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BARCELONA

Perfil: Thiago Alcántara y el camino que no tomó Xavi

Pep Guardiola se lleva al Bayern a la perla de la cantera azulgrana a cambio de 25 millones de euros. Tito Vilanova no ha demostrado tanto interés en él como su predecesor.

Actualizado a
Thiago durante un partido entre el barcelona y el Athletic el 27 de abril.
JUAN FLORDIARIO AS

Era 1999, Armstrong ganaba su primer Tour, una joven Britney Spears saltaba a la fama y en una mesa, ante sus padres, Xavi Hernández se debatía sobre si aceptar la oferta del Milan. Las oportunidades eran pocas y aquel prometedor chico, recién coronado en el Mundial sub-20, a punto estuvo de dejar el Camp Nou. Hay detalles que pueden cambiar la historia de un club e historias que tienden irremediablemente a repetirse. Catorce años después, el llamado a recoger su testigo deja el Barcelona ante una situación similar, con menos peso del esperado y liderando este verano a España sub-21 para proclamarse campeona de Europa. 

Fútbol Club Barcelona
Fussball Club Bayern München

El club catalán ha anunciado esta tarde que Thiago Alcántara ficha por el Bayern de Múnich. Allí le aguarda con los brazos abiertos Pep Guardiola, el técnico que le ascendió del filial y el mismo que hace década y media, siendo entonces jugador, taponaba la progresión de Xavi y provocaba odiosas comparaciones en su juego. Es el ciclo del "4". El de Guardiola, Xavi, Iniesta, Cesc y Thiago. Hoy se cierra la línea de sucesión de esa fabulosa estirpe de organizadores de juego surgidos de La Masía y los extremos se unirán, pero en latitudes bien lejos de las esperadas.

Una salida precipitada, en la forma, por un detalle contractual –la letra pequeña que nadie vio o quiso ver–, pero cimentada en el fondo en la sensación de haber dado un paso atrás este año, que Tito Vilanova nunca ha confiado en él del todo y que las jerarquías han pesado demasiado en este nuevo Barça.

Al no haber alcanzado un 60% de minutos de juego, Thiago veía como su cláusula de rescisión pasaba de 90 a 18 millones de euros. Quizás en otras circunstancias, ni siquiera se hubiera planteado salir, pero su escasa presencia en el equipo titular, solo ya en el tramo final y nunca en partidos relevantes, fue el detonante.

Nacido en San Pietro Vernotico (1991), el deporte le acompaña desde la cuna. Hijo de Mazinho, excampeón del mundo con Brasil, y hermano mayor del también futbolista Rafinha, más que con un pan bajo el brazo, Thiago llegó con el balón en el regazo. De rostro circunspecto y verbo maduro, su fútbol provoca admiración y desesperación a partes iguales. Siempre con un detalle artístico para la grada, a veces con pinceladas de más que pueden arruinar el cuadro, nunca provocando indiferencia, elegante como un pavo real, animal tan bello y vistoso como barroco y pomposo.

En 2005 recaló en el cadete B del Barça. Era aún juvenil cuando Pep empezaba a reclamarle para el filial y el técnico, ya en el banquillo del Camp Nou, le hizo debutar en Primera en mayo de 2009. Su ascensión al primer equipo se dio definitivamente en junio de 2011. Escogió por fin su deseado dorsal "4", pero acabó renunciando a él tras la llegada de Cesc ese verano. La compatibilidad entre ambos fue el gran debate de un curso en el que Thiago sentó unas prometedoras bases que debían confirmarse esta temporada.

Pero con Pep fuera del equipo, el problema no ha recaído tanto en la competencia con Cesc, sino en las pocas de rotaciones en el once titular, donde Iniesta, Xavi y Busquets han sido inamovibles. Lejos queda ese mayo de 2012 en el que Guardiola le alineaba sorprendentemente como titular en un clásico de Liga.

Esta campaña jugó nueve partidos menos, no actuó en los choques de octavos y cuartos de final de Champions ante Milan y PSG, y apenas gozó de media hora en la vuelta de semifinales ante el Bayern. Tampoco ayudaron las lesiones en un curso irregular, con algunos errores infantiles y rumores acerca de su entrega en entrenamientos. Mejoró en la recta final, dando relevo a un Xavi fundido, pero ya era tarde cuando saltó a la luz la letra pequeña de su contrato.

De poco sirvieron los consejos de sus compañeros, entre ellos Xavi, para que tuviera "paciencia", cuando empezaron a crecer los rumores sobre su posible salida, y menos aún cuando Guardiola lo dejó claro esta semana: "O Thiago o nada". Un traspaso por 25 millones les unirá de nuevo en Alemania, como aquella íntima instantánea hace un año, cuando el técnico le rodeaba con el brazo mientras paseaban sobre el césped de un Camp Nou que abandona con cuatro Ligas, una Champions, dos Supercopas de España, una Copa del Rey, un Mundial de Clubes y una Supercopa de Europa.

Si la madre de Xavi fue vital en la decisión de su hijo, clave ha sido ahora que Thiago considere a Guardiola un padre futbolístico que puede darle esos minutos y galones necesarios que quizás le lleven al Mundial de Brasil. Porque ni hoy es 1999, ni Thiago es Xavi. Y si el Barça de estos últimos años no puede entenderse sin el segundo, el del futuro ya nunca podrá imaginarse con el que estaba llamado a sucederle.