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LIGA BBVA | EL CARRUSEL

Di María: la sangre del derbi

El Madrid ganó con un once plagado de suplentes al Atlético en el Calderón. Otro derbi que se le va entre las manos al conjunto colchonero. Eso retrasó el alirón del Barça.

Di María.
Reuters

Cambiar un portero siempre agita algo

Las dinámicas negativas requieren de cambios drásticos y Lucas Alcaraz reconduce la del Granada tomando como punto de partida la portería. La apuesta por Roberto en detrimento de Toño cambia al equipo desde la base, justo lo que buscaba el técnico. Hasta hace tres jornadas no había hueco para el gallego, pero su experiencia en situaciones límite en Sporting y Osasuna le confiere una importancia que ayer se notó en Cornellà-El Prat. El puesto de portero no es uno más. Entrar y salir del once implica mucho más que en cualquier otra posición. Lo sabía Alcaraz y lo sabe Roberto. La revolución hacia la permanencia empieza por él. Y funciona.

El Madinda del Celta y el Madinda de Gabón

El ritmo entre club y selección no es el mismo. Suele coincidir, pero no siempre. Hay quien debuta tarde con su país y hay también quien lo hace excesivamente pronto. El gabonés del Celta Madinda es de estos últimos. Abel le ha hecho estrenarse y aparecer en los últimos partidos de los vigueses como si fuera un canterano más, pero a sus 20 años en realidad es ya toda una institución con el equipo de su país. Participó con Gabón en la Copa de África de 2012 y repitió presencia en los JJ OO, demasiado currículum como para mantenerse en el filial de Segunda B. La percepción entre club y selección no puede ser tan diversa. Abel corrige esta disfunción.

La caída de los más grandes siempre es masticada

Messi refresca su leyenda cada vez que hay riesgo de cansarse de él. En San Mamés aireó su varita mágica y apartó de un plumazo las críticas sobre su estado físico o la dependencia del juego del Barça hacia él. Todavía no. Aún es pronto para atisbar su cuesta abajo. A punto de cumplir los 26 años, el argentino sigue siendo joven como para ceder su trono al resto. Es curioso, siempre que un jugador llega a cotas tan altas aguardamos con inexplicable crueldad a que se despeñe y deje paso a otro. Debe ser la condición humana, a veces frustrada y ventajista. Ocurrió recientemente con Raúl y sucede también con Messi. En vez de disfrutar de jugadores de época, masticamos un discurso que se retrasa y se retrasa. Es el 'ya lo dije yo' de la vida y del fútbol.
Así somos.

El modelo de la Real sí es de Champions

Anoeta vibró con la Real como en las grandes ocasiones. San Sebastián se viste de azul y blanco para enorgullecerse de un equipo que se codea con los mejores. Los donostiarras avanzan hacia la Champions reforzados por un modelo ejemplar en los tiempos que corren: cantera y extranjeros que de verdad mejoren lo de casa. La apuesta coincide con una de las mejores generaciones salidas de Zubieta en los últimos años. Íñigo Martínez, Illarramendi, Griezmann o Rubén Pardo se unen a los más maduros Agirretxe, Carlos Martínez, Mikel González y Xabi Prieto para sentar las bases de un bloque perfectamente trufado por internacionales del nivel de Bravo, Vela o Chory Castro. Aprovechar este punto de cocción era obligatorio para el técnico, el francés Montanier, que también terminó por creérselo. Por eso la Real superó al Valencia con siete canteranos titulares. Por eso tiene 15 en total en la plantilla, más que nadie. Por eso el modelo es de Champions. Y por eso, quizá, el equipo también. Sólo eso está por ver.

Rochina y los hijos únicos del fútbol

Ser hijo único hace especial al descendiente y a los padres. La relación entre ellos es diferente a la del resto de familias. Sirva como ejemplo el caso de Rochina. El delantero del Zaragoza nació en Sagunto y se formó en el Valencia, pero en un torneo infantil fue captado por el Barcelona y se mudó a la Ciudad Condal. El club culé no sólo movilizó al chico, sino también a los padres. Quizá arrastrar a toda la familia fuera la única fórmula de conseguir al pequeño. Tras madurar en el Barça y pasar por Inglaterra, Rochina fue el héroe del Zaragoza ante el Mallorca con un gol in extremis. Con sus padres en la grada, claro. Inseparables. No podía ser de otra manera.

El pelo largo de Juan Rodríguez aún flota

Juan Rodríguez lució de nuevo su larga cabellera como titular del Getafe. Está siendo una campaña dura para el mediocentro azulón, cohibido por las lesiones y la falta de confianza en él. Sin embargo, a sus 31 años ha sabido esperar pacientemente una oportunidad que llegó en Málaga, precisamente la ciudad en la que nació y en la que despuntó como jugador. Entonces tenía el pelo más corto -incluso a veces rapado-, pero ya destacaba como mediocentro de ida y vuelta, unas cualidades que después volvió a mostrar como jugador del Deportivo. Esas cualidades parecían truncadas en Getafe hasta ayer. En La Rosaleda el viento agitó de nuevo su melena. No es poco.

Automatismos que rodean el fútbol

Siempre se dice que los delanteros son los únicos futbolistas con unidad de medida: el gol. Quien juega de titular está obligado a marcar y quien sale de suplente, también. Sólo así pueden convencer al técnico los unos y los otros. Pero ni siquiera esa presión ha mermado el olfato de ariete puro de Javi Guerra. El malagueño está pasando por su año más complicado desde que llegara a Pucela e incluso Djukic dejó de confiar en él. Sin embargo, la marcha de Manucho a la Copa de África abrió una rendija por la que Javi ha ido colándose. Cuatro golesha hecho desde entonces. Es admirable el instinto de supervivencia de quien vive del gol. Es su alimento. Su vida.

El personaje: Di María

No hay derbi sin tensión para Di María. Ni siquiera aquel en el que su equipo juega plagado de suplentes, como el Madrid en el Calderón. Está criado el argentino en la rivalidad de Rosario, una ciudad dividida entre hinchas de Newell´s y Central, leprosos contra canallas. Insultos que, lejos de molestar, les identifican. Ángel era un fideo de 18 años cuando vivió su primer derbi con Rosario Central. Para alguien salido de la calle, significaba trasladar sus argucias a un campo de fútbol. Las mismas que demostró luego con el Benfica ante el Sporting. Esas que enseña también en los Madrid-Atlético. Un gol y el centro del otro son el bagaje que dejó esta vez en el Calderón. Si hay derbi, hay Di María. Siempre.