está pasando regular y yo le admiro. Que luego pidiera mi teléfono y me escribiera dándome las gracias fue lo más especial.

¿Cómo se fraguó ese pase de Prensa con la Selección?

Al terminar de montarla, le dije a mi productor: “Jo, no sabes la ilusión que me haría que la Selección pudiera verla. ¿Por qué no lo intentamos?”. Hablamos con la Federación y nos abrió las puertas. Fue precioso. Y sus reacciones...

¿Qué fue lo que más les gustó a los jugadores?

El final, cuando ellos ya no salen. Al salir todos me decían: “El final me ha emocionado”. “Me ha tocado”. “Qué bueno”. Todos. Y ahí sentí: “Vale, la peli funciona”. Porque si ellos, una vez ya no salen, es cuando realmente se enganchan, es buena señal. Luego me hizo mucha gracia que Villa, nada más llegar, le dijera a Raúl Arévalo: “Anoche vi Primos y me partí la caja”. Al terminar la peli se me acercó y le pregunté: “¿Y ésta? ¿Mejor o peor que Primos?”. “Igual de buena, igual”.

¿Cuántas veces vio el partido para preparar la película?

Muchas. Quería que hubiera cierto paralelismo entre el partido y lo que le pasaba a los personajes. Lo volví a ver entero para seleccionar los puntos claves. Quería enseñar la patada de De Jong, la parada de Casillas, el gol... Y luego encajar el tetris de la película, los personajes, sus historias, con eso. Fue difícil, pero bonito.

¿Conseguir los derechos de la FIFA fue complicado?

Un parto. Un infierno. No están acostumbrados a ceder imágenes para películas y, luego, es muy difícil gestionarlo por los derechos de los jugadores. Hay muchísimos condicionantes. No puedes enseñar a gente de la grada. Ni decir nada en contra de jugadores y árbitro... ¡Y anda que no fueron cerdos los holandeses! Yo en casa acababa insultándoles. En el guión está todo un poco matizado con sonidos guturales y gritos. No podías decir: “¡Asesino!”, aunque eso era lo que te salía.

Casi, casi como gritar: “¡Gol!” cuando se ve el de Iniesta en su película...

Fíjate, recuerdo que cuando vi Evasión o victoria y Pelé empata al final, el cine entero se levantó gritando gol como si estuviéramos en el estadio. Y eso  se me quedó tan clavado dentro… Por eso el gol de Iniesta tiene tanto peso. Tenía muy claro que cuando presentara ese momento debía ser distinto. Debía volver a generar toda la emoción que nos provocó en su día.

¿A usted aún le emociona?

Cada vez que lo veo. Da igual cómo. Dentro de la peli. Fuera. Cuando lo estaba montando, que lo vi 40.000 millones de veces, llegaba ese punto y me emocionaba. Obviamente eso no es mérito de la película. Es de Iniesta y esos chavales con talento y sin complejos.

Pero, en la película, celebra el gol con el silencio...

Lo probé de mil maneras y, de repente, con silencio... Y es que tiene tanta potencia por sí mismo que me gustó. En vez del ruido, de la exaltación, no se oye nada.

¿Ha hablado con Iniesta?

El día de la Selección. Cuando nos hicimos el photocall, pedí: “¡Eh!, yo al lado de Andrés”. Le dije: “¿Sabes que podrían nominarte al Goya como mejor actor secundario o protagonista por esta película?”.

Y también a Camacho y su “Iniesta de mi vida…”.

¡Cómo me gustaría darle las gracias un día por esa frase! Ha quedado ya para los anales. Es histórica también.

Hace un mes que se estrenó ‘La Gran Familia Española’. Ha recaudado 2,5 millones, ha calado entre el público, ha gustado y emocionado...

Eso te llega. Yo hago cine por y para el espectador. Para provocar emociones y contar historias. A mí eso me interesa más que los premios. Me da mucho miedo el qué guay, qué bonito, pero si la gente no va al cine al final eso no vale de nada.

Quim Gutiérrez le llama el “Del Bosque del cine...”.

Me parece bien (risas). Creo que la manera de dirigir tiene que ver con crear un clima favorable. De concordia y unión. Y ese es un poco el estilo de Del Bosque. Yo no sé trabajar en conflicto. Los malos rollos no ayudan a sacar casi nada bueno. Debes tener la sensación de que todos participan y no eso de: “¡Es mi peli y se hace lo que yo digo!”.

Del Bosque que es lo contrario a Mourinho... ¿Le gustaba?

Nunca he sido su fan. No me gustaban sus formas, sus modos, las broncas... Lo paso mal, no me gusta, me parece poco madridista, un club que siempre ha hecho gala de clase y señorío. Y, de repente, decías: “¿Dónde está todo esto? No lo veo”.

¿Quién es su Iniesta en el cine? ¿Y su Casillas?

Mi Casillas es Antonio de la Torre. Ha estado conmigo en todas las pelis. Es con quien yo me siento seguro. Sé que me cubre las espaldas. A Quim (Gutiérrez) le daré el papel de Iniesta. Es un tío que necesita protagonismo y sabe asumir la responsabilidad, coger el peso del equipo, repartir el juego. Y Raúl (Arévalo) sería un carrilero. Sube y baja. Sale poco, pero cuando lo hace remata y mete gol. Un cazagoles, el tío.

Y Patrick Criado, que encarna al joven, es su Torres...

Sí, cuando estábamos rodando y necesitaba que se creciera le decía: “Tú eres Torres”. “Imagínate que lo eres”. “Dale ahí, Torres”. Él es muy del Atleti... Y se crecía, ¡eh!

¿Qué sensaciones le da la Selección para Brasil?

Pues que ahora nos toca a nosotros ser generosos y quitarles presión. Parece que están obligados a ganar y, jolín, nos han dado dos Eurocopas y un Mundial. Estamos ya servidos para un par de décadas. Pero son condenadamente buenos... No tienen complejos, juegan de tú a tú y son el enemigo a batir... ¡Quién nos lo iba a decir...!

Y si España gana el Mundial de Brasil, ¿habrá secuela?

Si ganamos en Brasil hago lo que sea... ¡Hasta secuela, sí!