OLYMPIQUE LYON-REAL MADRID
La cantera rescata al Madrid
Ancelotti cambió el dibujo y el Madrid pasó un mal rato. El Olympique se puso 2-0, pero los cachorros blancos, con goles de Morata y Casemiro, firmaron el empate.
Otro partido, otro rival y otro Madrid. Un cambio súbito de escenario que le recordó a Ancelotti que sobra trabajo y falta indagar en el plan de juego. El italiano ensayó con laterales de largo alcance y una variante de cuadrado mágico con Özil. Isco, Di María y Cristiano. Una sacudida al dibujo clásico que castigó un Olympique que llegaba ya en carrera. El Madrid pasó un mal rato antes de ajustarse en el uniforme y se alarmó con el momento de Benzema, que con Higuaín en Nápoles está obligado a actuar sin red, y con la lesión de Illarramendi, que sigue haciéndose esperar. La cantera llegó a tiempo de rescatarle, con Casemiro en el timón para advertir que conviene insistir en él y con Morata sin quitar el dedo del gatillo.
Entre Bournemouth y Lyon hay una galaxia, pero la pretemporada está para agitar la coctelera sin romper nada, y Ancelotti puso del revés el trazado original del Madrid: Benzema y Cristiano en punta; Illarra como único mediocentro; Isco de enganche; Di María y Özil como interiores; Carvajal y Cheryshev de laterales para todo el campo; Kaká en Madrid para separar el trigo de la paja. Una solución radical y de efecto demoledor, más cuando un equipo lleva más de un mes en la pista americana y otro está incompleto (aún andan de vacaciones Casillas, Ramos y Marcelo, la retaguardia de cabecera) y acaba de sacarse las chanclas.
En Lyon, patíbulo de Pellegrini y último escenario en el que el Madrid estuvo muy por debajo de su reputación continental, el equipo de Ancelotti se sintió incómodo en ese uniforme. Lacazette fue un examen de quinto de carrera para Cheryshev, Lisandro resultó diabólico entre Pepe y Nacho, Illarramendi abandonó el frente muy mermado físicamente y al cuarteto de cuerda Özil-Isco-Cristiano-Benzema le costó moverse en ese enredo de presión, ayudas y zaga adelantada que preparó Garde.
Antes del primer cuarto de hora Diego López resultó providencial dos veces. Después, y con el Madrid aún de oyente, Granier marcó un gol de premio, con remate improvisado sobre la marcha en pase de ballet. El Olympique, sin jeque ni petrorruso que lo apadrine, es una miniatura de lo que fue, pero aún emerge como gallo de una gran Liga y tiene más piernas y trazo más definido que el Madrid. También más oficio, porque Ancelotti encuentra una plantilla con más carreras por hacer que carreras de las que presumir. Eso da esperanza y trabajo a partes iguales.
Luego amainó y el Madrid encontró brevemente a Isco, uno de esos futbolistas que perfuman el ambiente, que ponen al público de parte del equipo, que gustan y hacen patria. Y recuperó el sentido de la orientación. El Madrid pasó de tiroteado a expuesto a la emboscada, que ya era un paso, y con el balón de su parte. Di María rozó el empate un remate a quemarropa que Lopes sacó con los pies y a Benzema le llegaron dos balones potables a los que no sacó partido. Con Higuaín en Nápoles, corre ahora sin liebre que le estimule o le estrese. Limpiarle la competencia es lo único que faltaba por probar, pero continúa mostrándose incapaz de cambiar de ánimo o de ritmo. Se le acaba el tiempo y así lo entendió Ancelotti al colocar a Cristiano de nueve tras el descanso. Quizá no sea un analgésico ocasional sino un tratamiento sostenido.
El Madrid volvió a la suerte natural en la segunda mitad, con Khedira y Casemiro en el eje y Di María, Isco y Modric como lanzadores de Cristiano. Y como las adicciones tardan en superarse, funcionó mejor. Porque Casemiro tiene pinta de mediocentro de personalidad, pierna fuerte y llegada por tierra y aire (un gol y un vicegol de cabeza), una amenaza real para Illarramendi. El gol de Lisandro fue un paréntesis en la mejoría y dio paso a la pasarela de canteranos para probar su valor con fuego real. El Madrid fue a más y el Olympique, que también metió a sus mejores jóvenes, se quedó sin voz. Modric mandó un cabezazo al larguero y Morata, tras penalti a Cheryshev, y Casemiro pasaron a limpio el marcador. Cantera contra cantera, el Madrid fue mejor.