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LA ENTREVISTA

Cansado: “El fútbol es el mayor imperialista del mundo”

Javier Cansado tiene un peculiar concepto del fútbol. Fue seguidor del Barça, Atleti o Valencia, pero ahora es un furibundo madridista.

Madrid
JAVIER CANSADO
CARLOS MARTINEZDIARIO AS

¿Cómo se siente tras el fiasco de los Juegos?

—Hombre, a mí me interesaba el tema porque tenía un piso para alquilar, y ahora lo veo más chungo. Por lo demás, me da igual.

—¿Qué es lo que más le ha impresionado de todo el tinglado que se montó?

—El nivel de conocimiento de inglés de nuestros políticos, sobre todo el de Ana Botella (ríe). Creo que tiene mucho desparpajo y frescura y ese spanglish, esa mezcla de español e inglés en las frases, está muy bien. Creo que aprendió con el mismo profesor que su marido, el señor Aznar.

—¿Cree que se le puede sacar partido al "relaxing café con leche" en la Plaza Mayor?

—Tiene posibilidades, pero en la Plaza Mayor yo me relajo mejor con un bocata de calamares, aunque también los podemos mojar en café y ya sería un relaxing café con leche y calamars…. y no quiero seguir porque me estoy embalando.

—¿Qué le parece la imagen que han dado nuestros políticos y representantes en la presentación de la candidatura de Madrid?

—Muy cutre y lamentable, que quiere que le diga. Además, éramos muchos, ¿no? Éramos el triple que los japoneses y el cuádruple que los turcos. Dábamos el cante y la triste realidad es que hasta Estambul nos pasado por encima.

—¿Pero usted estaba ilusionado con el asunto de los Juegos Olímpicos?

—Es que yo soy muy carpe diem, me resigno fácilmente. Iba a decir que soy muy católico, pero no, soy católico normal y si me das a elegir entre el Espíritu Santo y los billares, yo prefiero los billares. Si nos los hubieran dado, olé, no nos los han dado, pues nada, tardo diez segundos en decir olé otra vez. Yo, insisto, lo siento por lo del piso.

—¿Y cree, de verdad, como afirman algunos, que nos tienen manía?

—No es que nos tengan manía, es que yo creo que no nos consideran en nada. Con los Austrias éramos los dueños del mundo, pero toda la pasta que traían de América la dilapidaban en guerras y en no sé cuantas aberraciones más, pero no se hacía nada de provecho. Algo lamentable, se parece mucho a lo que ocurre ahora.

—¿Por qué piensa que hay esa diferencia entre la gran calidad de los deportistas españoles y nuestra clase política?

—Somos grandes en el deporte pero no gracias a una planificación correcta, surgen fenómenos pero casi de forma espontánea. La clase política que tenemos es la que es, son incapaces de sacar nada adelante.

—Llevando el asunto al terreno del fútbol, ¿usted cree que si Florentino Pérez hubiera llevado la voz cantante en el tema de los Juegos nos habría ido mejor?

—Hombre, yo ahora mismo soy muy madridista y lo que haga mi presidente es sagrado. Para mí hay dos cabezas visibles en el mundo: el Papa, claro, como católico que soy, y como madridista, Florentino.

—Sin embargo otra gran cabeza visible en el madridismo, como Zidane, ha cuestionado a su presidente por lo que ha costado Gareth Bale. ¿Cree que es una burrada lo que se ha pagado por el galés?

—Yo creo que a un equipo de fútbol no se le puede perdonar una deuda con Hacienda ni con la Seguridad Social, ni con nada. Dicho esto, si todo está en regla, que haga lo que le dé la gana, y que se gaste la pasta en lo que quiera. El fútbol mueve mucho dinero y no tiene por qué ser ejemplar, ni impartir valores. La educación está en la familia y en el colegio.

—Hablando de la familia, ¿cómo se puede explicar a un hijo su evolución futbolística, teniendo en cuenta que usted ha sido seguidor del Barça, del Atlético de Madrid, del Athletic de Bilbao… y ahora, del Real Madrid?

—Tengo que decir que yo en el colegio era antimadridista. Me parecía tal el abuso del Real Madrid que lo odiaba. Luego me hice del Athletic, porque eran todos españoles y grandotes, y luego me fui a vivir a Legazpi, barrio cercano al Manzanares, y me hice del Atleti. He sido del Valencia y de la Real Sociedad. Y luego me hice del Barça, porque estaba Eusebio, Laudrup, no sé...

—¿Pero cómo se pueden dar esos bandazos?

—Pues porque reconozco que soy un veleta. Y después de mi afición por el Barça me desinflé, y luego ya me hice del Madrid. Hace cuatro años que soy del Real Madrid. Y soy seguidor furibundo, aunque si perdemos es verdad que el disgusto me dura cinco minutos.

—¿Y cuál ha sido el motivo clave para ser merengue?

—En mi círculo de amigos hay mucho progre y tal, y se acusaba al Madrid de equipo capitalista y todo eso. Y criticaban que llevara en las camisetas publicidad de Bwin mientras que el Barça llevaba Unicef, y yo no tragaba con esas majaderías porque la pasta reinaba en ambos equipos. Y me empezó a caer simpático el Madrid, y ahora siento esos colores con pasión. Y me pongo una camiseta de Owen.

—¿De Owen?

—Sí, sí, de Owen. La gente flipa, y no sé por qué… No me miréis así, que es verdad.

—¿Cómo siente usted el tremendo poder que tiene el fútbol en esta sociedad?

—Lo vi claro cuando en un Telediario de La 1 dedicaron más de diez minutos de entrevista a Mijatovic. Una persona, que con todos mis respetos, no tenía nada que contar. En ese momento me di cuenta de que el fútbol había dado un tremendo paso sociológico. Se había convertido en una especie de religión laica de consecuencias imparables. El fútbol es el mayor imperialista del mundo.

—¿Se ha imaginado en algún momento ser una estrella del fútbol?

—Yo he tenido la oportunidad de jugar en una liguilla contra Fernando Redondo y me quedaba asombrado viendo sus movimientos, casi de ballet. Y me daba envidia. Me habría encantado ser futbolista, pero creo que no tenía condiciones, o quizá no entendieron mi peculiar estilo.

—¿Usted de qué jugaba?

—De defensa.

—¿Y le entraba duro a Redondo?

—Mire, lo que pasa en el terreno de juego ahí se queda.

—¿Cuál es, para usted, el jugador más cómico?

—Hombre, el humor, las situaciones divertidas son más buenas cuando no las buscas. Ahí tenemos a Sergio Ramos, por ejemplo. Él en sus acciones quiere ser agradable e, inconscientemente, provoca situaciones cómicas. Al tirar un penalti a la luna, al felicitar un mes después de lograr el oro a la selección de waterpolo femenina, no sé… al hacer determinadas declaraciones que son tronchantes pero no porque él lo pretenda.

—¿Y qué le parece la pretensión de muchos programas deportivos de ser ‘graciosos’?

—Yo creo que estaría mejor introducir el humor en el periodismo político, pero, en fin. Hombre, ahora hay muchos tiempos muertos en la radio, los partidos no se disputan a la misma hora y hay que mantener el tipo como sea. Y no es fácil hacer humor.

—¿Qué le parece la afición del Bernabéu?

—Es un estadio singular y difícil pero a un fino estilista como Benzema no se le puede silbar porque sea más o menos frío o se equivoque en alguna acción. Ahora ha llegado Bale, bien, pero se va Özil, ¿cómo se puede marchar Özil?, ¡por Dios! No lo entiendo, verle jugar a ese muchacho es una delicia.

—¿Cómo contempla el futuro del Real Madrid con los nuevos fichajes?

—Lo veo oscuro, qué quiere que le diga.

—¿De verdad?

—Sí, porque este equipo se está armando para jugar contra el Barça, pero en Europa hay otros equipos, que se cierran, que juegan de otra manera. Y cuando se enfrenten a ellos lo van a tener difícil. Bale es muy rápido, y Cristiano, pero ¿quién les lanza? Hay que alternar el toque con el contraataque y al Madrid le veo más débil este año al contraataque.

—¿Y en el espeso debate de la portería blanca, dónde toma sitio Javier Cansado?

—Casillas suele ir con frecuencia a nuestros espectáculos, y cuando le vemos entre el público siempre le hacemos algún homenaje. Yo soy muy fan de Iker, pero creo que los porteros tienen que ser, aparte de buenos, altos. Ahora hay muchas jugadas de estrategia, a balón de parado, y eso requiere un guardameta muy seguro por arriba. Y Casillas es agilísimo y buenísimo bajo los palos pero no es alto. Diego López es muy bueno también, pero además, es más alto.

—¿Y si usted fuera Ancelotti, a quién sacaría de titular?

—Yo, como Javier Cansado, sacaría a mi amigo Iker, pero si fuera Ancelotti sacaría a Diego. Son otros tiempos, y ahora todos los grandes porteros internacionales son altos. Es un asco, pero es así.

—¿La gran rivalidad entre el Madrid y el Barça­ perjudica a la calidad del campeonato de Liga?

—Bueno, esta rivalidad es relativamente moderna porque no hace mucho tiempo los dos grandes eran el Madrid y el Atleti, y también estaba el Valencia. Esto es una cuestión de poderíos económicos de estos nuevos tiempos. Yo creo que estamos abocados a una liga europea porque en España, con todos mis respetos al resto de equipos, el Madrid y el Barça van más que sobrados. La Liga no tiene mucho interés.

—Ha empezado el campeonato de Liga y también su temporada de artista. ¿Dónde arrancan la gira?

—Empezamos el 5 de octubre en Elche y ya seguimos todo el año sin parar por toda España y alrededores.

—¿Es un espectáculo nuevo?

—No, lo nuevo es el título pero el espectáculo no ha cambiado. Quiero decir, es un viejo truco porque tenemos cierta tendencia a la improvisación y a lo largo de la temporada las historias que contamos van evolucionando y tomando vida propia. Es posible que el espectáculo que estrenemos en Elche no se parezca en nada al que representemos la próxima primavera.

—Antes de terminar, ¿cuál será su próximo equipo?

—Le estoy dando vueltas y es posible que sea el Depor. Me caen muy bien los gallegos.