CELTA - REAL ZARAGOZA
Final a vida o muerte
El Celta tiene ante sí su primer match-ball de la temporada. Los de Abel Resino están obligados a vencer a un rival directo para seguir vivos en la pelea por la permanencia.
El pasado sábado se cumplieron 19 años de un encuentro que Celta y Zaragoza jamás olvidarán. El 20 de abril de 1994 la lotería de los penaltis sonrió a los aragoneses y fue cruel con los vigueses, que llegaban a la final de Copa del Rey como el equipo revelación del torneo. Aquella final fue dramática, pero no lo será tanto como la de esta noche.
El Celta tiene ante sí su primer match-ball de la temporada. Los de Abel Resino están obligados a vencer a un rival directo para seguir vivos en la pelea por la permanencia. Cualquier otro resultado sería firmar su condena de muerte. Nadie en el vestuario olívico baraja esa hipótesis y su técnico asegura que a partir de hoy se verá al nuevo Celta que va a lograr la salvación. Tampoco le quedan más opciones. Ahora o nunca.
La presión también aprieta al Zaragoza, pero es cierto que una derrota no le dejaría ahogado en la clasificación como a los vigueses. Eso sí, supondría la destitución de Manolo Jiménez. El crédito del técnico andaluz está en las últimas y ya no le quedan más balas en la recámara. Un nuevo tropiezo tras varias semanas consecutivas de fracasos podría provocar su cese inmediato.
Dudas en defensa. Abel y Manolo Jiménez tienen prácticamente decididas sus alineaciones y sólo mantienen una duda en defensa. El entrenador local deberá decidir si continúa apostando por Jonathan Vila o se decanta por el recuperado Demidov en el eje de la zaga. El central noruego estuvo esta semana en su país natal por asuntos personales, pero regresó a tiempo y Abel siempre ha confiado en él. Por su parte, Jiménez desplazará a Paredes al puesto de central para suplir al sancionado Álvaro. Su duda es si optar por Sapunaru o Fernández en el lateral derecho.
La afición de ambos equipos ha querido jugar un papel importante en el día previo a un encuentro que será decisivo. En Balaídos, a pesar de que el entrenamiento era a puerta cerrada, unos 200 aficionados acudieron al estadio vigués para arropar a su equipo en una situación crítica. Abel tuvo la deferencia de abrir las puertas en los últimos minutos para que la afición entrara al estadio. En Zaragoza, el apoyo fue masivo y unas 5.000 personas arroparon al equipo maño en su último entrenamiento. Hoy será el turno para que los jugadores les respondan.