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ZARAGOZA 1 - ATLÉTICO 3

El Atleti sentencia al Zaragoza, que nunca creyó en el milagro

Los goles de Arda y Diego Costa, que hizo doblete, certificaron el descenso del Zaragoza. Hélder Postiga hizo el tanto de los locales. La Romareda, un clamor.

El Zaragoza baja a Segunda.
El Zaragoza baja a Segunda.JOSE JORDANAFP

El Zaragoza descendió sin épica ni remisión. Superado de principio a fin por el Atlético, al que le bastó Diego Costa para desarbolar casi sin querer a los de Jiménez. Incapaz de aprovechar la prolongada misericordia rival para lograr una victoria que le hubiera permitido soñar con un gol salvador del Espanyol en Vigo. Sentenciado por un huracán goleador en los últimos instantes que, aunque tardó en llegar, se venía anunciando. El Zaragoza saltó al campo sintiéndose muerto, un condenado enfilando el corredor, y el final fue el previsto: regreso a Segunda tras cuatro temporadas. La Romareda no esperó al pitido final para señalar culpables: Agapito, Agapito, Agapito y, a un año luz, el resto.

Once minutos le duró la fe a los blanquillos. Once minutos o dos thiboutings, nueva unidad de medida para la agonía rival. Courtois detuvo los buenos remates de Pintér y Apoño para rubricar un trofeo Zamora que no hace más que resaltar lo evidente: el mejor portero de la temporada jugaba en el Atleti. El presente es suyo, el futuro más. No extraña que los rojiblancos peregrinen a Londres para pedirle un añito más de cesión al Chelsea.

Las ocasiones desperdiciadas deshincharon la intensidad inicial del Zaragoza mientras Diego Costa, que juega al mismo ritmo un amistoso que una final, se iba apropiando del encuentro con esa zancada suya, hombre contra niños. El pobre Loovens vivió un calvario, siempre persiguiendo y nunca alcanzando. Pero durante un buen rato La Romareda imaginó que el destino le hacía un guiño, fallo tras fallo de su enemigo en el remate.

Diego Costa era principio y fin de todo lo que sucedía. Antes del descanso pudo marcar dos goles (un cabezazo al larguero y una parada de Leo Franco tras gran acción individual) y dar otros dos, pero el Cebolla falló a puerta vacía y Tiago llegó un segundo tarde. Entre medias, gol bien anulado a Miranda por fuera de juego justito. El Zaragoza se fue al vestuario dando gracias.

La segunda parte repitió el guión. Efecto gaseosa de los locales, con una ocasión de Víctor que frustró, cómo no, Courtois. Y a partir de ahí, Diego Costa desencadenado. Álvaro fue víctima de uno de esos regates sin tocar el balón, todo de cintura, que tan mal dejan a los defensas, Loovens siguió corriendo detrás y Leo Franco rozó la roja al derribarle fuera del área sin nadie por detrás. Sin embargo, no remataba su obra.

El último estertor local llegó con un gran disparo lejano de Postiga que... en fin, ya saben, Courtois. Y de golpe se desató la tormenta anunciada gracias al plus de talento que supuso la entrada de Arda y Óliver. El turco marcó un buen gol en el 84 y el nuevo Niño pudo hacer uno de los tantos de la temporada regateando a tres rivales y picando casi sin ángulo desde la línea de fondo. Lo impidió el larguero.

Al Zaragoza no le dio tiempo ni a soñar tras el gol afortunado de Postiga, porque Diego Costa se cobró las deudas con dos goles en el descuento, uno de volea a centro del debutante Aquino y otro a placer tras asistencia de Koke. Como Arda antes y como el Cholo luego, al no dar rueda de prensa, el brasileño respetó el dolor local al no celebrarlos. Dio igual, no había consuelo ni perdón. Llora Zaragoza, arde Zaragoza. Volverá, pero con otros.