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ATLÉTICO 0 - MALLORCA 0

El Atlético deja al Mallorca colista y malherido, pero vivo

Perdonó mucho el campeón de Copa, sobre todo Falcao. Los de Manzano tienen que ganar en la última jornada y que fallen Celta, Zaragoza y Depor.

Madrid
El Atlético deja al Mallorca colista y malherido, pero vivo
Chema MoyaEFE

El Mallorca sobrevive... a duras penas. Sacó, sin saber muy bien cómo, un punto del Calderón que prolonga la esperanza o la agonía, ya veremos el sábado que viene, aunque sus esperanzas son escasas. Los de Manzano se quedan colistas y necesitan una victoria factible (en casa ante el relajado Valladolid) sumada a un complicado triple tropiezo en sus estadios de Celta, Zaragoza y Depor ante Espanyol, Atlético y Real Sociedad, respectivamente. Difícil, pero es fútbol, ya saben. Los milagros suceden con una sorprendente frecuencia...

Como en el Manzanares. Porque el Atlético, sudada la resaca durante un primer cuarto de hora atolondrado, acumuló ocasiones a ritmo constante, la ola chocando contra el castillo de arena hasta derribarlo; pero aguantó la muralla. En parte por la buena actuación de Geromel y Bigas, en parte por el excesivo ímpetu de Falcao, experto Casanova convertido, por una tarde, en adolescente primerizo, quizás demasiado ansioso por dejar un recuerdo memorable si esta acababa siendo su última vez en el Manzanares. Un mal día no debe estropear un gran recuerdo, a todos nos pasa. O eso nos gusta creer.

El Mallorca tuvo un cuarto de hora para soñar con un rival de pachanga. Simeone no hizo cambios y repitió el once de la Copa para recibir el merecido homenaje de su afición. Sin embargo, el relax de los campeones acechaba. Dos veces pudo poner Javi Márquez por delante a los suyos, a los cinco y a los ocho minutos, pero primero se encontró con el permanente estado de gracia de Courtois y después, quizás intentando ajustar demasiado para evitar al tallo belga, tiró alto.

El partido cambió cuando, como empieza a ser irritante costumbre, el Mallorca se empecinó en buscar más las cosquillas de Diego Costa que el gol. Tissone, Bigas... Los roces se fueron sucediendo y espabilaron al Atleti, molesto por esta moda. Un mal control de Arda frustró un contraataque claro y Falcao, tras una magnífica jugada individual, se puso las orejeras y buscó un remate complicadísimo en lugar de una asistencia más sencilla. Por si le faltaban problemas a Manzano, Hemed, su pichichi se lesionó solo y tuvo que ser sustituido a los 32’. Y aún pudo marcar dos veces más el Tigre antes del descanso, un cabezazo fuera y una mano ladrona de Aouate cuando ya se relamía.

El Mallorca tomó aire en la caseta y pudo cambiar su destino en el 48’, cuando Gio, siempre muy por encima de sus compañeros, lanzó una gran falta directa que provocó el enésimo thibauting de museo de la temporada. El pan nuestro de cada día, ya. Fue un fogonazo aislado, porque el Atleti retomó el control, sobre todo con la entrada de Óliver al campo. Cuando está el chico parece la niña de rojo de La Lista de Schindler, un toque de color entre el blanco y negro.

El canterano se alió con Diego Costa para desarbolar al enemigo. El gol parecía inevitable: Costa regateando rivales hasta que se le olvidó tirar con todo a favor, Falcao remachando en fuera de juego un remate de Koke que quizás fuera dentro, el colombiano fallando un mano a mano impropio de él... No era el día. Y aún soñó el Mallorca en el último suspiro cuando Hutton, tras atropellar a Filipe, remató como lo que es: un defensa. Un punto que le da vida, poca, pero vida. Mejor estar malherido que muerto.