FÚTBOL
Fallece Ignacio Eizaguirre, otro gran guardameta de época
Falleció ayer a los 92 años. Defendió la portería de Real Sociedad, Valencia y Osasuna. Leyenda che. Tres Ligas y una Copa. Fue, junto a Ramallets, el meta de España en Brasil 50.
Un mes después de que nos dejara Ramallets se marchó Ignacio Eizaguirre (San Sebastián, 1920-2013). Ellos fueron los porteros de España en el Mundial de Brasil de 1950. Eizaguirre jugó dos partidos: contra Estados Unidos y Suecia. El guardameta vasco era hasta ayer el internacional en vida de más edad. Falleció en su San Sebastián natal a los 92 años y Mestalla le recordó anoche como hace unos meses a Puchades. Porque Eizaguirre es leyenda del Valencia. No fue el club che el único de su vida (Real Sociedad y Osasuna también le disfrutaron), pero en Valencia fue donde más legado dejó (tres Ligas, una Copa y dos trofeos Zamora) y desde donde llegó a la Selección.
A Eizaguirre le describían como un portero elegante en sus movimientos y un virtuoso con los pies. Él se definía como "un futbolista playero", porque fue en la arena de La Concha -su padre tenía cerca una carnicería- donde arrancó su pasión. Fue portero hasta los 40 y entrenador hasta los 55 años. El Arenas fue su primer club y de ahí pasó a la Real Sociedad. Su padre, Agustín Eizaguirre, también portero en su juventud, se comprometió en 1940 con el Valencia. Dio su palabra a Luis Colina (secretario técnico che) y ni Alberto Maluquer (Barcelona) ni Armet Kinké (Real Madrid) le hicieron cambiar de parecer pese a presentarle sendas propuestas mejores. Hasta se puso en rebeldía en la Real Sociedad porque no le dejaban marchar y por ello estuvo casi un año sin jugar.
Ignacio Eizaguirre solía hacer mención a dos anécdotas. Su debut con el Valencia fue en Chamartín y encajó cinco goles. Ramón Encinas le relegó al banquillo y apostó por Pío. En enero el equipo viajó a Bilbao. Eizaguirre acudió para ver a la familia (entonces solo viajaba un portero) y su padre fue al hotel con un buen capazo de embutido. Pío, que era un "tragón", cogió un empacho y Encinas no tuvo otra que poner contra el Athletic a Eizaguirre. Ya no volvió al banquillo. Años después, entrenando al Córdoba (lo hizo también a Osasuna, Murcia -al que ascendió a Primera-, Celta, Granada, Burgos, Sevilla, Hércules, Tenerife y Alavés) hizo debutar a Miguel Reina. "Paró un penalti y fue gracias a mi mujer, Carmen, que nos analizaba a los rivales y nos decía por dónde tiraba cada uno los penaltis".