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ATLÉTICO 2 - CELTA 1

Diego Costa se da otro homenaje

El máximo realizador de la Liga, con diez goles, hace doblete y da el décimo triunfo seguido a un Atleti que arrolló de inicio y sufrió al final. Nolito marcó y resucitó al Celta.

Diego Costa se da otro homenaje
PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP

La vida sigue igual y, como diría el añorado Montes, puede ser maravillosa. Que le pregunten a los aficionados del Atleti que vieron como su equipo logró su décima victoria seguida (ocho en Liga y dos en Champions) y mantiene el ritmo del Barça con un balance impoluto. También vieron como ese delantero por el que se pelean España y Brasil vale cualquier conflicto diplomático, se han librado guerras por bastante menos que Diego Costa. Marcó dos goles (o uno y medio, ya que el primero fue una coproducción con Godín), es pichichi y, lo que es más importante, es imparable. De Luis Enrique y Nolito, hablaremos luego, pero que el andaluz no sea titular siempre en este Celta se entiende mal. Vamos, que no se entiende.

Antes de que al Atleti le pesaran Chamartín y Oporto y Nolito lo pusiera todo patas arribas, los de Simeone dieron una exhibición, quizás su mejor hora del curso, que ya es decir. Si el Celta no llegó goleado al descanso fue gracias a Yoel, un señor portero. Los celestes practicaron una extraña estrategia: salir jugando de su área pero no cruzar jamás la línea de medios. Para el Atleti fueron un bañista orondo en un banco de pirañas.

Una y otra vez robaban Mario (titular por gastroenteritis de Tiago), Gabi, Koke y Arda en terreno rival. Filipe y Juanfran vivían como extremos (de los buenos); Villa, desacertado en el remate pero fundamental en el juego, desahogaba rápido, y Diego Costa salía en estampida. Fontás y Costas, centrales tiernos, descubrieron por las malas que los niños no vienen de París. Las ocasiones se sucedían a un ritmo que no había quién tomase nota.

Las dos primeras las tuvo el Guaje; un cabezazo fuera tras jugadón de Juanfran y un mano a mano perdido en el primero de los aciertos de Yoel. Pero el portero gallego se guardó lo mejor para el minuto 25. Filipe, tras una de esas maniobras de centrocampista disfrazado de defensa, se metió en el área y fue arrollado por Costas. Diego Costa lanzó el penalti y allí apareció Yoel, que se teletransportó al otro palo para despejar también el segundo remate de Villa. Tremendo.

Aún haría Yoel cuatro paradas más (a Mario, Arda y dos a Costa) antes de ceder por extenuación en el minuto 43. Filipe, de nuevo Filipe, aprovechó un fallo de Álex López para llegar a la línea de fondo y su pase de la muerte lo remachó Godín y, justo después, Diego Costa. Las caras y gestos de ambos en la celebración delataron su confusión sobre la autoría, pero parece que el pichichi tocó el último. El Celta celebró el gol intentando tocar en su área y aún regaló dos ocasiones más a Villa antes del descanso. Pero Yoel no estaba para bromas.

La segunda parte arrancó igual y Villa culminó su mañana de ceguera con un fallo increíble a placer. Costa le obsequió el gol, pero él remató fuera y se lesionó en la jugada. El que no perdonó fue Diego Costa en el 62’. Balón buscándole en largo de Gabi, control, zancada, cuerpeó a Costas como si fuera un niño y gol marca de la casa. Imparable.

Con el 2-0 sucedieron dos cosas: al Atleti se le acabó la gasolina y Luis Enrique se acordó de que tenía a su mayor talento en el banquillo. Entró Nolito y cambió el partido. Marcó el 2-1 picando con sutileza tras mal despeje de Mario y Courtois evitó que empatase de falta directa. Hizo sufrir él solo a los del Cholo más que la mayoría de sus rivales al completo. Cosas de entrenadores. La fea lesión final de Gabicongeló el ambiente, pero el Atleti sigue sumando. Multiplicando en el caso de Diego Costa.