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MUNDIAL 2014 | FINLANDIA 0 - ESPAÑA 2

Victoria mundial en Finlandia

Un gol de Jordi Alba al principio y otro de Negredo al final nos dejan en la puerta de Brasil: nos faltan cuatro puntos ante las 'marías'. Parada milagrosa de Casillas con 0-0
Alineaciones del Mundial 2018 por selección: onces titulares

Victoria mundial en Finlandia

A falta de confirmación matemática, que pasa por sacar, en el peor de los casos, cuatro puntos ante Bielorrusia y Georgia en casa en octubre (gracias al empate de Francia en Tiflis), España llegará al Mundial por el atajo. Un escenario estupendo al que nos llevó un triunfo sin gloria en Helsinki, donde nunca habíamos vencido ni marcado. Hicimos lo uno y lo otro sin excesos ni lujos, con un gol de Jordi Alba y otro de Negredo y media docena de sobresaltos ante una selección menor pero crecida y con ganas de progresar. También con Casillas de ángel de la guarda, con una parada de las de antes, de las de siempre, para alargar el debate. En España y en el Madrid.

Del Bosque presentó un plan ambicioso de asalto que salió a medias. Se ahorró los preámbulos que resultaron aburridos y fatales en Gijón; también se ahorró a Arbeloa para darle doble sentido a la banda derecha con Koke; alargó hasta lo imprudente a Jordi Alba por la izquierda; forzó la sociedad Villa-Cesc, a ratos dos puntas, a ratos punta y medio, con el culé entre la llegada y la creación; y metió a Sergio Ramos como segundo armador, junto a Mario Suárez, con el balón de nuestra parte. Un frente de ataque amplísimo para distraer a la muchedumbre finlandesa y una presión colectiva y fiera a 25 metros de Maenpaa, para ahorrarse gasto y papeleo ofensivo después y desanimar al adversario retirándole el beneficio de la pelota de inmediato. 

Estuvo bien pensado pero fallaron el vértigo en la circulación para marear a Finlandia y domarla en la persecución fatigosa y sin esperanza y el invento de Koke, que es más jugador de manejo que de recorrido, más centrocampista que lateral o extremo. En su falta de destreza defensiva (nunca jugó ahí) se cebaron los de Paatelainen en los primeros minutos, cuando decidieron ser lanza además de muralla. Los 40.000 hinchas les dieron el atrevimiento que no tuvieron en Gijón. También sus ganas de pegar el estirón de una vez. Pukki tuvo dos opciones claras. La primera, muy similar a la que aprovechó en El Molinón. Casillas se la limpió con un movimiento instintivo de su pie derecho, para evidenciar que juega por histórico y por su costosa contribución al medio ambiente pero también por bueno y milagroso. Tan bueno y milagroso como Valdés, cuyo ‘fair play’ es más de Príncipe de Asturias que la celebrada amistad entre Iker y Xavi. La segunda se le marchó alta al exsevillista, que dejó un puntito diabólico aunque sin romper en gran figura. Es magnífico en el desmarque y poco certero en el remate.

Y en estas llegó el gol, cuando Cesc filtró un pase de exposición y Jordi Alba completó un trabajo de extremo con sobresaliente. Asomó tras las costillas del lateral, controló con la izquierda y despachó a Maenpaa con la derecha. En contra de la costumbre, primero fue el tanto y luego el toque, en el que se columpió un buen rato la Selección sin dar ni recibir noticias, más allá de un chispazo de Villa, que encadenó sin pestañeo control, esprint y remate demasiado cruzado. El asturiano llevaba ya un rato vencido a la izquierda, porque Jordi Alba, con viento a favor, plegó velas. Ya no fue el lateral refrescante del comienzo aunque se mantuvo como el futbolista con más pujanza de la Selección.

El partido pasaron a manosearlo Iniesta y Cesc, brillantes en la gestión pero sin prisas en la resolución, y cogió la misma deriva peligrosa que en Gijón. De Finlandia comenzaron a tirar su vergüenza torera y la tendencia bajista del campeón. Pukki gozó de dos intentos más, Tainio mandó al lateral de la red un cabezazo de infarto, Ring estropeó con un remate alocado un acelerón que desbordó a los centrales de La Roja. Hubo riesgo de verdad, antes y después de los cambios de Del Bosque, que buscó con Navas y Negredo un mayor voltaje ofensivo. Se cargó de razón. El ariete acabó haciendo el 0-2 a la segunda (se había traspapelado antes en el remate) a pase del exsevillista. La pareja del City firmó un desenlace más feliz que vistoso. Pero nadie se acordara de eso cuando pisemos Brasil.