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OBJETIVO INDISCRETO

Iker Casillas en el banquillo: entre la pena y el asombro

El capitán del Real Madrid fue a quien más le sorprendió no jugar en el primer partido de la temporada. Cuando estaba en la cresta de la ola, Iker siempre dudaba del futuro.

Iker Casillas en el banquillo: entre la pena y el asombro

Lo último que se vio de Casillas como portero con guantes fue una parada en el amistoso contra Ecuador, el pasado miércoles, hace seis días. Quien no se perdió el partido lo recordará. Iker se estira para desviar un disparo a bote pronto, un tiro de esos que buscan la escuadra y que ganan velocidad en el viaje, un chut mortífero en la mayoría de los casos. En Youtube encontrarán la jugada con el siguiente epígrafe: "Parada imposible de Casillas a Castillo". Hace seis días, insisto.

Real Madrid Club de Fútbol

Cuatro días después, el pasado domingo y en el estreno liguero, Casillas fue suplente contra el Betis para sorpresa de casi todos. Aunque Ancelotti había alternado a los porteros en la pretemporada, Iker jugó el partido estrella contra el Chelsea sin que se le puedan hacer reproches. Más bien al contrario.

La imagen que nos ilustra y otras similares demuestran que nadie se sintió tan asombrado por la suplencia como el propio Casillas. Aproximadamente tres horas después de recibir la noticia, Iker todavía aparecía apesadumbrado, sin ánimos para fingir una sonrisa o un no me importa. Tampoco tuvo ganas (o fuerzas o cuajo) de participar en el calentamiento de Diego López. Quienes buscan razones para condenarle le condenan ahora por eso.

Después de un calentamiento individual leve y probablemente innecesario (es seguro que ya estaba calentito), Iker probó con el oscuro refugio del vestuario. Tampoco allí encontró tranquilidad. Los flashes le iluminaron hasta convertir la guarida en la pista de un circo. Pasen y vean al ángel caído, observen cómo se le cae el mundo a un campeón del mundo. El rey destronado. Pasen y vean.

Rodeado de fotógrafos, Casillas apartó la mirada y la fijó en cualquier lugar absurdo, una costura del asiento delantero o en las uñas que después terminó de recortarse. Habrán hecho lo mismo si algún día se sintieron observados por varios cientos de ojos con varias docenas de cámaras y algunos miles de clics.

Lo que Iker pensó entonces es imposible decirlo. Tal vez se rió sin reírse de la fama de Ancelotti, entrenador diplomático, o eso creíamos, aunque también se hablaba de entrenador presidencialista y eso parece más cierto.

Ensayo. Es curioso. Cuando estaba en la cresta de la ola, Casillas siempre dudaba del futuro en sus intervenciones públicas. Es posible que lo hiciera porque desconfiaba de tanta fortuna o como simple entrenamiento. Todo portero sabe que para neutralizar el disparo hay que anticipar el primer paso, no cegarse por el flash y sostenerse en el aire. Justo como ahora.