El Madrid, en estado de felicidad, prueba su fútbol ante el Betis

Despierte. Incorpórese lentamente. No tema. Si se siente más ligero es porque se ha liberado de los pesados recuerdos de los últimos meses. De los futboleros, se entiende. De Mourinho y de su guerra. La batalla ha terminado, respire profundo. Los enemigos del Real Madrid vuelven a ser los alemanes de rojo. Nadie persigue al club más que su propia historia. Repítanlo, si son tan amables. Repítanlo dos veces si, además de amables, son gurús o directivos de altos vuelos. Ya no hay fantasmas en los alrededores. Donde había madridistas con la camiseta a medio quitar ahora los hay con la camiseta a medio poner. La diferencia parece leve, pero es espléndida

Sobre las secuelas del conflicto tendremos noticia hoy. El Real Madrid estrena la Liga en el Bernabéu y habrá que observar qué fue de los fanáticos del puño de hierro y las teorías conspirativas. Nada, probablemente. Habrá algún grito, eso es previsible, pero de quienes gritan hasta en los minutos de silencio. Estaremos atentos a esas voces si Casillas es titular, o si falla en una salida por alto. También si saca un balón de la escuadra.

Ancelotti, el entrenador que no levanta la voz, sino la ceja, no quiso decir quién será el portero titular hoy. No le conocemos mucho todavía, pero la sensación es que con la duda ha querido honrar la sana competencia que presenta Diego López. Del resto del equipo titular sólo quiso destacar la ventaja con la que parte Carvajal en relación a Arbeloa, que jugó en Ecuador el miércoles. Lo demás es conocido y resulta fabuloso: de Marcelo a Cristiano pasando por Isco y Özil. Benzema tiene cien razones para estar feliz y una sola para inquietarse: al mismo tiempo se ha quedado sin oposición y sin excusas.

Sin embargo, más allá de la alineación y con ese castellano que reinventa el esperanto, Ancelotti presentó sin hacer ruido un plan revolucionario: no jugar a la contra. A eso se ha dedicado el Madrid en los últimos tres años y cambiar la querencia significará volver a la esencia de un equipo que antes siempre se había caracterizado por dominar los partidos, o por intentarlo al menos. Si además logra recuperar a Kaká, empezaremos a pensar que el nuevo entrenador ha salido barato, pobre jeque parisino.

Flaco. El Betis participará de la fiesta que hoy se prepara con la sospecha de que no ejerce de invitado, sino de plato principal. Es un hecho: en Liga, los rivales que saltan al Bernabéu cada vez están más delgados. No obstante, Pepe Mel ha demostrado que sabe hacer buenos trajes con poca tela. No olvidemos tampoco que el Betis venció al Madrid la pasada temporada cuando le tocó ser anfitrión. En este caso, Jorge Molina sustituirá a Rubén Castro (lesionado sin diagnóstico claro); debutará el genial Verdú (gran fichaje) y regresa Matilla, chico talentoso con la cabeza por asentar que hace su segundo intento de verdiblanco.

Bale no jugará, pero casi. Si el equipo brilla habrá quien ponga en duda la necesidad de su contratación. Si hay atasco, el dueño del Tottenham se ajustará la visera y los manguitos de cajero del Oeste.

El último objetivo del Madrid será recordar cómo era el mundo cuando no había ni tensiones ni reproches. Hermoso, si no me falla la memoria.