Fiesta con aroma a adiós

El 22 de diciembre de 2011, un Atlético en caída libre despedía a Gregorio Manzano y, buscando más al símbolo que al técnico, le sustituía con Simeone. El resto es historia. Hoy, menos de año y medio después, los rojiblancos celebran con su afición el tercer título de la era Cholo, el más emotivo, la Copa arrebatada al poderoso vecino en su propio estadio. Y lo hace ante, destino juguetón, el Mallorca de Manzano, que puede descender aunque gane, pero que lo hará seguro si pierde. Sólo los tres puntos le dan opciones reales de supervivencia.

Sería un descenso dolorosísimo tras 16 temporadas en Primera, la época más gloriosa del club bermellón. Así que el Mallorca se aferra al clavo ardiendo que suponen las especiales circunstancias del Atleti, ya clasificado para la Champions y con unos últimos diez días de traca: final, título, fiesta, resaca, Singapur, cansancio, homenaje y (anhela su rival) relax. Veremos si existe.

Lo cierto es que Simeone no ha dado pistas sobre cómo se tomará el partido. Aseguró que no tiene decidido el once y señaló el entusiasmo como factor decisivo para posibles cambios. Si es por eso, la grada quiere ver a Óliver y sería muy propio del Cholo poner también al Cata, para que intente purgar en el césped sus pecados. Difícil lo tiene tras su infame enfrentamiento con unos hinchas en la celebración de la Copa.

Y jugará Falcao, claro, en el que puede ser su último partido en el Calderón. Cada año escuchan los atléticos que su estrella les abandona, pero esta vez parece que es cierto. Si el destino es el Mónaco, quedarán claras las prioridades del delantero y la incapacidad del club para, aun con Champions, retener a sus figuras. Pase lo que pase, el rendimiento de Falcao merece una ovación cerrada. Desea el Mallorca que, de haber una despedida, sea sólo esa.