NIGERIA 0 - ESPAÑA 3
Abatida Nigeria, espera Italia
Dos goles de Jordi Alba y uno de Torres le dieron a España el primer puesto del grupo. Los africanos se derrumbaron tras el descanso. Contra Italia, el jueves (21:00, Telecinco).
España cumple su hoja de ruta y jugará en semifinales contra Italia después de sumar tres victorias en tres partidos, quince goles a favor y uno en contra. Los porteros cumplen, Iniesta maravilla y al concurso de arietes se apunta Jordi Alba, que firmó un doblete.
El asunto, no obstante, no fue tan fácil como sugiere el marcador. La primera parte fue tan extraña que Nigeria nos peleó la posesión (54-46). A cambio, y esto también es atípico, disfrutamos de hasta cuatro ocasiones claras de gol: un penalti no pitado a Pedro, un tiro al palo de Cesc y dos oportunidades en las que Soldado encaró sin tino al portero rival, el fornido Enyeama. El calor, la humedad,
La mejor España, la que vimos contra Uruguay, asomó únicamente en los ocho primero minutos del partido, en un fogonazo primoroso. En ese intervalo asistimos a un regate sublime de Iniesta, mitad cola de vaca, mitad truco de magia, que le dejó en posición de gol después de burlar como un ratón a los gatos nigerianos. Era tan pronto, apenas el primer minuto, que sospecho que a Iniesta le dio pena abusar y por eso tiró flojo.
Se le perdonó la bondad porque un minuto después marcó Jordi Alba. El lateral rasgó en diagonal la defensa nigeriana y marcó como en sus tiempos de delantero del Hospitalense, cuando era una ardilla y le apodaban Romario.
España entonces se perdió en los rondos, aflojó la presión y Nigeria se lanzó a por nosotros con la desesperación de los condenados a galeras. Al rato ya entendíamos por qué los nigerianos son campeones de África: tienen físico, son directos y cuentan con varios futbolistas de mucho talento. Entre Obi Mikel y Musa se bastaron para acorralarnos, para mayor regocijo del público, que ha decidido declararnos enemigo público de Brasil y de los oprimidos del mundo.
La fortuna es que Nigeria falló tanto como acertó Valdés y España salió de esos apuros en ventajosas posiciones de ataque. Pedro fue agarrado por Oboabona en una contra que pudo culminar sin recortar dentro del área. Soldado desperdició luego dos llegadas de las que frustran a un delantero, y a él le frustraron mucho. Cesc confirmó el maleficio al estrellarse con un poste con todo a favor.
El descanso nos vino bien para aclarar las ideas y para confundir las de Nigeria. También nos beneficiaron los cambios. Cesc, indispuesto, dio entrada a Silva, y Soldado, cabizbajo, abrió paso a Fernando Torres. El efecto fue casi inmediato: Pedro centró desde la izquierda y Torres se quitó diez años de encima. Tan bueno como el cabezazo fue el desmarque, pero nada mejor que el hambre y la rabia. La terapia tahitiana ha sido de utilidad: el Niño suma cinco goles.
España recuperó la manivela del organillo y los genios brotaron como setas. Iniesta, primero, tan elegante que provoca escalofríos, tan sutil en su juego que cuando la pelota está en sus pies el público se olvida de odiarnos. Con sus chispas se encendieron otros miembros de la federación internacional de genios bajitos y el Romario de Hospitalet consiguió el tercero. La Selección se había hecho por fin dueña y señora del partido, temida y favorita del torneo.