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REAL MADRID | GARETH BALE

Primer galés y británico número 13 en la historia del Madrid

Los siete primeros jugaron antes del año 50. Cunningham no brilló; McManaman, Beckham y Owen tuvieron luces y sombras y Woodgate fue un fiasco.

Actualizado a
Woodgate, Beckham y Owen coincidieron en el Madrid.

“Bale lo hará bien pero España no es lo que te imaginas". La sentencia es de Michael Owen, Balón de Oro de 2001 que jugó en el Real Madrid en la temporada 2004-05. Esa frase podría resumir el paso de un buen puñado de británicos por el fútbol español. También por el Real Madrid. Acostumbrados a otras Ligas, a otro ritmo y a otra cultura de fútbol, las estrellas de las islas nunca lo han tenido fácil en España. Ni en el Barça (Hugues, Lineker o Archibald son casos paradigmáticos), ni en el Real Madrid. Beckham, McManaman e incluso Owen tuvieron algún chispazo destacado. El primero hasta marcó en una final de Champions y una semifinal ante el Barça.

Real Madrid Club de Fútbol

Gareth Bale sería el primer jugador galés en la historia del club blanco y el decimotercer británico. Siete de ellos pertenecen al protofútbol. Arthur Johnson, Lindsey, Linney, Stampher, Charles Wallace y Wickerstaff ni siquiera jugaron en Liga y pertencieron por un corto espacio de tiempo al Real Madrid en las dos primeras décadas del siglo XX. En la temporada 1948-49, el Real Madrid incorporó a Watson. Eran tiempos de Mister Keeping. Apenas jugó un partido de Liga.

Laurie Cunningham fue la primera gran estrella británica en aterrizar en el real Madrid. Costó 175 millones de pesetas, por entonces el fichaje más caro de la historia del club. Jugó 44 partidos y marcó sólo 13 goles. Jugó un gran partido en el Camp Nou (0-2). Desprendía brillo e ilusionaba, pero se apagó. Luego deambuló por Sporting y Rayo Vallecano. Falleció en un accidente de tráfico en 1989.

Steve McManaman llegó al Madrid en la temporada 99-00 y lo primero que hizo fue marcarle un golazo al Valencia en la final de la Champions. A punto de fichar por el Barcelona en principio, terminó de blanco. Fue un futbolista irregular, con momentos brillantes y otros dedicados a la relajación. Su caso fue atípico. Al contrario de las reflexiones de Owen (“fuera del campo es muy difícil. La cultura española tiene una manera muy fácil de ver la vida, hay un ritmo muy lento de la misma”). McManaman se adaptó a velocidad de vértigo. Además del gol en la final de la Champions, hizo una en la semifinal de la temporada 2001-02. Nada menos que en el Camp Nou. El 0-2 que remató al Barça en la ida. Se marchó al City en 2003 con un palmarés espectacular: 2 Ligas, 2 Copas de Europa, 1 Copa Intercontinental, 1 Supercopa de Europa y 1 Supercopa de España.

David Beckham fue el fichaje de impacto. Laporta lo anunció en la candidatura del Barcelona pero él sólo quería jugar en el Real Madrid. Su llegada universalizó más aún al Madrid. El Spice Boy, reclamo de revistas, firmas, medios de comunicación, globalizó al Madrid. Su rendimiento deportivo siempre estuvo en cuestión porque apenas conquistó una Liga y una Supercopa de España, pero a Beckham no se le puede negar un toque de balón fabuloso, una amabilidad que contrastaba con la falta de talante de otros cracks. Una profesionalidad máxima. Circularon mil rumores sobre su carrera: que si vivía en Londres y viajaba cada día a Madrid para entrenar, que si Victoria la Spice no se adaptaba. En cuestiones de marketing su aparición resultó provechosa para el Madrid. Tal vez,vino principalmente a eso.

Michael Owen, el inadaptado, fue un capricho de Florentino, empeñado en reunir en el Madrid a todos los Balones de Oro que se pusieran por delante. Marcó 14 goles en 41 partidos. No fue un mal año y demostró sus cualidades. Velocidad, desmarque y olfato. Tuvo un buen día ante el Barça en un 4-2 pero ese año los azulgrana salieron campeones y el Madrid decidió venderlo al Newcastle. Como McManaman, aterrizó del Liverpool. De orígenes muy humildes, luego abrazó otro tipo de vida de más lujos y gastos.

Jonathan Woodgate aterrizó con gafe. Tipo afable, con un espíritu muy parecido al de McManaman, tuvo que dedicarse a descubrir la cultura española porque jugar, lo que se dice jugar, lo hizo bien poco. Las lesiones le impidieron rendir a pesar de ser uno de los centrales con más proyección de las islas. Woodgate lideró un Leeds poderosísimo que estuvo a punto de alcanzar una final de Champions (con Alan Smith, Viduka…). Fue traspasado por un dineral al Newcastle y de ahí al Madrid. Luego salió cedido al Middlesbrough y más tarde aterrizó en el Tottenham donde, curiosamente, ganó la Carling dirigido por Juande Ramos.

La historia de Bale, decimotercer británico y sexto de la era moderna, está ahora por escribir.