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REAL MADRID

Las claves que alejaron a la plantilla blanca de Mourinho

Desde hace meses, el distanciamiento del vestuario con el técnico era patente y Mourinho se encargó de airearlo atacando en varias ocasiones a los pesos pesados.

Mourinho durante un entrenamiento.
Jesús Rubio

Obsesionado por el topo. Desde que llegó al Madrid, Mourinho se mostró obsesionado por las filtraciones que salían del vestuario. El técnico tomó a Casillas como cabeza de turco (sobre todo tras las aseveraciones de Sara Carbonero en Televisa), y le relegó al ostracismo. Esa decisión no gustó a la mayoría de los jugadores (sólo los más afines a Mou la justificaron) y ahí empezó a perder el respaldo de buena parte del vestuario. Previamente, el portugués ya había señalado a Iker al telefonear éste a Xavi y Puyol para apaciguar los ánimos tras la Tormenta de Clásicos de 2011.

Real Madrid Club de Fútbol

No aguantó la presión. Mourinho llegó al Madrid con la vitola de ser un experto en soportar la presión. Pero esta temporada se vio superado por el entorno y fueron habituales sus críticas a los jugadores ante la Prensa. Casillas, Ramos, Özil, Pepe (a quien llegó a llamar "frustrado"), Cristiano, Coentrao o Marcelo fueron algunos de los futbolistas atacados públicamente por él. El equipo lo acabó pagando. Pepe debió jugar en Cornellà (ese partido era para suplentes. Pepe lo era en ese momento, pero Mou le castigó por defender a Iker), en su lugar actuó Varane y se lesionó, no pudiendo jugar la final de Copa. Y ante el Atleti actuó Albiol en vez del portugués...

Ausente en Valdebebas. Mou siempre ha querido transmitir una imagen de profesionalidad casi fanática. Pero la realidad en su última temporada, desde el momento en que decidió irse (se lo comunicó a Florentino en enero), ha sido otra. El técnico "a menudo sólo estaba presente en el entrenamiento cuando abría los 15 minutos para la Prensa. Después se retiraba a su despacho o se iba de Valdebebas", afirman varios jugadores. Un ejemplo ocurrió el 19 de enero. En muchas ocasiones dejó la práctica a la media hora y el resto del entrenamiento lo controlaban sus ayudantes. Antes de esas fechas de principios de año, "en muchos entrenamientos se sentaba en el banquillo y se dedicaba a mandar mensajes por el móvil y hablar por teléfono". Y tras perder la final de Copa, llegó el desmadre. No había ninguna autoridad y cada uno llegaba a Valdebebas a la hora que quería...

Trabajo monótono. Otra de las cualidades que se le atribuía era la de ser un técnico innovador. Sin embargo, "en las tres temporadas que ha estado en el Madrid hemos hecho cien veces el mismo calentamiento y los entrenamientos eran siempre iguales", afirman desde el vestuario. Y añaden: "A pesar de los muchos goles que encajamos a balón parado, nunca trabajó nada táctico para corregirlo".

Enfrentar a los jugadores. El técnico trató de ganarse la complicidad de jugadores mandándoles mensajes resaltando sus virtudes, buscando el enfrentamiento y criticando las carencias de otros compañeros de demarcación...

Ley del silencio. Por último, Mou impuso la ley del silencio en la plantilla para impedir que los jugadores dieran su punto de vista a la Prensa sobre lo que estaba pasando en el equipo: "Convirtió el Madrid en un Gran Hermano, en el que sólo él podía hablar y opinar...".