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BARCELONA

Con Ramallets se va el último de los grandes porteros sin guantes

Antonio Ramallets sera enterrado mañana jueves en Sant Joan de Mediona, la localidad donde pasó los últimos años de su vida, en una ceremonia íntima por deseo de la familia.

Barcelona
Antoni Ramallets.

A los 89 años murió ayer, justo cuando se cumplían 83 años del fallecimiento de Joan Gamper, Antonio Ramallets Simón, uno de los mejores porteros de la historia del fútbol. Símbolo del barcelonismo y leyenda de una época en la que los porteros jugaban sin guantes. De hecho, en la época de Ramallets, los guardametas empezaron a utilizarlos, pero él, tozudo y orgulloso como fue hasta el último día de su vida, se resistió a ello.

Fútbol Club Barcelona

"El día del España-Inglaterra en Maracaná, el día del gol de Zarra, Williams, el portero inglés vino a buscarme para cambiar los guantes y yo le dije que no usaba de eso, las pelotas no eran tan ligeras como ahora y se cogían mejor", explicaba no hace mucho en una de sus últimas entrevistas.

Ramallets se convirtió en un mito por sus números, pero también por su carisma. Los porteros, siempre llamaron la atención del espectador, pero lo de Ramallets, adornado por un estupendo porte físico que le convirtió en uno de los iconos de la guapura para la época, fue más propio de una estrella de cine que de un deportista.

A nivel de éxitos deportivos, el palmarés de Ramallets es realmente impresionante. Ganó 6 Ligas, 5 Copas, 2 Copas Eva Duarte, 2 Copas Latinas y le concedieron cinco Zamoras. Competitivo como era, explicaba a quien se acercara el primer viernes de cada mes a la sede de los veteranos del Barça, l'Agrupació Barça Jugadors, que "de hecho, Zamoras sólo gané dos, pero fui cinco veces el portero menos goleado de la Liga. Los tres primeros años el Trofeo no existía. Gané las dos primeras ediciones y las otras tres me las atribuyeron". No era de los que le gustaba que le regalaran nada que no se hubiera ganado.

Nacido en el barcelonés barrio de Gràcia y como tal jugador del Europa, vivía en Sant Joan de Mediona, un pequeño pueblo entre l'Anoia y el Penedés donde su discípulo Salvador Sadurní, vecino de la cercana población de L'Arboç, pasaba puntualmente cada primer viernes de mes a recogerle con el coche para llevarle al Camp Nou, donde se encontraba con sus antiguos compañeros. Allí, seguía siendo Don Antonio. Un mito.

De Berna a Zaragoza. Tras jugar 473 partidos con el Barça desde el día que ocupó el puesto de su admirado Velasco, la infausta final de Berna'61 aceleró su retirada, que se produjo la campaña siguiente ya con 37 años. Hasta hace poco, la mera mención de esa final perdida le ponía, en sus propias palabras "de muy mala leche". Dejó la portería y pasó al banquillo, donde el Zaragoza confió en él y le deben que fue el primer técnico que alineó juntos a los '5 Magníficos'. Descanse en paz.