RACING 1 - CASTILLA 0
Hay días que ganar es lo único que importa de verdad
Un gol de Ferreiro mediado el segundo tiempo da algo de esperanza al equipo cántabro, que aprovechó la expulsión de Cheryshev en la primera mitad para dominar.
Tal vez si el resultado hubiera sido otro, el comentario hoy del racinguismo hubiera sido del tipo "no tienen ni sangre". Sin embargo, con los tres puntos en el casillero y analizando la gestión que hicieron en la última media hora de la ventaja en el marcador (y numérica, por la justa expulsión de Cheryshev), habrá que convenir que el Racing jugó bien sus cartas. Fueron a por el partido, eso es indudable, y lógico, más que el Castilla, pero no al estilo de la Brigada Ligera en Balaclava. A la carga. No. Las huestes de Menéndez supieron jugar con cabeza.
Para entender el partido de ayer en El Sardinero hay que tener en cuenta varias claves: la diferencia de motivación, el apoyo magnífico del graderío, la ausencia de Morata y Jesé (tocado) en el once inicial, y el absurdo codazo de Cheryshev. Los cuatro factores fueron favorables a los locales, que supieron sacarles partido.
Muy táctico. El primer tiempo fue una especie de partida de ajedrez entre Menéndez y Toril. 'Quiero pero no arriesgo', frente a 'a ver que pasa'. Los madridistas querían atraer a los cántabros a su campo para cogerles a la contra, pero no les funcionó. Menéndez siempre dejó a su cuadrado de seguridad atrás, bien armado, y Óscar Plano no está en el mismo escalón que Morata y Jesé. Es uno más. De hecho, cuando salió el canario, sin llegar a hacer nada, metió miedo. El codazo de Cheryshev, indiscutible, a la cara de Francis acabó con la partida.
Con diez, Toril se metió atrás y fue regalando el campo al Racing que, pese a tener a sus dos puntas inoperantes, empezó a tener llegadas. Liderado por Francis (su mejor partido en años), Assulin y, menos, Ferreiro, se mereció el gol. 2.240 minutos después, Ferreiro marcó, con su pierna mala, el primer gol del curso. Un buen gol, además. Robo, conducción y tiro cruzado. El Racing, hoy, sigue vivo.