La intrahistoria

Eric Abidal: cómo convertir todo un milagro en un problema

El jugador no está enfadado, pero sÍ que impaciente tirando a molesto porque desde la junta directiva aún nadie se ha dirigido ni a él ni a su representante para tratar su futuro.

Eric Abidal: cómo convertir todo un milagro en un problema
Santi Giménez
Nació en Barcelona en 1968. Estudió Ciencias de la Información y Filosofía. En 1988 entró a trabajar en la revista Barcelona Olímpica, en 1990 en el diario Las Noticias. Tras cerrar ambos medios se incorporó al Diario de Barcelona en 1990, que no cerró hasta 1994. En 1994 entró en SPORT. Se incorporó al Diario AS en 2010, donde es Subdirector.
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La capacidad de convertir el milagro que ha protagonizado Éric Abidal con su vuelta al fútbol tras someterse a un trasplante de hígado en un problema de formas entre el club y el jugador es difícilmente comprensible. El jugador no está enfadado, pero sÍ que impaciente tirando a molesto porque desde la junta directiva aún nadie se ha dirigido ni a él ni a su representante para tratar su futuro profesional. Abidal acaba contrato el 30 de junio y ha manifestado cada vez que ha tenido un micrófono delante que su intención es la de seguir jugando, preferiblemente en el Barça, pero que si el club catalán no le quiere, se buscará la vida en otra parte.

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El jueves pasado, en la presentación del libro 'Relatos solidarios del Deporte' que apadrina el jugador francés, Abidal bromeaba diciendo que "yo quiero seguir jugando si el Barça no me echa... pero creo que no me echarán". Una semana después, en los micrófonos de RAC1 su mensaje fue más contundente: "Mi deseo es seguir en el Barça, pero acabo contrato en junio ¿y qué hago si no me llaman?. Tengo contactos, pero no ofertas".

Entre ambas frases, no solo medió el silencio institucional del Barça, que no se da por aludido, sino que además mediaron unas palabras del vicepresidente institucional, Carles Vilarrubí en las que el dirigente habló de la posibilidad de incorporar al francés como embajador del Barcelona ofreciéndole un cargo institucional. A Abidal esta oferta le olió a cuerno quemado y la interpretó como una manera más o menos elegante de dejarle a un lado. Por eso, el jueves dejó muy clara su postura al afirmar que "primero quiero jugar, cuando me retire me encantaría ser embajador". A todo esto, se suman unas declaraciones de Josep Maria Bartomeu, vicepresidente del club que hace meses dio a entender que la renovación sería automática en cuanto volviera a jugar. Hubo milagro, y ahora hay desencuentro.

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