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REAL MADRID 6 - MÁLAGA 2

El Madrid ahuyenta el alirón

Partidazo de los blancos, que jugaron a placer ante un Málaga que acabó con nueve. Caballero paró un penalti a Cristiano y luego se lesionó.

Benzema y Modric celebran uno de los goles del Real Madrid.
Benzema y Modric celebran uno de los goles del Real Madrid.DANI POZOAFP

Ni hubo alirón ni hubo amago de sorpresa. El Madrid goleó al Málaga con la suficiencia de los equipos superiores y el Barça tendrá que aplazar el festejo para mejor ocasión. Hacer notar que en el Bernabéu olía a primavera, que Cristiano no tiene alergia y que la única fortuna del anfitrión fue el infortunio de su rival, considerable.

Nada ayudó al Málaga, empezando por el Madrid. A los dos minutos marcó Albiol de cabeza, a la salida de un córner. Fallo defensivo, dicen los manuales. Legañas, apuntan los expertos. Hay jugadores para los que el primer sudor es como una ducha tonificante. Sin él, siguen dormidos.

De pronto, un equipo se encontraba ante el partido soñado y el otro ante el peor de los escenarios de los posibles: el Madrid a la contra, en su estadio. El Málaga, sin embargo, reaccionó con coraje y con talento. Se estiró, trianguló y alcanzó el área de Diego López sin excesivos sofocos. Al tercer acercamiento, empató. La jugada nació de otro córner: Lugano tocó de cabeza y Santa Cruz anotó con el pie, en la soledad del segundo palo.

El Madrid, animadísimo, siguió con su discurso: correr y atacar, como los niños que juegan a indios y vaqueros. Cristiano acarició el gol en dos ocasiones. Ahora lo sabemos: no fueron oportunidades, eran avisos. En su siguiente incursión, y en evidente posición de gol (casi todas lo son para él), fue agarrado por Sergio Sánchez dentro del área. Penalti tan torpe como indiscutible. Y resolución insospechada: Cristiano chutó por el centro y Caballero salvó el gol, aunque perdió un pie. El rechace le provocó un esguince del que ya no pudo recuperarse.

El Málaga resopló y debió hacerlo con spray y en la cara de Gil Manzano, porque el árbitro se molestó: en la siguiente jugada pitó cesión de Camacho donde no había nada, sólo un mal control que acabó en las manos del portero. Si para Cristiano todas las porterías son como el Golden Gate, a cinco metros y medio los postes delimitan el ancho del horizonte. Fue gol, naturalmente. Caballero, en esta ocasión, salvó la cara, pero no evitó el tanto.

Iturra entró por Baptista y el estadio se apiadó de su exjugador con un aplauso. Quien creyó rendido al Málaga se equivocó. El equipo tiene querencia al buen fútbol, con independencia de las adversidades. No es raro, por tanto, que el tercer gol del Madrid le pillara en ropa interior. Cristiano condujo la contra y Özil honró su gran pase con un recorte torero y con un derechazo implacable. Todavía hay quien asegura que Özil corre poco y se pierde mucho. Tal vez le busquen poco.

El siguiente gol del Málaga fue un espejismo de emoción, un oasis sin agua con la que refrescarse. Antunes, lateral zurdo, enganchó un chutazo extraordinario con la que debe ser su pierna mala, la derecha. El hecho tiene precedentes en la historia: en ocasiones (pocas), con las piernas malas se ejecutan tiros dibujados tan artificialmente que salen perfectos.

Al poco rato se demostró que la supervivencia del Málaga era imposible con diez jugadores, con tantos espacios, por detrás en el marcador y ante un rival de tanta categoría. Ni siquiera Isco era suficiente para una tarea semejante. Su estupendo partido fue engullido por la goleada. Sus condiciones, no obstante, no se ponen en duda. Tampoco su madurez: como no lo fiche el Madrid se lo llevará Mourinho (o alguien) a Inglaterra.

Benzema consiguió el cuarto gol después de abrir un regalo con lazo con remite de Cristiano Ronaldo. El Málaga, que corría reclamando un penalti a Iturra, añadió a sus quejas el fuera de juego del portugués. No lo fue. Quizá fue ciclogénesis explosiva, pero no posición ilegal.

Sobró la segunda parte, aunque Modric lo negará. En esa extensión sin intriga, el croata hizo un gol que le sirvió para poner una guinda roja a su magnifico partido. El resto del tiempo sólo sirvió para hacerse daño. Kameni acusó la inactividad y el papelón. Demichelis se disparó a una bota (enésima falta a Cristiano) y provocó su expulsión. Varane y Özil sufrieron diferentes percances que dejaron peor parado al alemán turquesa, retirado en camilla, a ocho días de la final de Copa.

Cuando Gil Manzano añadió tres minutos al tiempo reglamentario confirmamos la teoría del soplido con spray. Di María aprovechó el alargue para marcar el sexto y para acumular optimismo y buen ánimo ante la próxima conferencia de prensa de Mourinho. Gol fundamental, por tanto.